Coronavirus en la Argentina. Por qué conseguir turno con el odontólogo es casi una misión imposible en la ciudad
Laura Eccleston tuvo que recurrir a un libro que hacía tiempo no usaba: la cartilla impresa de su prepaga. Con una caries en una muela, empezó por llamar al consultorio odontológico donde se atendía siempre, pero le dijeron que estaban atendiendo sólo urgencias."Pero es una urgencia", dijo Laura. La secretaria y después un odontólogo le explicaron que no, que si no tenía dolor, la caries no iba a avanzar rápido y que tenía que esperar a después de la cuarentena.
No contenta con la respuesta, Laura (38 años) buscó la cartilla y llamó a otros odontólogos de Palermo. De Belgrano, los del Centro, hasta los de Villa Devoto. En todos obtuvo una respuesta similar: durante la pandemia no se puede usar el torno dentro de la boca, ya que se producen aerosoles que podrían propagar el virus y aumentar las chances de contagio. En un consultorio, además, le explicaron que el problema era que su cobertura no pagaba el kit de bioseguridad que manda a usar el Ministerio de Salud durante la pandemia, que cuesta unos 2000 pesos y que obliga a los odontólogos a vestirse ellos y sus pacientes casi como astronautas: cofia, barbijos quirúrgicos, mameluco, gafas transparentes, máscara facial, camisolín y botas, además de guantes. "Tu prepaga abona 110 pesos por consulta y no alcanza ni para cubrir el costo de un par de guantes y un barbijo", le explicaron. Finalmente consiguió un consultorio en Colegiales donde la atendieron, pero tuvo que pagar aparte el kit de seguridad.
LA NACION consultó a las autoridades de la Cámara de Entidades de Medicina Privada de la República Argentina (Cempra), que nuclea a las prepagas, sobre el conflicto con los odontólogos. Su presidente, Ricardo Lilloy, explicó: "Se trata de un conflicto real. Se modificaron sustancialmente las condiciones de atención y los aranceles pactados no contemplan estos costos. Tenemos que acordar nuevos aranceles".
La pandemia de coronavirus Covid-19 dejó sin atención odontológica a gran parte de la población. Si bien hace más de un mes el gobierno nacional habilitó la atención en consultorios, los especialistas se niegan a atender, en su mayoría. Son una de las profesiones de mayor riesgo: según la Organización Mundial de la Salud, las chances de contagio son del 95% ya que al trabajar dentro de la boca, los odontologos están en contacto con la saliva. Además, el instrumental que se utiliza genera aerosoles que pueden diseminar el virus por todo el consultorio. Por eso, el protocolo del Ministerio de Salud y el de la Asociación Odontológica Argentina limita las prácticas que se pueden hacer en los consultorios a la atención de urgencias en la Capital y el Gran Buenos Aires. En esos casos, se extreman las medidas de protección, tanto para el odontólogo como para los pacientes. Si no se tomaran esos recaudos, los dentistas podrían convertirse en vectores, es decir, transmisores de la enfermedad.
Pero esa no es la única razón por la que muchos pacientes no logran conseguir un turno para atenderse. Las distintas asociaciones y colegios que los nuclean en los diferentes distritos están negociando con las obras sociales y prepagas el pago de mejores honorarios y la cobertura del kit de bioseguridad Covid-19. "Desde el Colegio de Odontólogos se fijan los aranceles mínimos para las distintas prácticas y atenciones. Hoy, por un tratamiento conducto las prepagas están pagando un 25% de ese mínimo que establecemos. Eso hace que para el profesional sea inviable la atención. Los insumos profesionales tuvieron una escalada de precios y ya antes de esta crisis, la rentabilidad era muy baja", detalla Nahuel Márquez, presidente del Colegio de Odontólogos del Distrito 2 de la Provincia de Buenos Aires.
¿Odontología sin cobertura?
