En la zona de San Alonso, el clima ayudó a contener el avance del fuego y generó un gran alivio entre los brigadistas y la fauna local
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Ayer, un importante frente de fuego comenzó a avanzar en San Alonso, una isla ubicada en el Parque Nacional Esteros del Iberá, a pocos kilómetros de las viviendas del equipo de la Fundación Rewilding Argentina y del Centro de Reintroducción del Yaguareté y de Nutria Gigante. Cuando se pensaba que ya no habría posibilidades de contener el fuego, comenzaron las lluvias en Corrientes. Y no solo quienes combatieron el fuego lo celebraron: se vieron animales que se quedaban quietos debajo de la lluvia como si no quisiesen que se terminara.
“Hasta el último minuto, unas 60 personas (entre las que se encontraban brigadistas, el ejército de Bolivia, gente del Plan Nacional de Manejo del Fuego y equipos de Rewilding) esperamos haciendo cortafuegos hasta el último minuto para defender la infraestructura. La lluvia fue el milagro más esperado de los últimos tiempos, no podíamos creerlo”, relató Sofía Heinonen, bióloga y directora ejecutiva de Fundación Rewilding Argentina, la fundación que tiene como objetivo reintroducir en la naturaleza especies en extinción y trabaja junto con el Gobierno de Corrientes y Parques Nacionales trabajan para reintroducir al yaguareté, la nutria gigante, el venado de las pampas, el pecarí de collar y el oso hormiguero gigante.
Sebastián Di Martino, director de Conservación en Fundación Rewilding Argentina, explicó que se hicieron muchos cortafuegos para evitar un frente de incendio pero que, con el calor y el viento, se tornó incontrolable. Atacar el fuego se volvió peligroso y su única opción fue esperarlo en el casco, donde tenían refugiadas seis nutrias gigantes y una hembra de yaguareté. “Se decidió resistir en ese lugar para que no queme el casco, las viviendas del personal y los lugares donde estaban los animales de forma temporaria. Por suerte llegó la lluvia, fue un alivio terrible”, dijo el especialista.
Según el cuarto informe técnico del INTA Corrientes, la superficie quemada en Corrientes ya es de 934.238 hectáreas, equivalente al 11% del total del territorio provincial (88.199 kilómetros cuadrados). En este sentido, Di Martino dijo: “Los fuegos ya afectaron más del 60% del Parque Nacional y unos cuantos animales murieron; se ven carpinchos, yacarés, ciervos y osos hormigueros quemados”.
Heinonen, por su parte, dijo: “Muchos animales sufrieron y se quemaron, y probablemente muchos tengan problemas respiratorios, el humo era infernal. Esperamos que esta lluvia les dé un alivio. Mientras no salga el sol, va a ser un pequeño respiro para que toda la fauna pueda reacomodarse”. Además, reconoció que habrá que evaluar, más adelante, hasta qué punto las poblaciones se vieron afectadas y si hace falta realizar un trabajo de restauración adicional.
El peligro persiste
Hoy la temperatura en Corrientes superó los 30 grados. “Estamos mirando por satélites y la lluvia atraviesa el centro de Corrientes; el norte y el sur no se benefician de este respiro. Además, pareciera que la intensidad de las lluvias no va a ser sostenida. No va a volver a abastecer las cuencas, pero es un alivio”, enfatizó Heinonen.
“Las tormentas eléctricas de verano suelen prender fuegos naturales. Ayer cayeron muchos rayos y vimos cómo se encendía el fuego en el medio de los Esteros”, agregó, en relación con los focos de incendio que quedaron en el frente de la tormenta donde no cayó la cantidad de agua necesaria para poder apagarlos.
“Hay que estar atentos, acomodarse y no creer que esto ya resolvió el problema. Se trata de una sequía histórica, para salir de ella necesitamos muchos días de lluvia continuos y poco sol para que el agua no se evapore”.
El Parque Nacional Esteros del Iberá es un gigantesco macroecosistema de unos 12.000 kilómetros cuadrados que alberga humedales únicos por su altísimo grado de biodiversidad. Los fuegos arrasaron con casi todo, pero igualmente desde la fundación creen que, con esfuerzo, el daño producido se va a restaurar.
“Nos preocupa muchísimo la situación de los bosques porque el fuego los hizo retroceder, disminuir su área de ocupación y, además, quemó las raíces y los troncos de árboles que tienen muchos años. Probablemente haya que plantar algunas especies claves y haya que ayudarlos a que no se vuelvan a quemar, hacer cortafuegos y también trabajar mucho en el repoblamiento de la fauna de especies claves, como lo son el guacamayo, el muitú, el yaguareté, las especies que activan la restauración del ecosistema completo”, aseguró Heinonen.
Di Martino dijo que “los bosques y las selvas tardarán mucho en recuperarse porque murieron muchos árboles, algunos de más de 100 años” pero que “en el Iberá hay guacamayos rojos, muitúes y pecaríes de colla que comen frutos de los árboles, dispersan sus semillas y promueven la regeneración de los bosques”.
Ambos destacaron, también, la importancia de disminuir las amenazas para que el ecosistema empiece a autosanarse. Explicaron que el parque es el lugar de la vida silvestre y, si el ganado exótico ingresa, va a costar más la recuperación y la fauna silvestre va a tener una gran competencia por la comida y el agua. Esto es un problema porque, por el fuego, se dañaron casi todos los alambrados perimetrales. “Tenemos que volver a poner todas las cámaras de observación y de monitoreo y construir el área de cría. Ni bien esté confirmado que no queda ninguna braza ni fuego prendido, podremos llevar devuelta al yaguareté, y vamos a llevar a las dos familias de nutrias a sus corrales respectivos”, dijo Heinonen.
Y reconoció: “Vamos a aprovechar para hacer cortafuegos y reforzar todo, porque sabemos que esta lluvia es pasajera, la sequía sigue siendo extrema y el sol de febrero evapotranspira mucho. No nos tenemos que relajar, hay que estar preparados por si aparece una segunda ola de fuegos. El respiro ahora es inconmensurable y estamos todos felices, es lo que necesitábamos para reponer fuerzas”.
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