Coronavirus. Sin velatorios, entierros solitarios y una bolsa roja de protección: cómo funcionan los nuevos protocolos de la muerte
El coche fúnebre atravesó los portones del cementerio, que se cerraron con celeridad. No había ningún cortejo que acompañara el último viaje de esa persona que había fallecido cuando las condiciones de aislamiento para prevenir la expansión del coronavirus ya comenzaban a modificar los hábitos sociales que hasta la semana anterior eran costumbre. Los empleados de la cochería hicieron su trabajo protegidos con guantes y barbijos: bajaron el cajón, lo acomodaron en un carrito y lo trasladaron hacia la tumba donde sólo esperaban los sepultureros para completar la tarea.
No hubo responso. Tampoco ceremonia en la capilla. Apenas una despedida lejana de una persona, su hijo, el único que lo acompañó hasta el final.
El hombre tenía familia, tenía amigos, tenía compañeros de trabajo y vecinos que lo conocían de cerca, pero ninguno pudo estar en su entierro en el cementerio Británico y unos pocos se acercaron al velatorio, que duró algunas horas. Las restricciones del contacto social también modificaron estos rituales de despedida de los seres queridos.
"La sociedad ya estaba cambiando su creencia en el concepto de la muerte, de cómo enfrentar la despedida, y con la llegada del coronavirus se aceleraron los tiempos", advierte María Fernanda Selva, gerenta administrativa del Británico, contiguo al cementerio de Chacarita, el más grande de la ciudad. "Las nuevas medidas exigen que no puede haber más de cinco o seis personas por entierro. Si no hubiese protocolo, la gente tampoco viene por la cuarentena. Es una situación dolorosa, pero es así", agrega. El cementerio está cerrado y solo se abre cuando hay alguna inhumación. A los operarios de jardín, los sepultureros, se los convoca cuando hay un servicio. Los empleados administrativos realizan el trabajo desde sus hogares.
La semana pasada, el Ministerio de Salud de la ciudad completó el protocolo actual para el tratamiento de cadáveres, nacidos muertos, segmentos y partes anatómicas en hospitales de la ciudad de Buenos Aires con la información necesaria para los procedimientos de la manipulación de cuerpos de casos confirmados de Covid-19 o sospechosos. Una semana más tarde también definió el protocolo para la inhumación o cremación de cadáveres de personas fallecidas con diagnóstico probable o confirmado del virus que está azotando al mundo.
Esos documentos establecen las formas y recaudos que deberán tomarse en cuenta en hospitales, cocherías, salas velatorias, cementerios y crematorios en casos de coronavirus, medidas que también alcanzan a las pertenencias del fallecido, los espacios que frecuenten sus familiares y amigos en el lecho de su muerte y también disposiciones vinculadas al aislamiento que deben comenzar cuando hayan despedido a su ser querido.
Las nuevas formas ante la pandemia complementaron las medidas que ya se estaban tomando en los servicios fúnebres desde que el 19 de marzo el presidente, Alberto Fernández, anunció el inicio de la cuarentena mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) al que se le sumó otro en la ciudad que establecía la emergencia sanitaria. "Todo esto suspendió el responso, el saludo de la familia y el acompañamiento de los familiares en caso de cremación. Chacarita está cerrado y sólo entran los coches fúnebres. Los empleados de las cocherías se bajan, todos usan guantes, mamelucos, barbijos y botas. Los pocos familiares que vienen se quedan en los autos porque entienden que no deben estar cerca", explican fuentes del Gobierno de la Ciudad.
En el cementerio Alemán la situación es similar. El predio está cerrado y se trabaja con la mínima operatividad, con cuadrillas que hacen mantenimiento de jardinería para controlar que el lugar no se convierta en un foco de contagio de dengue. Solo se realizan inhumaciones de ataúdes y las urnas con cenizas de cremación quedan en resguardo de las casas fúnebres hasta nuevo aviso.
Los responsos se suspendieron, tampoco se puede usar la capilla, se cancelaron los velatorios y en los entierros solo se permite el ingreso de cuatro familiares para acompañar al féretro. "Estamos siguiendo todos los protocolos; solo abrimos el cementerio cuando se coordina una inhumación. Nosotros ofrecemos un servicio evangélico o católico, con un pastor o sacerdote, pero eso también está suspendido", cuenta Rodolfo Nan Baillo, asesor comercial del Alemán.
Casos de Covid-19
Ni el Británico ni el Alemán, hasta el momento, recibieron cadáveres de personas diagnosticadas con Covid-19. En Chacarita, en cambio, hasta ayer habían tenido seis casos de inhumaciones de muertos por coronavirus. La cremación, en estos casos y según el protocolo del Ministerio de Salud de la Ciudad, no es obligatoria, aunque sí recomendable, y queda a criterio de la familia. Pero sí si exigen ciertos parámetros de seguridad.
El documento deja claro que, hasta la fecha, no hay evidencia sólida sobre el riesgo de infección a partir de cadáveres de personas fallecidas por Covid-19, pero sí considera que podrían existir posibilidades de contagio para las personas que toman contacto con los cuerpos. "Tratándose de una muerte en un contexto de pandemia mundial que puede comprometer la salud pública dada su alta transmisibilidad e infectividad se deberá limitar al máximo la manipulación del cadáver, debiendo el personal relacionado a los procesos desde el momento de la muerte hasta la disposición final del cadáver tener especial atención a movilizar o amortajar el cuerpo", dice el texto.
Por esta razón los cuerpos deben esta dentro de una bolsa roja "que deberá contener una etiqueta que identificará el virus contraído ‘COVID-1’" para luego colocarlo dentro del ataúd. Para los cementerios la recomendación es que si el cadáver es inhumado en tierra no se utilice la bolsa porque no favorece la descomposición del cuerpo; en cambio si se coloca en una bóveda, nicho o panteón además de la bolsa deberá utilizarse una caja metálica en el interior del cajón para un mejor sellado.
Según cifras oficiales en la ciudad mueren 100 personas por día por diversas patologías, de las cuales el 60% de los cuerpos terminan en los cementerios públicos, principalmente en Chacarita y Flores porque Recoleta ya casi no tiene espacio disponible, y el resto en los cementerios privados o son cremados. En Chacarita funcionan 18 hornos de cremación, con 19 operarios que los manipulan, que pueden estar activos 18 horas al día (cada cuerpo tarda entre una hora y 45 minutos y dos horas y 15 minutos en cremarse por completo).
Según las fuentes, Chacarita cuenta con 4500 nichos disponibles y otros 5500 que podrían estar en condiciones si son reparados, y 1000 sepulturas listas, además de las 11.500 bóvedas familiares. Flores, en tanto, dispone de 380 nichos desocupados, 78 pozos abiertos y otras 1400 tumbas que podrían desocuparse. Son números de los que pocos se animan a hablar, pero que son tenidos en cuenta para contener una eventual demanda en la ciudad de Buenos Aires y en el área metropolitana.
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