Coronavirus. Velitas, deseos y títeres virtuales: así son los cumpleaños infantiles por zoom en plena pandemia
A la foto le falta el fondo. O no. Pero parece. Están ella, la sonrisa, la pose, la camisa clara con volados, la torta blanca de gatitos cubierta de mazapán y dulces, el globo, pero no está lo demás. La gente, su familia, los amigos del jardín. Este fondo, las cortinas, la pared, la ventana, las sillas vacías, no era el fondo que Emilia esperaba cuando imaginaba su fiesta de 4 años. Iba a ser la primera en un salón pero no. Estaba ansiosa pero no. Así lo cuenta su madre, Carla, desde su casa de Lomas de Zamora, conurbano de la provincia Buenos Aires: "Cuando le contamos que se había cancelado la fiesta al principio nos planteaba que la quería igual, pero después, de tanto escuchar que no podemos salir de casa, lo entendió".
Lo entendió como una niña. Como la mayoría de los chicos que desde hace semanas no salen a la calle por la pandemia de coronavirus e intentan comprender las razones o dicen que ya las comprenden y luego lanzan al aire frases o ideas que resultan irrisorias. Tiernas. Emilia dijo la suya. La repite Carla también. "Hubo quienes nos mandaron regalos para ella por delivery, varios llegaron el día anterior a su cumple, que fue el 30 de abril. Ella nunca los vio. Pero sí a los autos que los traían. Entonces un día me preguntó si sus compañeritos no podían viajar al cumple escondidos en un auto. ‘Así el coronavirus no los ve’".
Desde antes Carla tenía un plan B. Animación por videollamada. Fue una amiga suya quien le mostró esta posibilidad y ella se convenció. La idea de que Emilia sintiera el día de su cumpleaños como uno más de la cuarentena no era una opción. "Fue muy divertido. Hicimos dos festejos, uno para el jardín y otro para la familia. En cada uno los animadores propusieron un tema. El de los compañeritos fue de piratas, entonces hicieron diferentes juegos y hasta una búsqueda del tesoro, cada uno en su casa".
Las rondas, las corridas de a muchos, la piñata repleta del cumple de Emilia que no fue se convirtieron en la suma de ventanas en la computadora o la tableta que mostraban a sus amigos, a los padres de sus amigos, desde el living o la cocina o el cuarto. Buscando pistas por todos lados, sorteando obstáculos. Para que el festejo funcione los padres también tienen que formar parte. Tienen que abrir una sesión, tienen que acomodar la pantalla para que los chicos puedan ver bien, tienen que disponer de un espacio para que puedan moverse y tienen que seguir paso a paso las instrucciones de los animadores.
"El cumple duró una hora y estuvo Emi con once amiguitos. Primero los animadores explicaban las consignas, las mostraban en la pantalla y después las hacían los nenes. El final fue el momento de la torta y cada uno dijo un deseo para Emi", explica Carla que asegura que ella también se divirtió con los demás padres y hasta rio al ver a todos los chicos cantando el Feliz cumpleaños a la distancia y a destiempo. "Mi hija no suele charlar mucho pero en un momento, en medio del festejo con la familia, alguien se asomó desde su casa a la cámara y ahí Emi me dijo: ‘Ma, están todos los que extraño y no puedo ver’".
Los animadores
Daniela y Sebastián fueron los que lograron esa emoción. Ella tiene 31 años, es psicóloga, coreógrafa e intérprete de comedia musical y desde los 18 se dedica a animar fiestas infantiles. Él tiene 33 años, es actor, músico y licenciado en comunicación audiovisual, da clases en jardines y geriátricos, y desde 2017 tiene su emprendimiento. Son novios, por el aislamiento decretado por el Gobierno decidieron mudarse juntos y por la crisis en el sector ante la seguidilla de cancelaciones de eventos crearon juntos este nuevo proyecto.
"Al principio de la pandemia los padres tenían expectativas de que sus hijos pudieran celebrar, pero luego el aislamiento se hizo obligatorio. Nos pusimos a pensar en cómo íbamos a seguir. Primero hicimos videos con propuestas para que los niños hicieran en sus casas", dice a LA NACION Daniela y asegura que la idea no era solo para entretener a los más chicos, sino para ayudar a los padres. "Los adultos tienen que trabajar en sus casas, ocuparse de la comida, la limpieza y a su vez generar espacios para que sus hijos no se aburran".
Con el avance de las semanas y de los casos confirmados Daniela y Sebastián se dieron cuenta de que la cuarentena iba a durar más de lo esperado y que cuando las actividades volvieran a permitirse los festejos no iban a estar entre las prioridades. "Nos comenzamos a quedar sin ingresos y pensamos en esta posibilidad, en las animaciones virtuales. Es la nueva realidad y hay que adaptarse", asegura Daniela.
La primera prueba no se dio sin miedo. Temían que los chicos no prestasen atención o se dispersasen. Pero cuando comenzaron a contar una historia les propusieron que formaran parte y quedaron fascinados. "La idea es que los chicos no tengan un rol pasivo, que la pantalla no los hipnotice, que les dé la chance de jugar, de poner el cuerpo, de compartir, de imaginar y de crear. Nuestra intención es que la virtualidad no invalide todo el potencial que tienen, sino que pueda ser provechoso para el encuentro. Les proponemos historias de piratas, de unicornios y dragones, de animales de la selva con títeres que los hacen vivir distintas historias. Hacemos circuitos por las casas con escobas y baldes, los convertimos en momias de papel higiénico, y hasta armamos una orquesta con un rallador y una cucharita".
Esta es por ahora la solución que encontraron. Para ellos y para los cumpleañeros. "Al menos por un tiempo, esta va a ser la manera de festejar, de que los niños tengan su día especial".
Sobre la importancia de los cumpleaños
Paula Martínez es psicóloga, desde hace doce años trabaja en la atención clínica de niños y adolescentes y considera que pese a las circunstancias del encierro en cuarentena el festejo es importante porque permite a los más chicos "desarrollar cierta noción del tiempo, ser conscientes de su crecimiento y de los aprendizajes adquiridos".
"Aunque se trate de algo sencillo, la posibilidad de soplar las velitas, de pedir los tres deseos, de que los familiares y amigos les canten y los agasajen los hace sentir especiales y significativos para los otros, lo que favorece su confianza y autoestima", asegura a LA NACION.
Martínez insiste en que no interesa tanto el cómo, pero sí celebrar porque hacerlo es una demostración de afecto. Y destaca sobre la tecnología: "Como el encuentro presencial y el contacto físico con los otros se vio de golpe imposibilitado, se nos impone el desafío de adaptarnos. El espacio de lo virtual favorece la interacción entre niños por eso hay que propiciarlo y no sólo durante las horas de clase, sino con espacios lúdicos que sostengan y desarrollen los lazos. En este marco los festejos de cumpleaños a través de videollamadas grupales son una alternativa eficaz para dar continuidad a nuestros rituales".
Por eso la idea de Carla, la mamá de Emilia. Por eso la idea de Daniela y Sebastián.
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