Covid-19. En el conurbano los comercios abrieron a pesar de las restricciones
En Avellaneda y Lanús no se acumularon clientes, quizás por el clima contribuyó a desalentar las típicas salidas de los sábados; el tránsito vehicular fue intenso
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El clima fue el aliado perfecto para el nuevo confinamiento estricto estipulado por el Gobierno. Las lluvias y las bajas temperaturas del sábado desalentaron los paseos matutinos e hicieron que las primeras horas del fin de semana extralargo se asemejen a lo que fueron aquellos días de aislamiento durante el otoño pasado. No fue la calma absoluta, ya que el tráfico vehicular circuló de manera intensa por entre los distintos puntos del conurbano bonaerense; sin embargo, las calles mantuvieron su tranquilidad.
Las persianas se levantaron una vez pasadas las diez de la mañana. Sobre la avenida Mitre, en Avellaneda, los locales considerados esenciales abrieron sus puertas. Desde farmacias, carnicerías y verdulerías, como también bancos, almacenes y supermercados. Cada uno con su protocolo para la atención al público: filas sobre la vereda, ingreso de una o dos personas, e incluso ventas desde la puerta de ingreso. Las primeras horas de la mañana se mostraron tímidas, calmadas por la intensa llovizna que caía sobre la ciudad.
El DNU publicado por el Gobierno estipula que están habilitados los comercios esenciales, mientras que el resto debería funcionar con envío a domicilio o retiro en los locales; lo mismo ocurrirá con los locales comerciales. “No habrá atención al público. Nadie puede ir a un comercio a elegir. Puede vender por vía remota y la persona retirar lo que compró y pagó. No puede haber atención al público”, explicó la secretaria de legal y técnica, Vilma Ibarra.
Pero, a medida que avanzó la mañana y el mediodía empezó a acercarse, fueron otros los comercios que comenzaron a subir (muchos hasta la mitad) sus persianas. Locales de ropa, de lencería, de artículos para el hogar. Locales de comida rápida, librerías, bazares y accesorios para celular. Éstos fueron algunos de los comercios que probaron su suerte. Algunos incluso, al ver algún movimiento sospechoso optaban por cerrar y quedar alerta. Una galería comercial con un recorrido de unos diez locales abrió y, desde la puerta, sus empleados brindaron la atención.
“Necesito comprar un regalo. Aprovecho que está abierto y no hay nadie a esta hora”, señala una joven de 40 años mientras elige una cartera y detrás de ella se forma una fila de dos señoras más.
Sin controles
No se vio presencia policial, ni efectivos de control. La mañana por la zona de Avellaneda fue la imagen de un sábado lluvioso. La necesidad de vender, la excusa para probar suerte. El permanente estado de alerta, la actitud de los dueños, por alguna aparición de control. Sin dar muchas explicaciones, ni excusas, los comercios ‘no esenciales’ abiertos aludieron a la necesidad económica y al mal recuerdo de hace un año, cuando sus locales debieron permanecer durante meses cerrados. “No nos lo podemos permitir”, fue la frase más repetida.
El tráfico vehicular estuvo activo. Un buen caudal de autos y colectivos recorrieron las avenidas. No enfrentaron mayores controles, con excepción del puesto de la Prefectura sobre el Puente Pueyrredón, donde verificaban a los pasajeros de las diferentes líneas de colectivos, los autos tuvieron vía libre.
¿Qué estipulan las nuevas restricciones respecto del tránsito? El transporte público se limitará para una porción de los trabajadores esenciales, y “solo se podrá circular en las cercanías del domicilio entre las 6 y las 18 para atender cuestiones esenciales o por razones especialmente autorizadas”. Cada uno que necesite viajar deberá tener de un permiso para circular, el cual deberá solicitar a través de la aplicación Cuidar.
“Vi pocos controles estos días y hoy, nadie. Abrimos porque podemos, pero los clientes están guardados, fue una mañana muy tranquila”, señala el dueño de una ferretería por la zona de Villa Domínico. Cercano a su comercio hay un centro de vacunación donde el personal policial y de control trabaja incesantemente con un ir y venir de personas listas para recibir sus dosis.
El paso de Avellaneda hacia Lanús se cumple con mucha mayor tranquilidad. Una zona más residencial llama al silencio absoluto y las calles apenas perciben el movimiento de algunos autos en circulación. La línea de colectivos que pasan son escasos, al igual que los policías y los puestos de control. Lo mismo sucede sobre la zona comercial de ese municipio del sur del conurbano donde se percibe mínimo movimiento.
Los comercios abiertos son los habilitados. Sobre la calle 9 de Julio, en pleno centro de Lanús, deambula el control de los asistentes de la municipalidad. Siempre muy respetuosos, se los vio caminar pidiendo a algunos comerciantes que cierren sus locales. Debieron pedirle a una vendedora ambulante que levante sus mercancías, a un negocio de artículos para celulares e incluso un negocio de ropa masculina fue apercibido. “Estamos trabajando y solo queremos cumplir. Le pedimos de buena manera y siempre nos escuchan. Pero si volvemos a pasar y siguen abiertos, hay multa y se clausura”, explica uno de los agentes.
Muy baja circulación peatonal, a pesar de la disminución de la lluvia. Casi no se perciben filas de espera de los clientes, salvo en negocios muy puntuales. Son más los locales abiertos sin público, empleados en la vereda esperando poder vender. “Cerramos al mediodía. Vino muy poca clientela, nadie te diría. La lluvia no ayuda, pero tenía que venir”, dice el dueño de una panadería sobre la calle principal.
El peaje de la avenida Illia tampoco apunta a un gran control. Los efectivos trabajando no ocupan todas las bocas de paso vehicular por lo que muchos autos pasan sin ser controlados. Una imagen similar se percibe al ingresar a la avenida 9 de Julio, donde el paso es libre.
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