Temor, desconfianza y desconocimiento motivan el rechazo; expertos consultados destacan la importancia de inmunizar a un gran porcentaje de la población
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Silvina Ballín, de 70 años, recibe desde hace meses cadenas de WhatsApp con distintas teorías conspirativas sobre las vacunas contra el coronavirus, que la llevaron a desconfiar. Margarita Burgos, de 54, nunca se fio de la industria farmacéutica y hoy siente especial aprensión por las dosis contra el Covid-19, debido a la rapidez de su elaboración. Inés, que prefirió resguardar su apellido, no cree mucho en la medicina tradicional: con 72 años, se medica casi únicamente con homeopatía y por ello considera que está “lo suficientemente inmunizada” para evitar contagiarse.
A las tres las igualan dos cuestiones. Por un lado, pertenecen a los grupos habilitados para vacunarse en sus respectivos distritos. Por el otro, sin embargo, se niegan a aplicarse los sueros. Así, actualmente forman parte del conglomerado de personas que podrían estar inmunizadas o a la espera de su turno, pero no lo están.
En la provincia de Buenos Aires, la tasa de personas que se encuentran en esa situación es del 29%, de acuerdo con datos registrados hasta el viernes 4 de junio. En la Capital, ese mismo grupo representaba para la misma fecha el 10,7%. En números absolutos, se trata de 3.398.859 personas en la provincia y a 134.933 en la ciudad, cifras que preocupan a los sanitaristas e infectólogos consultados, que destacan la importancia de tener un gran porcentaje de la población vacunada para poder controlar el virus y evitar su mutación.
Edgardo Knopoff, médico sanitarista y jefe del Área Programática del Hospital Piñero, considera que una gran parte de las personas que no se han empadronado no lo hicieron por falta de conocimiento sobre el tema, y otro grupo, por temor o incredulidad. “Las campañas de atemorización de la gente están teniendo importantes efectos negativos”, afirma el especialista, que también trabaja como profesor de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Según destaca, la Argentina tiene una altísima tasa de vacunación histórica y posee el mejor calendario de vacunación de América Latina. Estos logros se fueron construyendo año a año, dice, lo que llevó por ejemplo en la Capital a un cumplimiento de la vacunación por arriba del 90%, porcentaje considerado sumamente elevado. Sin embargo, en los últimos años proliferaron en el país, al igual que en el resto del mundo, los movimientos antivacunas. “El regreso del sarampión es un clarísimo ejemplo de los problemas que generan estos movimientos. Éramos uno de los países que habíamos logrado erradicar la enfermedad y volvió en 2018”, explica Knopoff.
Con las vacunas contra el coronavirus, el rechazo a la inoculación es más alto, destacan los especialistas. Según Juan Carlos Calvo, doctor en Química e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), esto se debe a múltiples razones.
Contradicciones
“Por un lado, hay información que se contradice, y eso les genera miedo y dudas a algunas personas. Hasta hace un tiempo circulaba información que decía que con la vacuna no te enfermabas ni te morías. Y, de repente, vemos gente que se enferma de coronavirus igual y alguna que se muere. Hasta la Organización Mundial de la Salud se contradijo varias veces. Recién ahora, que ya se aplicaron las vacunas en millones y millones de personas, se empieza a conocer información más concreta”, destaca Calvo. Y agrega: “Es importante tener en cuenta que las personas vacunadas que presentan cuadros graves de coronavirus son realmente muy, muy pocas”.
El químico, que también es profesor titular plenario de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, remarca otro semillero del miedo y la desconfianza: las cadenas de WhatsApp y los posteos en redes sociales con fake news.
“Los movimientos antivacunas están haciendo un daño terrible. Es preocupante. Agarran ciertos datos que pueden ser verdaderos y los amplifican. Decían, por ejemplo, que las vacunas son peligrosas porque tienen mercurio. Es cierto que algunas de estas vacunas podrían contener mercurio, pero lo que recibe cada persona en las dosis no es nada y no genera ningún mal. El conocido antiséptico Merthiolate que se usa para las heridas también tiene mercurio”, explica Calvo.
Los especialistas destacan la importancia de tener un gran porcentaje de habitantes inoculados contra el Covid-19 para lograr lo que se conoce como inmunidad de rebaño. “Con una importante porción de la población vacunada, la circulación del virus baja y hay menos posibilidades de que mute”, apunta Calvo. Si la alta circulación persiste, existe el riesgo –recuerda– de que surjan nuevas variantes que no respondan a las vacunas, que fueron producidas sobre la base de la variante original. Por ahora, sin embargo, han demostrado ser efectivas para afrontar las cepas que surgieron en los últimos meses.
En febrero, un estudio desarrollado por el Instituto Butantan, el centro de investigación y producción de vacunas vinculado al gobierno de San Pablo, en Brasil, hizo una prueba con la vacuna china Coronavac en Serrana, un pueblo de 30.000 habitantes, para saber qué porcentaje de una población debe estar vacunado para lograr contener la pandemia. Para ello, en dos meses vacunaron con ambas dosis a 27.000 personas. Los resultados obtenidos, que fueron difundidos este mes, muestran que con el 75% de la población objetivo inmunizada con las dos dosis de ese producto se pudo controlar la pandemia en ese territorio.
“Cualquier enfermedad infectocontagiosa con un 70% o un 75% de la población vacunada está controlada; no erradicada, pero sí controlada. Por eso es muy importante que las personas se vacunen. En Estados Unidos todavía no llegaron al 80% y ya están teniendo días de cero muertos, en una población enorme. Lo mismo sucede en Gran Bretaña e Israel. Esos son los datos que hay que mostrarles a los que dudan de la vacunación”, suma Knopoff.
Estrategias
Con la intención de aumentar el caudal de vacunados, en las últimas reuniones del Consejo Federal de Salud (Cofesa), en el que participan el Ministerio de Salud de la Nación y las carteras sanitarias de las provincias, la autoridad nacional bajó la recomendación a las jurisdicciones de contactar a los no vacunados para concientizar y facilitar el trámite del empadronamiento.
En ese contexto, la semana pasada el subsecretario de Estrategias Sanitarias, Juan Manuel Castelli, indicó que “el 83% de las personas de 60 o más años ya tienen aplicada una dosis” y remarcó la importancia de salir a buscar a los no inscriptos “para alcanzar el 90% de la cobertura en esa franja”. Con este objetivo, el gobierno bonaerense anunció que los mayores de 70 van a poder vacunarse sin turno previo.
“La vacunación no depende de la edad de la persona o de si tiene o no condiciones de riesgo. Uno indica este tipo de vacunas en función de un beneficio colectivo. Estas vacunas no son 100% efectivas. Esto implica que es indispensable vacunar a un gran porcentaje de la población para impedir que el virus llegue a los más vulnerables”, detalla Pablo Scapellato, médico infectólogo y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
A su vez, ahonda en el tema de los riesgos de vacunarse, principal preocupación de quienes se niegan a hacerlo. Scapellato afirma que los peligros son mínimos, al igual que con cualquier medicamento y vacuna. “No hablamos de los riesgos de la aspirina y, sin embargo, los tiene. No hay intervención médica que esté exenta de riesgos, ni siquiera una operación de apendicitis. Con estas vacunas, los efectos adversos parecen ser enormemente infrecuentes. Los riesgos de morir de Covid son mucho más altos que los riesgos de la vacuna, incluso en los jóvenes”, indica Scapellato.
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