Coronavirus. Sin techo: el desafío de enfrentar la pandemia para quienes viven en la calle
El pico de la segunda ola golpea con fuerza a los vecinos de la ciudad de Buenos Aires; LA NACION reconstruyó los caminos de las personas que buscan refugio y asistencia para no enfermar; ¿qué dicen en el gobierno porteño?
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“Lo peor que te puede pasar es vivir en la calle. Con el coronavirus, peor aún. Me arruinó”, cuenta a LA NACION un hombre de 30 años -que acaba de salir de la cárcel y vive bajo un puente con sus dos hijas- mientras es asistido por un equipo de trabajadores sociales del programa Buenos Aires Presente (BAP), del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad. Este joven, al igual que cientos de personas, enfrenta el pico de la segunda ola de contagios de Covid-19 sin tener un lugar caliente para dormir, y se suma ahora la llegada de las bajas temperaturas.
El problema de las personas en situación de calle, una población heterogénea, con diversas características y necesidades, se complejiza por la pandemia, en particular en este momento puntual en que el Área Metropolitana (AMBA) se constituye como epicentro de los contagios. El número actual de personas que deambulan por la Ciudad no es preciso, ya que no existen informes recientes. Por eso, los organismos estatales trabajan conjuntamente con organizaciones de la sociedad civil en la gestación de un censo definitivo, tal como explicaron fuentes oficiales a este diario.
Sobre la Avenida Libertador, en Retiro, descansan en la vereda contraria a la estación de trenes personas sin hogar que se ubican en grupos para pasar allí sus noches; noches que serán cada vez más frías. En los alrededores del Luna Park la escena se repite, al igual que en otros tantos barrios de la ciudad de Buenos Aires.
El referente de Red Solidaria, Juan Carr, conocedor de los rincones que aglomeran a personas en situación de vulnerabilidad, contó a LA NACION: “El Gobierno dice que en esta condición hay 1200 personas, la izquierda dice que hay 7000; el número siempre está en el medio”. Según precisó, por estos días -ante la llegada del frío- muchos son los que buscan refugio en los diferentes espacios que brinda el Estado: “Durante la noche vemos sólo un 10 o 20 por ciento de las personas en situación de calle, porque los demás se van a proteger”.
Respecto al trabajo diario de Red Solidaria desde la llegada del coronavirus al país, Carr relató: “Con la pandemia tuvimos que volver a los inicios, a las rondas nocturnas; salir al encuentro con un plato de comida, algo de abrigo, frazadas, pero también barbijos, alcohol para higienizar y termómetros”.
La Dirección General de Atención Inmediata (Dgdai) depende del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de CABA, que dirige María Migliore. Allí se regula cómo funcionan los alojamiento para personas de hasta 59 años y grupos familiares en situación de calle, a través de paradores, hogares y centros de inclusión, como también la implementación de un sistema de equipos móviles que recepcionan las denuncias de los vecinos a través de la Línea de atención gratuita 108, bajo la órbita del BAP.
El gobierno de la Ciudad tiene una red de refugios transitorios, integrada por dispositivos propios, y también trabaja de manera articulada bajo convenio con organizaciones de la sociedad civil. Cuenta con dos paradores que asisten a hombres solos, el Parador Retiro y el Parador Bepo Ghezzi; y un único dispositivo que alberga a mujeres con hijos a cargo o a mujeres solas, el Parador Azucena Villaflor. Durante el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), el gobierno porteño habilitó nuevos centros como el Polideportivo Parque Chacabuco I y II, Parque Avellaneda, Parque Sarmiento, el Polideportivo Martín Fierro, Parque Pereyra, el Olímpico, Roca I, Roca II y dos destinados a personas mayores: Uspallata y Venialbo. En total, son 34 los centros de contención que, según los registros, se activaron en los puntos más complejos de contagios de la pandemia.
En diálogo con LA NACION, la ministra María Migliore precisó: “Trabajamos para recomponer el tejido vincular de la persona, reconstruir su historia y apostar a un acompañamiento con un proyecto de vida. En los centros se fortaleció la mirada comunitaria, con profundidad, más allá de un subsidio habitacional, o de la posibilidad de conseguir una entrevista de trabajo para quien está en situación de calle”.
En medio de una aplicación de políticas de emergencia, consideró que esta problemática es “dinámica y constante” y que se vincula con la situación estructural de pobreza que hay en la Argentina. “Hay que profundizar la calidad del abordaje. Hay que fortalecer más el acompañamiento para que se pueda consolidar un proyecto de vida de las personas que salen de las calles. Mientras haya una sola persona sin hogar, para nosotros será un desafío”, enfatizó.
