Coronavirus. Volver a casa: cómo fue el vuelo que trajo a 140 argentinos varados en la India
Cuando los 140 varados en la India subieron al avión, después de dos meses de espera, y vieron una bandera argentina pegada con cinta no lo podían creer: la alegría y el alivio tras tantas semanas de tensión e incertidumbre estaban ahí, en los aplausos, en las lágrimas.
Ya llegaron al país, a sus casas, tras un viaje que duró un día para algunos, dos para otros y hasta cinco para quienes habían quedado atrapados más lejos de la capital india cuando se desató la pandemia de coronavirus. Pero aún quedan muchos sin poder volver.
"En el vuelo pudimos evacuar a 142 argentinos y residentes extranjeros en el país, varados en la India, además de otros 130 compatriotas varados en Tailandia. A su vez, el Canciller Felipe Solá facilitó que 62 ciudadanos indios varados en la Argentina pudieran utilizar este vuelo para regresar a su país", explicó a LA NACION Carlos Muscari, secretario de la Embajada argentina en India.
El avión salió primero desde Buenos Aires hasta Santiago de Chile. De ahí voló a Sydney para una escala técnica y siguió a Bangkok, donde se subieron los varados en Tailandia. Luego continuó a Nueva Delhi, donde se subieron los varados en la India y se bajaron los indios que venían desde la Argentina. Después de Nueva Delhi volvió a Sydney para otra escala técnica y continuar, finalmente, a Ezeiza.
El 24 de marzo las autoridades indias habían decretado la prohibición de todo vuelo comercial, internacional y doméstico. Desde entonces no existían alternativas aéreas para abandonar el país. Por eso este vuelo chárter fue especial para todos.
El costo de volver
El vuelo chárter de LATAM fue organizado por la Cancillería argentina, pero cada pasajero pagó 1326 dólares. El Boeing 787-9 Dreamliner aterrizó en Ezeiza el pasado jueves, dos meses después de que Argentina cerrara sus fronteras. En el aeropuerto Indira Gandhi todos los pasajeros fueron controlados por personal de la Embajada argentina en India y por el médico Sergio Lais Suárez, que durante el tiempo que estuvo varado allá llevó adelante un operativo sanitario a los argentinos.
Pero no todos estaban varados en Nueva Delhi, desde donde salió el avión hacia la Argentina, muchos habían quedado en distintas ciudades a miles de kilómetros: 16 personas viajaron durante dos días y medio desde el estado de Goa (a 2000 km); 11 personas se trasladaron durante tres días desde las ciudades de Chennai y Bangalore (a 2600 km); y 10 personas viajaron dos días y medio desde el estado de West Bengal (a 1600 km). Todo se lo pagaron ellos mismos.
Otros argentinos se tuvieron que tomar trenes que había habilitado el Estado indio para migrantes internos. Desde Guwahati, estado de Assam, en el extremo nororiental del país, viajaron hacia Nueva Delhi siete personas durante un día y medio. "Mandamos una lista de pasajeros desde el sur pasando por ciertos estados y eso después la Cancillería india lo aprobaba. Eso era el salvoconducto que tenían los choferes de los ómnibus para que en cada control de ruta puedan avanzar", explicó Carlos Muscari.
El viaje de Julieta Pizarro también fue desgastante: se tomó un colectivo que tardó ocho horas en hacer 230 km. Estaba trabajando en un hostel en Rishikesh cuando se anunció la pandemia. Ese colectivo para llegar a la capital y poder tomarse el avión le costó 20 dólares.
A partir de la cuarentena india, dictada el 24 de marzo, todos los extranjeros empezaron a volver a sus países, por lo que el trabajo en el hostel fue imposible. Julieta tuvo la suerte de que el dueño la dejara quedarse ahí los dos meses. "Estuve encerrada porque había un poco de hostilidad con la policía con la que tuve problemas varias veces. No siempre éramos bien vistos por los ciudadanos. Salía una vez por semana a comprar lo mínimo e indispensable y ya me quedaba encerrada en el hostel", cuenta Julieta.
Esos dos meses fueron de mucha angustia e incertidumbre. Pero aunque no podía salir, con el teléfono se movió mucho. A través de un grupo de WhatsApp que armaron para comunicarse, se enteraron de la situación de cada varado. Por eso saben que a muchos se les están acabando los recursos. Hubo vuelos comerciales que pagaron y nunca salieron. Esa plata ya no la tienen.
