Coronavirus: ¿Se podría haber vacunado mejor a los grupos de riesgo de haber seguido el plan original?
Una proyección de acuerdo con la población de riesgo de cada distrito indica que se habría logrado una cobertura más eficiente del personal salud y los adultos mayores de no haber habido desvíos como el circuito Vip
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El 23 de diciembre, entre la euforia oficial por la llegada del primer embarque de Moscú y la aceleración récord de la burocracia estatal para aprobar la Sputnik V, se difundió el plan nacional de vacunación contra Covid-19 que terminó siendo solo una formalidad. Aun con las dosis recibidas hasta ahora, ¿se podrían haber logrado mejores resultados en estos tres meses de haberse seguido ese plan estrictamente por grupos de riesgo? La respuesta es sí, excepto en un solo distrito, según se desprende de un análisis de las dosis distribuidas y la población de trabajadores de la salud y adultos mayores de cada provincia.
Desde enero, cuando arrancó la vacunación, ningún distrito llegó a cubrir antes de la segunda ola esos dos grupos con máxima prioridad. Varios factores influyeron, como la anticipación de la vacunación de docentes por demanda de los gremios, la aprobación de la vacuna Sinopharm para mayores a finales del mes pasado —que ahora China informa que tiene baja eficacia—, el criterio de distribución por habitantes en lugar de grupos de riesgo y la vacunación “política”, sin respetar prioridades. Hasta hoy temprano, la mitad de esos ocho millones de personas recibió al menos una dosis. En los mayores de 60, la proporción baja al 38,8%.
LA NACION estimó que todas los jurisdicciones, excepto la ciudad de Buenos Aires, recibieron una cantidad de dosis que supera a su población de salud declarada como para haberla inmunizado con dos dosis y pasar escalonadamente a los mayores de 80, 70 y, luego, de 60, para seguir con los de más de 18 con otras enfermedades. Entonces, ¿qué falló en la práctica?
Todos los especialistas en gestión sanitaria que consultó este medio coinciden, y sin grieta alguna, en que el envío de vacunas a cada provincia por cantidad de población de riesgo, en lugar de habitantes, y el seguimiento sin excepciones al plan original habría dado más eficiencia con equidad en medio de la escasez. Pero el Gobierno nacional se resistió y compartió la culpa con el Consejo Federal de Salud (Cofesa).
Recién la semana pasada, y ante la realidad, sobre todo en los adultos mayores, se modificó ese criterio, como lo pedían los ministros de distritos con mayor cantidad de personal de salud o mayores en las reuniones del Cofesa, según anticipó LA NACION. “Estamos generando algún ajuste en alguna jurisdicción —reconoció, finalmente, la ministra Carla Vizzotti en conferencia de prensa—. La distribución básica es por la población según el Indec y se está hablando para poder acelerar la vacunación y complementarla en diferentes lugares en esta población objetivo (de trabajadores de salud y mayores).” Ese día, Nación le envió 5000 dosis más a la ciudad de Buenos Aires.
Estrategia por etapas
Un día antes de que llegaran al aeropuerto de Ezeiza las primeras 300.000 vacunas, en diciembre, el Ministerio de Salud publicó: “Argentina, al igual que otros países del mundo, implementará una estrategia de vacunación escalonada y en etapas, en la que se irán incorporando distintos grupos de la población definidos como «población objetivo a vacunar» en forma simultánea y/o sucesiva, sujeta al suministro de vacunas y priorizando las condiciones definidas de riesgo”. Así, el texto del Plan Estratégico para la Vacunación contra Covid-19 definía un orden por seguir.
Fue antes de que se organizara un circuito VIP de vacunación a través del Hospital Posadas y se asignaran dosis de privilegio ya por fuera de los todos los grupos de riesgo que se habían predefinido y que incluyen también al personal de seguridad, las Fuerzas Armadas y el servicio penitenciario, la población de entre 18 y 59 años con otras enfermedades, el personal docente y no docente hasta la secundaria y, recién al final, otro grupos estratégicos de acuerdo con la disponibilidad de dosis.
Unos 14,5 millones de personas forman esos seis grupos priorizados. A la fecha, llegaron al país 7.375.745 dosis (3.517.745 del primer componente (Ad26) de Sputnik V y 1.060.000 del segundo (Ad5); 798.000 de Covishield/AstraZeneca, incluido el sistema Covax, y 2 millones de Sinopharm). El Gobierno distribuyó siete millones y se aplicaron algo más de cinco.
¿Eficiente y equitativo?
Para estimar si esa distribución se tradujo en un uso eficiente y equitativo ante una inminente segunda ola de acuerdo con el plan que coordina Salud, se tuvo en cuenta la población objetivo por provincia y las dosis distribuidas hasta el 2 de este mes con los embarques recibidos hasta el 29 de marzo (luego hubo otros tres vuelos con de 1,7 millones de dosis, que se fueron distribuyendo sin más detalle).
