Coronavirus: vivió 24 años en la Argentina, volvió a Taiwán y está aislada con su madre por temor al contagio
Chu Chuang Lin se crió en Buenos Aires, donde vivió con su madre desde los seis años hasta que cumplió 30, en 2019, y decidieron volver a Taiwán para estar más cerca de su familia.
Hoy, las dos están aisladas en su casa, en la ciudad sureña de Kaohsiung. Hasta el momento, en Taiwán hay 16 casos confirmados de coronavirus, pero el miedo de Lin y su madre no es contagiarse, sino contagiar.
Mai Chen, la madre de Lin, regresó a Taiwán el martes tras pasar dos meses trabajando en turismo en la provincia china de Sichuan, en una ciudad ubicada a 800 km de Wuhan, el lugar donde se detectó el primer contagio del virus.
Como aún desconocen si Chen se encuentra o no infectada, ambas deben esperar a que pasen los 14 días del período de incubación para retomar su vida normal. De momento, pasan el tiempo encerradas. Lin sale del departamento solo unas pocas horas al día para ir a trabajar.
"No visito a familiares ni amigos, ni lo haré por dos semanas hasta confirmar que estemos sanas, por respeto a la seguridad nacional", dice Lin, quien considera que es importante que cada individuo tome los recaudos necesarios para protegerse y proteger al otro.
Según la joven taiwanesa, el pánico de la gente es uno de los mayores problemas respecto a la transmisión del coronavirus: "En China continental, los hospitales no dan abasto, entonces la gente, desesperada, viaja de localidad en localidad para poder atenderse. Eso hace que el virus se propague".
Cuando el pánico y el egoísmo se conjugan, la prevención también resulta afectada, dice. Conseguir barbijos, por ejemplo, es un problema en su ciudad. "Hay personas que hacen cola durante toda la noche en la puerta de las fábricas de barbijos para ser los primeros en conseguirlos o recorren varias farmacias para acumular material. Así, dejan sin posibilidad a otros de protegerse. Cada cual está muy centrado en cuidar de sí mismo", cuenta Lin.
Vida social
En Kaohsiung poca gente circula por la calle. Quien lo hace, se lo ve con barbijo. Además, el gobierno taiwanés ordenó a los empleadores que permitan al personal mantener su boca y nariz cubierta en los sitios de trabajo.
Lin trabaja en la cocina de un restaurante, donde todos sus compañeros utilizan protección e higienizan el lugar de manera constante –en su casa, también se encarga de limpiar, varias veces por día, el baño y la cocina–.
Si bien en el restaurante donde trabaja Lin toman todas las medidas de prevención necesarias, ha disminuido el caudal de gente que se acerca a comer allí. "Son pocos los que eligen venir hasta acá, por miedo al contagio. En reemplazo, aumentó la demanda de delivery", asegura Lin.
Taiwán es una excepción. Aunque aparecieron casos de coronavirus, la cantidad de infectados es ampliamente menor a China –donde, hasta ayer por la tarde, había 6086 infectados–. Según comenta Lin, allí la mayoría de los restaurantes y comercios permanecen cerrados y solo se encuentran habilitados supermercados y farmacias.
Buenos Aires
Mientras tanto, en el barrio chino de Buenos Aires, algunos de las familias que han viajado a China para celebrar el Año Nuevo –fue el 25 de enero– y regresado al país aseguran que saben cómo cuidarse, y toman los recaudos necesarios para no contagiar.
Elisa Huang, de 42 años, dueña de un local mayorista ubicado en la calle Mendoza al 1700, cuenta que una amiga suya acaba de regresar a la Argentina, junto con su marido y sus hijos, desde Jiangxi, provincia que limita con Hubei, zona con la mayor cantidad de contagios hasta el momento –3554–.
"Están encerrados en su casa desde el martes, que llegaron al país, y se van a quedar ahí por dos semanas más. Saben cómo cuidarse, está todo bien. Además pasaron los controles que hay en todos los aeropuertos, en los que te escanean para detectar si tenés el virus", dice Huang, sonriente y con calma.
La dueña del mayorista se encuentra convencida de que las posibilidades de contagio de su familia amiga –que eligió no identificarse– fueron despreciables ya que "durante la celebración de Año Nuevo la gente casi ni sale de su casa, se queda encerrada y no tiene contacto más que con su propia familia".
La mayoría de los comerciantes de la zona coincide en que sus familiares radicados en China se encuentran a salvo y que el gobierno de aquel país tiene bajo control el avance y tratamiento del virus.
Oscar Lin, de 34 años, es dueño de un polirrubro ubicado sobre la calle Arribeños, a pocos metros del arco de acceso al barrio. Lin tiene parientes viviendo en Fu Zhou, una ciudad costera en el Este de China. Pensaba viajar con su familia desde Argentina, pero lo pospondrán hasta tener certezas de que se controle el virus.
"Vamos a esperar al menos cinco meses para viajar, lo que creen que tardarán en controlarlo, para evitar la posibilidad de contagio. Nuestra familia, sin embargo, está muy tranquila, están lejos del centro de contagio", dice Lin.
Una joven china de 28 años, que atiende un comercio frente al de Lin, cuenta que también tenía pensado viajar a China junto con una amiga, pero canceló sus planes. "Dada la situación, las aerolíneas dejan cancelar los pasajes sin costo, así que eso hicimos. Ahora estamos a la espera de definir cuándo viajar", dice la vendedora, quien prefirió no dar su nombre.
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