Este diario recorrió los grandes centros de contención y revinculación dispuestos para proteger del Covid-19 a personas sin techo en el barrio porteño de Villa Soldati. La magnitud del despliegue estatal revela la gravedad de la emergencia sanitaria. Se trata de un lugar donde fundamentalmente llegan hombres con problemas de adicciones, y mujeres que escapan de hogares violentos; sobre esta última problemática ligada a los ataques intrafamiliares de género las operadoras del BAP informaron que la pandemia acrecentó este daño del tejido social, y detectaron reiterados casos de mujeres que tuvieron que huir hacia las calles para no ser asesinadas o golpeadas en el aislamiento.
Los refugios de Parque Roca están divididos en grandes pabellones, rodeados por campos y canchas que solían usarse para entrenamiento deportivo. Allí, para evitar contraer coronavirus, vive Miguel Santana, un salteño que había perdido contacto con su familia a causa de las adicciones. Recuperado por la terapia del centro de aislamiento, relató a LA NACION: “Cuando llegué estaba mal, en el comienzo de la pandemia. Un año después puedo decirte que me siento bien. A veces no puedo creer lo bien que estoy. Fueron siete años viviendo frente al Luna Park. En la calle perdí contacto con mis hijas. Pero ahora volví a hablar con ellas porque tuve tiempo para pensar. Me gusta este albergue porque no hay discriminación. Veo a los que llegan de la calle en estos días, durante la segunda ola, y me doy cuenta de que yo también estaba así”.
Junto a él, un joven llamado Rodrigo, recuerda: “Llegué hace un año. Destruido emocionalmente y económicamente. Vivía en Plaza Francia, y el BAP me trajo acá. Estaba solo, desamparado. Sin comunicación. La única alternativa que tuve fue pedir ayuda. En este centro pude pensar en mis malas decisiones, en qué fue lo que me pasó. He visto acá personas que la pasaron peor en la calle, pero tuvieron la bendición de encontrar este lugar. Ahora, yo también tengo proyectos para mejorar mi vida, salir adelante y tener fe”.
Nara y Emilse son dos de las mujeres a cargo de los centros de inclusión de Parque Roca. Formadas al ritmo de los operativos de asistencia durante años, se transformaron en coordinadoras territoriales fundamentales para la aplicación de políticas públicas de emergencia. Sobre su trabajo en torno al operativo de protección civil, Nara contó: “En estos centros las personas en situación de calle reciben apoyo, por ejemplo, para trasladarse a centros de salud si lo necesitan, para hacer sus DNI, los trámites para recibir asistencia económica. Me siento feliz de trabajar acá. Amo mi trabajo. Es una responsabilidad que me encanta”. A lo que Emilse, agregó: “Las personas llegan golpeadas, porque vienen de estar en situación de calle, entonces tratamos de que aquí se sientan en familia, y no solo en un lugar del gobierno”.
Vivir a la intemperie no significa solamente la ausencia de un techo o no poder acceder a una vivienda digna, sino que también supone no poder establecer relaciones interpersonales de forma adecuada. También, genera dificultades para la inserción en el mercado laboral y para el acceso a los derechos básicos de cualquier persona, lo que, en conjunto, aumentan las situaciones de marginalidad, pobreza y exclusión. La mayoría de las relaciones que generan los ‘sin techo’ se producen entre las personas que se encuentran en su misma situación, dado que tienen la posibilidad de reunirse en las esquinas, en la calle o en los distintos dispositivos de asistencia social, como los comedores comunitarios, paradores y hogares.
Desde la Fundación Red Solidaria Juan Carr enfatizó en la importancia de dar aviso al ver a una persona en situación de calle. “Es un llamado que puede salvar una vida”, recordó. “Para nosotros, una sola persona en esta situación es un motivo para hacer algo, para levantar la mirada, para que toda una comunidad sepa y abrace a esa persona. Entendemos que la calle no es un lugar para vivir. Soñamos con que ninguna persona -en la Argentina, en ningún lugar del mundo- tenga que dormir en la calle”.
Si ves una persona en situación de calle
- Ciudad de Buenos Aires - Línea 108
- Provincia de Buenos Aires - 0800-666-7232
- Bariloche - Línea 103
- Tucumán - Línea 911
- Mar del Plata - Línea147
- Rosario - Línea 147
- Córdoba - Líneas 103 - 108 - 105
- Mendoza - Teléfono 449-3022
- Salta - Línea 911
- Jujuy - Línea 103
- La Plata - WhatsApp 221 609 9407
- Red Solidaria - WhatsApp 11-4915-9470
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