"Nos estamos reoganizando con la gente que quedó en India. Muchos se quedaron porque no pudieron pagar el precio de este vuelo. Dentro del contexto el precio fue razonable pero es mucho dinero. Todavía tenemos que seguir buscando la forma de que vuelvan a Argentina", dice Julieta.
Sobre esto, el secretario de la Embajada argentina en India explicó a LA NACION: "Se seguirá trabajando con las pocas aerolíneas que hacen vuelos de evacuación desde India, para que se puedan subir a algunos de esos, como sucedió con los argentinos que se tomaron un vuelo de Air France/KLM desde el sur de India. Pero esos pasajes se pagan. No son gratis".
Para quienes ya no cuentan con el dinero para pagar otro vuelo, la respuesta de Cancillería es categórica: "Alguien los tendrá que ayudar desde la Argentina o deberán esperar la reanudación de los vuelos regulares para usar sus tickets viejos".
Muchos coinciden en que la relación entre los varados y la embajada fue buena. "Armamos un grupo muy sólido y pudimos organizarnos. Tuvimos la fortuna de contar con una muy buena relación con el personal de la embajada. De alguna forma con el tiempo nos pudimos poner de acuerdo y trabajar en conjunto", dice Julieta.
Llegar al aeropuerto Indira Gandhi fue emocionante porque no se conocían las caras, pero hacía dos meses que todos los varados estaban hablando por WhatsApp, buscando soluciones, y lo habían logrado. "Fue un vuelo muy alegre, largo, agotador, pero muy alegre, de mucho agradecimiento", cierra Julieta, intentando explicar esa mezcla de emociones.
Sin distancia, con barbijo
El avión voló con todos sus asientos ocupados. Aunque los pasajeros no podían respetar el metro de distancia, porque el avión estaba completo, la tripulación intentaba tener el menor contacto posible. Por eso la comida se las entregaron en una bolsa, junto a una botella de agua.
El barbijo fue obligatorio durante todo el vuelo: "Solo te lo podías sacar para comer y al toque volver a ponértelo. Hubo algunas personas que se lo sacaban en momentos en que no se debía y la tripulación enseguida avisaba que por favor se volvieran a poner el barbijo. Estuvo muy controlado", contó Natalia Cardiello a LA NACION.
Durante sus meses en la India, Natalia Cardiello, trabajadora social cordobesa, formó parte de un equipo coordinado por el Sergio Lais Suárez que cada día controlaba el estado de salud de los argentinos varados en ese país. Un equipo ad honorem, que buscó cómo ayudar en un tiempo de espera indeterminada.
La llegada a Ezeiza fue extraña para muchos. Los que se quedaban en Buenos Aires estaban mentalmente listos para ser enviados a algún hotel. Pero no. Eran libres para volver a casa, solo que nadie lo había organizado así. Les tomaron la fiebre apenas bajaron del avión, llenaron formularios, hicieron migraciones y listo.
No les realizaron ningún test para detectar el Covid-19, tampoco se aseguraron que quedaran aislados como se hizo al principio de la cuarentena, cuando quienes volvían del exterior debían pasar 14 días en un hotel.
"Muchos estaban improvisando cómo llegar a su casa después de esa noticia que es una alegría pero te desconcierta por completo. Los del interior nos anotamos en un mostrador especial del Ministerio de Transporte para tomar el bus que nos traía a nuestras ciudades", contó Natalia.
Viaje a las provincias
El vuelo llegó a Ezeiza a las 23. Los que viven en Córdoba, como Natalia, recién a las 2.30 de la mañana se subieron a un colectivo que puso el gobierno nacional. Recibieron una bolsa con un sándwich, alfajores, caramelos y agua mineral. Pasaron a buscar a un grupo de mendocinos que estaban en un hotel y lograron salir de Capital a las 4.30.
Al llegar a Córdoba esperaron una hora arriba del colectivo estacionado. Antes de bajar les hicieron el hisopado para saber si tienen coronavirus, pero el resultado estará en unos días. Después de eso, al bajar en la terminal llenaron otro formulario y les dieron una hoja de libre circulación por 36 horas para volver a sus casas. Todo ese proceso duró desde el mediodía hasta las 19.
El balance, para Natalia, no es todo negativo: "Yo amo India y me encanta estar allá. Fueron cinco meses maravillosos donde pudimos ayudar mucho en medio de esta emergencia sanitaria con el operativo que lideró el Dr. Sergio Lais. Yo me sumé como voluntaria. Fue una gran experiencia de vida. Pero más allá de todo eso es muy tranquilizador estar de vuelta en casa".
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