Más allá de que la vacunación es voluntaria, LNData estimó que todas las provincias, excepto la ciudad, recibieron unidades suficientes como para haber cubierto con dos dosis al 100% de sus trabajadores de salud del sistema público y privado declarados y avanzar con la población de mayores hasta en un 60% con por lo menos una dosis en los distritos más beneficiados.
Buenos Aires, Chubut, Chaco, Formosa, Río Negro, San Juan y San Luis ya contaban a mediados de febrero con dosis suficientes como para cubrir al menos con la primera al 100% del personal del sistema sanitario. Y, para los primeros días de marzo, a esas provincias más Córdoba, Corrientes, Entre Ríos y La Pampa se les asignaron dosis como para ir completando el esquema doble en la misma población.
Las más relegadas fueron Catamarca y la ciudad de Buenos Aires. Recibieron, en proporción, envíos como para poder completar la vacunación del 100% de su personal sanitario en la segunda semana de marzo, pero solo con una dosis. Mientras que Catamarca podría haber alcanzado en tres semanas más vacunación con dos dosis a todo su personal de salud, la ciudad es el único distrito al que no se le envió una cantidad de segundas dosis, incluidas las de Sputnik V, como para haber podido llegar más rápidamente a esa meta en función de la capacidad diaria de vacunación instalada.
A la vez, ninguna provincia podría haber alcanzado a cubrir al total de su población mayor de 60. Las mejores ubicadas en ese ranking son Santa Cruz, Misiones y Tierra del Fuego, que accedieron a dosis suficientes como para vacunar a más del 60% de sus mayores con la primera dosis y a más del 20% con ambas. El 26 de marzo, ante la falta de vacunas y la llegada de la segunda ola, el Cofesa decidió diferir 12 semanas las segundas dosis de todas las vacunas.
En el caso de la Sputnik V, de dos componentes, solo cinco distritos ya recibieron suficientes primeras y segundas dosis como para vacunar al 100% de sus trabajadores de salud. Son Buenos Aires, Formosa, Río Negro, San Juan y San Luis, una distribución que no terminó siendo tan equitativa.
Uso inapropiado
Integrantes de la Comisión de Salud de Diputados, un defensor de la Tercera Edad y especialistas en gestión sanitaria y salud pública que aceptaron responder si la vacunación podría o no haber sido más eficiente a pesar de la escasez, coincidieron en que el criterio de distribución no fue sanitario y favoreció el uso inapropiado de dosis, lo que retrasó aún más el ritmo de aplicación.
Eugenio Semino, defensor de la Tercera Edad de la Defensoría del Pueblo porteña, consideró: “Sin dudas, las vacunas recibidas se podrían haber utilizado mejor y hoy tendríamos mayor seguridad, aun en la cobertura con la segunda dosis, que es la parte endeble de este tipo de vacunas –dijo–. Hoy, se separan en las que mantendrán un mundo vacunado y la epidemia controlada y las que no. Estamos en un momento muy complicado: nadie está muy convencido de que se pueden estirar los plazos para recibir una dosis lo más rápido posible y para completar el esquema en los mayores. Esto genera incertidumbre en los vacunados y, para el sistema, si no se logra una cobertura útil, no hay posibilidad de recupero futuro.”
Para Adolfo Rubinstein, exministro de Salud, el principal cuello de botella sigue siendo no solo la lentitud de la campaña, sino la falta de previsibilidad de cuándo llegarán las vacunas. “Hay pocas y no están llegando de manera fluida –sostuvo–. No se sabe con certeza cuándo llegará el próximo embarque. Estas son las mayores dificultades para poder implementar una campaña de vacunación eficiente: en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, se quedan sin stock en dos o tres días y, en las demás provincias, en cuatro o cinco días”, indicó.
En cuanto a lo que ya llegó, señaló que el problema reside en cómo se asignó. “Se podrían haber usado los millones de dosis aplicadas directamente en los grupos de riesgo y no por población general –dijo–. Esto hace que un distrito que tiene una población no envejecida reciba más vacunas que lo que necesita para esta etapa. Le sobran dosis y vacuna a población de menor riesgo, que tendría que vacunarse después, en lugar de inmunizar a los de más alto riesgo en distritos (con mayor proporción de personal de salud y adultos mayores), como la ciudad de Buenos Aires o Córdoba.”
Rubén Torres, especialista en gestión sanitaria y rector de la Universidad Isalud, estimó rápidamente que si el personal de salud es alrededor de 770.000 personas, hay unos siete millones de adultos mayores y Argentina lleva recibidas más de siete millones de dosis, si se hubiese respetado el orden de vacunación por nivel de riesgo se habría podido vacunar mejor a esos grupos, si se tiene en cuenta que la vacunación es voluntaria y existe un 10% de gente que no acepta vacunarse.
