Coronavirus: ¿Quién es Sarah Gilbert, la científica que lidera la investigación de la vacuna de Oxford?
PARIS – Sus trillizos de 21 años, también vinculados a la ciencia, confían tanto en ella que decidieron participar en el ensayo clínico de su vacuna contra el Covid-19. Sarah Gilbert, la célebre investigadora británica de la Universidad de Oxford —que bien podría estar en vías de vencer la pandemia, transformándose así en la mejor candidata al Nobel de Medicina—, tiene 58 años, va a trabajar en bicicleta y, cuando le queda tiempo, toca el oboe.
Profesora de vacunología en el Jenner Institute de Oxford, Gilbert se preparó durante toda su vida para un dramático episodio como el que vive el planeta. Hace años que su laboratorio se dedica a desarrollar vacunas contra virus indomables. Entre ellos, el Nipah, la fiebre de Lassa y la del Valle del Rift. Pero, sobre todo, su laboratorio produjo una vacuna contra el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS), una enfermedad letal provocada por otro coronavirus, que sirvió de modelo para la vacuna contra el Covid-19 .
Por eso, cuando a principios de enero escuchó que una misteriosa infección respiratoria se extendía en China como un reguero de pólvora, pensó de inmediato si no se trataba acaso de la misteriosa "Enfermedad X", causada por un patógeno desconocido capaz de provocar una catastrófica pandemia, que los científicos de su especialidad temen sin cesar.
Poco después, apenas sus homólogos chinos publicaron detalles sobre el nuevo coronavirus, proveyendo así elementos para el desarrollo de una vacuna, Gilbert puso manos a la obra sin perder un segundo. A fines de julio, Oxford publicó los primeros resultados positivos sobre la primera fase de su vacuna ChAdOx1, demostrando que la molécula genera anticuerpos y células inmunes capaces de reconocer y matar el virus Sars-Cov-2, responsable del Covid-19.
"Es absolutamente sorprendente que, apenas 100 días después de haber conocido la secuencia genética del virus, Sarah y su equipo hayan sido capaces de comenzar los ensayos clínicos de la vacuna", reconoció entonces Sir John Bell, profesor de Medicina en Oxford. "Es una fabulosa científica. Sabía exactamente qué se necesitaba y fue de una eficacia absoluta para conseguirlo", agregó.
Es absolutamente sorprendente que, apenas 100 días después de haber conocido la secuencia genética del virus, Sarah y su equipo hayan sido capaces de comenzar los ensayos clínicos de la vacuna""
Su proyecto, en colaboración con el laboratorio sueco-británico AstraZeneca, es considerado como uno de los más promisorios. Fue también la primera vacuna que alcanzó la última etapa de los ensayos clínicos, la llamada "fase 3", donde más de 30.000 voluntarios recibirán una dosis en varios países.
Hasta el momento, la vacuna de Gilbert está muy bien ubicada para ganar la feroz carrera que se libran laboratorios y, sobre todo, grandes potencias para ser los primeros en poner punto final a la pandemia y quedar grabados en el mármol como los salvadores de la Humanidad.
Consciente del desafío, al frente de un equipo de 250 personas, Gilbert no parece preocuparse demasiado por la geopolítica. Durante más de dos décadas trabajó en forma anónima, desarrollando vacunas capaces de conseguir que las células T —un tipo de células presentes en los glóbulos blancos— respondan a los antígenos de la malaria, la gripe y la tuberculosis, entre otros.
Durante todo ese tiempo, su segunda preocupación fue conseguir los fondos necesarios para financiar sus trabajos. Reacia a hablar con los medios, reconoce, no sin algo de ironía, que ahora, gracias a su flamante celebridad, "al menos, ese es un dolor de cabeza menos".
"Cabeza llena de preguntas"
Gilbert nació hace 58 años en la ciudad de Kettering, en el Northamptonshire, a 118 kilómetros al noroeste de Londres. Allí pasó su infancia y su juventud hasta que partió a la universidad: "Mi madre era maestra y mi padre director de una empresa de calzado", dice, advirtiendo que todos los miembros de su familia "pretenden conservar su vida en el terreno privado".
Después de graduarse en biología en la Universidad de East Anglia, Gilbert obtuvo un doctorado en bioquímica en la de Hull. En 1994 se incorporó al departamento de Medicina Nuffield de la Universidad de Oxford, donde trabaja desde entonces.
Casi todos los días, se levanta a las 4 "con la cabeza llena de preguntas", trabaja en su casa durante algunas horas y parte en bicicleta al instituto, donde permanece hasta la noche. Su equipo, de apenas 25 personas en enero, cuenta hoy con cerca de 250 colaboradores.
En 1998, nacieron sus trillizos en forma prematura. Según relató en un artículo universitario sobre la dificultad de equilibrar la vida familiar y la profesional, su compañero tuvo que sacrificar su propia carrera para ocuparse de los niños, pues "el costo de la guardería habría consumido la totalidad de mis ingresos de científica posdoctoral", explicó.
Hoy, sus tres hijos siguen sus pasos. Estudian bioquímica en la universidad y se propusieron de inmediato para participar en los primeros ensayos clínicos de la vacuna. "Los tres están perfectamente. Sabíamos muy bien lo que hacíamos", dice Gilbert con serenidad.
Cuando se le pregunta qué es necesario esperar de una vacuna desarrollada en tan poco tiempo. La científica responde: "Queremos una vacuna que impida que la gente vaya al hospital y muera. Si podemos lograr apenas eso, estoy segura que todos estaremos muy felices".
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