Covid-19: cuál es la diferencia entre la inmunidad celular y los anticuerpos a la hora de medir las defensas
Con el avance de la campaña de vacunación creció la duda sobre cuál de los dos indicadores es más importante para determinar el nivel de protección del cuerpo respecto del virus SARS-CoV-2
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Con más de 14 millones de personas con al menos una dosis de la vacuna contra el coronavirus Covid-19 en el país y cerca de 4 millones con el proceso de inmunización completo, las dudas y consultas sobre el nivel de protección adquirido pusieron en el foco de la mirada a dos nuevos conceptos: títulos de anticuerpos e inmunidad celular.
LA NACION consultó con tres expertos en inmunología la diferencia entre ambos tipos de protección y si es necesario realizarse un análisis de sangre tras haber superado la enfermedad o haber recibido la vacuna para saber cuán protegido se está.
“El sistema inmunológico consta de dos ramas: la inmunidad innata y la inmunidad adaptativa. La primera integra una gran diversidad de tipos celulares. La segunda, solo a dos tipos celulares: los linfocitos B y T. Los linfocitos B serán los responsables de producir anticuerpos. Los linfocitos T, podrán adquirir diferentes funcionalidades y mediar distintas respuestas. Destruirán células infectadas por el virus o liberarán mediadores llamados citoquinas, a fin de instruir el modo en el que células de la inmunidad innata enfrentarán la infección”, explicó a LA NACION, Jorge Geffner, profesor de Inmunología en Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador del Conicet.
En tanto, su colega, Norberto Zwirner, docente responsable de la asignatura Inmunología de la carrera de Medicina de la Universidad Favaloro e Investigador Superior del Conicet, agregó: “Cuando nuestro sistema inmunológico responde contra un virus o una vacuna trabaja dos ramas que van en paralelo. Una es la respuesta inmune humoral, que son los anticuerpos, la otra es la inmunidad celular, que son los linfocitos T. La impronta que deja en el organismo el virus o la vacuna es lo que se conoce como memoria inmunológica. Es una especie de ‘entrenamiento’ que recibe el sistema inmunológico para que la próxima vez que una persona se encuentre con ese bicho pueda responder de manera más rápida, mejor y sacárselo antes de encima sin que produzca síntomas o sean leves”.
Cada una de estas células tendrá un rol clave: unas se encargarán de evitar que el virus se replique y las otras de destruir las células infectadas. “Tanto la infección como la vacunación activan la respuesta inmune innata y adaptativa. Particularmente, la activación de los linfocitos B se traducirá en la producción de anticuerpos. Ellos juegan un papel muy importante en la defensa frente a la infección por SARS-CoV-2 al interactuar con la espícula del virus y bloquear su capacidad infecciosa. Podemos detectar estos anticuerpos en nuestra sangre, aproximadamente a las dos semanas de vacunarnos o padecer la infección. La activación de los linfocitos T conduce a otras respuestas capaces de mediar la destrucción de células infectadas, activar células de la inmunidad innata y dirigir el tránsito de diferentes tipos celulares a fin de hacerlo más efectivo en pos de resolver la infección”, detalló en términos técnicos Geffner.
Zwirner, que también es profesor asociado de Inmunología Celular y Molecular en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, ejemplifica este trabajo en conjunto de la siguiente manera: “Si pensamos que el virus es un auto mal estacionado, los linfocitos B serían los agentes de tránsito que lo identifican y le ponen una etiqueta que luego la verán los linfocitos T, que serían la grúa que acarrea ese auto y se lo lleva al estacionamiento”.
“En la respuesta adaptativa humoral los linfocitos B producen anticuerpos, que son proteínas capaces de unirse a regiones específicas del virus. Esta unión permite bloquear estructuras que utilizan los virus para penetrar en las células, impidiendo la infección. Pero los anticuerpos cuentan con una limitación: solo pueden unirse al virus cuando éste se encuentra fuera de las células”, dijo a LA NACION, Romina Maus, del equipo de infectología de Vittal, y agregó: “Para conseguir erradicar de manera definitiva la infección viral es necesario eliminar el virus también del interior de las células. De esta tarea se encarga la llamada respuesta adaptativa celular, mediada por linfocitos T. Los linfocitos T reconocen las células infectadas por el coronavirus y las destruyen. Esto convierte a los linfocitos T y a la respuesta adaptativa celular en el principal y más eficiente mecanismo de defensa antiviral”.
¿Test de anticuerpos?
¿Es recomendable hacerse un test de anticuerpos? Fue la consulta que este medio hizo a los expertos. “No suele ser recomendado. Los motivos: a) Aún en ausencia de anticuerpos detectables sangre, la infección o vacunación suele inducir un nivel significativo de protección y b) no sabemos aún cómo se correlacionan los niveles de anticuerpos con el nivel de protección que confieren la vacunación o la previa infección. Sabemos sí que todas las vacunas actualmente en uso protegen, eficazmente, frente a la infección por el virus SARS-CoV-2″, dijo Geffner.
A su turno, Zwirner sumó: “Los anticuerpos los medimos porque es un test sencillo y rápido de efectuar. Es sacar un poquito de sangre, obtener el suero y ahí medir los anticuerpos. Es una forma correcta y accesible a todo el mundo, es algo económico. Pero esto no mide los linfocitos T porque para eso es necesario un tipo de análisis que es mucho más costoso, complejo y hay pocos laboratorios que los realicen”.
Por su parte, Maus añadió: “Los tests serológicos miden la inmunidad mediada por anticuerpos. Los resultados negativos de estas pruebas son, a menudo, interpretados como ausencia de infección o pérdida de inmunidad. Pero puede deberse a que en los primeros días de la infección todavía no se han generado suficientes anticuerpos como para ser detectados por el test, o bien a que los niveles ya hayan descendido una vez pasada la infección. La pérdida de anticuerpos no implica que se haya perdido la inmunidad, la inmunidad de tipo celular (linfocitos T) puede protegernos del virus a pesar de que hayan bajado los niveles de anticuerpos”.
“Los tests celulares miden la presencia de inmunidad celular mediada por linfocitos T. La detección de linfocitos T permite evaluar con más precisión la inmunidad frente al virus que la de detección de anticuerpos. Sin embargo, estos tests requieren técnicas más complejas y costosas, por lo que su utilización está poco extendida”, dijo la médica y cerró: “Una estrategia diagnóstica alternativa para comprobar la inmunidad frente a SARS-CoV-2 es la detección de linfocitos T memoria. Desafortunadamente, este tipo de tests celulares solo está disponible con fines de investigación en el campo de las vacunas”.
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