“Hubo errores, como cuando se hace el reparto de vacunas en función de la población y no de los grupos de riesgo, entonces hoy se tienen provincias «jóvenes», como Misiones, donde están vacunadas hasta personas de 40 años y otras, como la ciudad de Buenos Aires, con porcentajes altos de adultos mayores y personal de salud, en las que no se pudo completar esos grupos –analizó–. No existe explicación. Quizás se pensó que le flujo de vacunas iba a ser más fluido que el que fue. Teóricamente, ese flujo podría haber permitido compensar las diferencias. Explicación técnica, no hay.”
Carmen Polledo (PRO), vicepresidenta de la Comisión de Salud y Acción Social de Diputados, dijo: “El Gobierno debería respetar y hacer cumplir la Resolución 2883/2020 que dictó y donde se establecen los grupos prioritarios para la aplicación de la vacuna para Covid-19. Esa resolución fue modificada para peor por la Resolución 712/2021 luego del escándalo del Vacunatorio VIP, en una de las primeras medidas de la ministra Vizzotti, lo que legitimó la vacunación de funcionarios, en lugar de ponerse del lado de la población de riesgo y de los adultos mayores que, ya en plena segunda ola de contagios, todavía esperan, sin certezas, ser vacunados.”
La legisladora planteó que dado que el Ejecutivo centralizó el Plan Estratégico de Vacunación, se podría haber acordado con las provincias “un orden de prioridades más homogéneo”, según las realidades locales y sin “el caos actual” de la vacunación.
“El problema de fondo es la escasez de vacunas porque siempre compraron con un exceso de optimismo en un contexto global de incertidumbre con productos que estaban aún en fase de investigación y contratos en los que se renunciaba a las herramientaspara lograr su cumplimiento –agregó–. Y, también, porque dejaron de comprar a otros proveedores por razones extra epidemiológicas. Pero nunca le pidieron al Congreso que se cambie la ley ni que se amplíe el presupuesto.”
Para Adolfo Sánchez de León, especialista en salud pública y miembro del Grupo PAIS, el plan de vacunación resultó “totalmente ineficiente” en lo que es la cadena de adquisición y distribución de las vacunas. “Primero, la adquisición fue menor de lo que se pretendía: se hablaba de 10 millones de dosis aplicadas entre enero y febrero y, a la fecha, ni siquiera ingresó esa cantidad. Segundo, la distribución fue por un criterio poblacional y, por eso, a algunas provincias les llegaron más dosis que a otras con mayor cantidad de personas de riesgo”, enumeró. Para mejorar la eficiencia, evaluó que se debería haber tenido en cuenta a esos grupos, de manera escalonada y de acuerdo con el riesgo de exposición y la pirámide poblacional de cada jurisdicción.
En tercer lugar, analizó, no se respetó a quienes realmente necesitan acceder a las vacunas. “Esto es muy grave en este contexto. Con las pocas dosis que ingresaron, se podría haber eficientizado muchísimo más la entrega”, sostuvo.
Consideró que todo esto tuvo un efecto no deseado en el curso de una emergencia de salud pública, como es “la pérdida de credibilidad” de la palabra oficial. “Ocurre en un momento epidemiológico en el que debiese haber un doble plan: vacunar eficientemente, insistir en las medidas de cuidado y restringir más la circulación por unas semanas” para reducir los contagios.
A la vez, coincidió con Semino en la necesidad de completar el esquema con las vacunas: “Con una dosis se adquiere cierta inmunidad y disminuye el riesgo de enfermedad grave, pero esa persona a la vez tiene posibilidad de adquirir la enfermedad y transmitirla a quienes son de riesgo y aún no están vacunados —sostuvo—. No aplicar las dos dosis es ineficiente para interrumpir la cadena de transmisión.”
Con la colaboración de Gabriela Bouret.
Fuentes
- Pedido de acceso a la información pública al Ministerio de Salud de la Nación.
- Registro desagregado de aplicaciones de dosis registradas en el Nomivac.
Metodología. Cómo lo hicimos
LA NACION realizó un pedido de acceso a la información al Ministerio de Salud para obtener la cantidad de población objetivo por provincia y grupo priorizado, cantidad de dosis a bordo de cada vuelo (la respuesta se limitó a la Sputnik V y hasta el vuelo del 26 de marzo) y la cantidad distribuida a cada provincia.
A la vez, se relevó ese proceso para las dosis de AstraZeneca y Sinopharm, además de reconstruir las distribuciones hasta el 2 de este mes, con el embarque recibido hasta el 28 de marzo. Luego, llegaron otras 1,7 millones de dosis en tres últimos vuelos (747.745 primeras dosis y 50.000 segundas dosis de Sputnik V y 1.000.000 de Sinopharm), de las que se distribuyeron unas 30.000 en los últimos días, sin mayor detalle.
Por lo tanto, se tuvo en cuenta lo distribuido por semana a cada distrito, hasta el último vuelo de marzo y por cantidad de personal de salud (primera etapa del plan). Aun cuando la vacunación no es obligatoria, se consideró una cobertura del 100% de ese primer grupo como meta para avanzar a la siguiente etapa, ya sea de forma simultánea o sucesiva como indica el plan nacional de vacunación.
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