Coronavirus: ¿pueden los tests olfativos ayudar a reducir los contagios?
NUEVA YORK.– En un mundo perfecto, el ingreso de cada oficina, restaurante y escuela cuenta con un test de coronavirus absolutamente preciso y capaz de determinar instantáneamente quiénes no tienen el virus y pueden pasar, y quiénes son portadores y deberían quedarse afuera.
Pero es una realidad imaginaria. Mientras muchos países luchan por volver a algún tipo de normalidad en medio de la imparable propagación de la enfermedad, algunos científicos piensan que un test rápido que consista en un pequeño pedazo de papel puede acercarnos bastante a ese mundo ideal.
La prueba no detecta el virus en sí, ni permite diagnosticar la enfermedad. Lo que hace, en cambio, es determinar una de las señales distintivas del Covid-19: la pérdida del sentido del olfato. Ya hace casi un año que los investigadores precisaron que este síntoma, también conocido como anosmia, es uno de los mejores indicadores de una infección por coronavirus en curso, y que permite identificar la enfermedad en personas que, a veces, no presentan ningún otro síntoma.
Un test olfativo no permite determinar quienes contraen el virus y nunca manifiestan ningún síntoma. Pero en un estudio aún no publicado en una revista científica, un modelo matemático demostró que si este tipo de pruebas son administradas de manera frecuente y generalizada, pueden detectar suficientes casos como para reducir la transmisión del virus.
Proyección
Daniel Larremore, un investigador de salud pública en la Universidad de Colorado, Boulder, y autor principal del estudio, destacó que el trabajo de su equipo todavía era puramente teórico. Aunque en estudios clínicos y de investigación ya se usan algunos tests olfativos, son productos que suelen ser muy caros, difíciles de utilizar y no suelen ser de amplio alcance. Y en el contexto de la pandemia, todavía no existen datos del mundo real que corroboren su efectividad para la detección habitual del coronavirus. Dados los numerosos problemas de testeo, algunos expertos dudan que puedan ser lo suficientemente seguros —a prueba de engaños— y distribuidos tan masivamente como para reducir la propagación de la infección.
"Vengo batallando desde un principio para que la pérdida del olfato sea reconocida como un síntoma de Covid", dice Claire Hopkins, cirujana otorrinolaringóloga de los hospitales Guy y St. Thomas, de Reino Unido, y autora de un reciente artículo sobre el tema en la revista científica The Lancet. "Pero no le veo ningún sentido como prueba de detección", indica.
Beneficios
Un test olfativo confiable ofrece inmensos beneficios potenciales. Podría detectar muchos más casos que los chequeos de temperatura, que se han convertido en la herramienta privilegiada para intentar detectar casos activos de Covid. Algunos estudios han concluido que entre el 50% y el 90% de las personas que dan positivo en los tests de coronavirus experimentan cierto grado mesurable de pérdida olfativa, producto del caos que genera el virus cuando invade las células respiratorias.
"De hecho, una de las funciones del virus en ese preciso momento es estar presente en la nariz", dice Danielle Reed, directora asociada en el Monell Chemical Senses Center, Filadelfia. Y agrega: "El testo olfativo complementa mucha otra información que se obtiene con otros análisis". El mes pasado, Reed y sus colegas en postearon un estudio, todavía no publicado en revistas científicas, donde describen una prueba olfativa rápida capaz de detectar el Covid-19.
A diferencia de lo que ocurre con el olfato, solo una minoría de las personas con Covid-19 terminan con fiebre. Y además esta también suele ser breve, mientras que la anosmia puede perpetuarse durante días.
Según Derek Toomre, biólogo celular en la Universidad de Yale y uno de los autores del estudio de Larremore, una prueba olfativa podría tener un atractivo costo de apenas 50 centavos de dólar por unidad. El test, llamado U-Smell-It ("Huélalo") consiste en una serie de tarjetas de papel, cada una con un olor diferente. Las personas que realizan la prueba seleccionan una serie de tarjetas, las huelen, y luego ingresan a una aplicación del teléfono que les pide identificar ese olor, que debe ser correcto en por lo menos tres de las cinco tarjetas escogidas. Las tarjetas contienen diferentes combinaciones de olores, así que es imposible recordar una respuesta clave que permita aprobar el test.
Toomre estima que la prueba podría llevar menos de un minuto. Ese es otro de los sueños de los fabricantes: "Una sola impresora podría producir 50 millones de estos tests por día", dice. Cifras como esta, argumenta, tendrían un impacto enorme en países que tienen problemas para acceder a tests que directamente buscan detectar fragmentos del coronavirus.
En su estudio, Larremore, Toomre y su colaborador, Roy Parker, bioquímico de la Universidad de Colorado, hicieron un modelo proyectivo computarizado. Y esa simulación mostró que un test olfativo capaz de detectar al menos el 50% de los nuevos casos, y realizado diariamente o casi todos los días, pudo apagar los focos de contagio casi tan bien como las pruebas de laboratorio, más lentas y precisas, hechas solamente una vez por semana.
Estas pruebas, dice Larremore, podrían servir como "abrepuertas" en los campus universitarios y edificios de oficinas, tal vez en combinación con un testeo rápido del virus. Y hasta tendrían lugar en el hogar, si los investigadores encuentran la manera de minimizar los usos incorrectos.
"Creo que da en el clavo, porque testear sistemáticamente a la gente se va a convertir en una posibilidad muy valiosa", explica la doctora Carol Tan, otorrinolaringóloga de la Universidad de California en San Diego.
El doctor Ameet Kini, patólogo del Centro Médico de la Universidad de Loyola, señala que los tests olfativos adolecerían de los mismos defectos asociados a otros tipos de análisis, como el rechazo a someterse al mismo o la negativa a aislarse en caso de dar positivo. "Probablemente sean mejor que nada", dice Kini. Y completa: "Pero ningún testeo por sí solo va a frenar la pandemia a menos que venga acompañado de otras medidas".
(Traducción de Jaime Arrambide)
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