Integrantes del sector estiman que la atención odontológica en el futuro cercano pueda quedar por fuera de las coberturas médicas y obras sociales o bien implique un copago por parte del paciente cada vez que se vaya a atender. Desde Cempra explican que entre las empresas de medicina y los odontólogos existe una especie de paritaria. "Ayudaría mucho que se avance desde la Superintendencia de Servicios de Salud en fijar aranceles mínimos, contemplando los nuevos costos adicionales que los odontólogos marcan en unos 2000 pesos", apunta Lilloy, el presidente. Los nuevos costos también están afectando a otras especialidades, añade.
La dificultad en conseguir un turno para odontología durante la cuarentena significó que la guardia de la Facultad de Odontología, que siguió atendiendo durante todo este tiempo, haya tenido un incremento importante en la demanda. "Llegan pacientes que nos cuentan que peregrinaron por todos los consultorios y que nadie los quiere atender. Incluso algunos de los que tienen las prepagas más caras y de los mejores planes de cobertura", explica Pablo Rodríguez, decano de la Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires. Durante la cuarentena ya se atendieron más de 5500 pacientes.
"Entre esas atenciones, mediante biopsias se detectaron diez lesiones tumorales, lo que marca la importancia de que se sostenga la atención odontológica durante la pandemia. El 70% de las consultas pueden enmarcarse dentro de las urgencias. Si hay un proceso infeccioso, no se puede dejar. Si hay un traumatismo, una rotura de diente, hay que solucionarlo, tomando las medidas de bioseguridad", explica Rodríguez. "Si se usa el suctor, el 70% de los aerosoles que se generan en la boca se pueden absorber y reducir los riesgos", explica.
El problema, agregan otros odontólogos consultados, es que los insumos y los kits de seguridad, que antes se usaban solo para cirugías, ahora deben usarse para todas las atenciones y no es posible absorber esos costos con el pago de las obras sociales.
Solo dos pacientes por día y mil cuidados
Luis Avellaneda tiene 56 años y es productor rural. Hace diez días empezó con dolor en una muela y cuando llamó a su odontólogo de siempre le dijo que por protocolo sólo estaba atendiendo dos pacientes por día. "Y eso que yo pago uno de los planes más caros de la prepaga más cara", enfatiza. Se acordó de que el año anterior había ido a la guardia de la Facultad y decidió probar. "Como me muevo en silla de ruedas, busco lugares con rampa. Y fui a la Facultad y me atendieron excelentemente. Tienen mucha tecnología y ahora en cuarentena toman todos los recaudos. Se me había infectado una raíz que estaba rota. Esta semana volví para que me sacaran los puntos", cuenta.
El protocolo del Ministerio de Salud establece que sólo pueden atenderse urgencias y define cuáles son las prácticas: en la lista se enumeran situaciones en las que exista dolor, infección o una patología de base para la que la infección represente un riesgo. "Todas las otras prácticas odontológicas no incluidas en el listado precedente son consideradas de rutina, y no se clasifican dentro de las emergencias o urgencias", se establece. Sin embargo, una cosa es lo que los odontólogos entienden por urgencia y otra la que los pacientes creen que requiere atención inmediata.
Hay un meme que circula entre los odontólogos y que explica la diferencia. El de un dentista que dice: "Hoy descubrí que curo con la palabra. Cuando un paciente me llama y me dice que es una urgencia, yo le explico que tiene que abonar los 2000 pesos por la consulta y el kit de bioseguridad y enseguida me dice que ya no le duele más".
Los consultorios se convirtieron en lugares nuevos incluso para los pacientes frecuentes: los que siguen las normas de la Asociación Odontológica Argentina cuentan con mamparas entre la recepción y la sala de espera, que tampoco existe más como tal. Sólo se ingresa cuando es el momento de ser atendido. Desaparecieron las revistas, los dispensers de agua y café. En el baño hay carteles que dicen que está prohibido lavarse los dientes. Los pacientes tienen que concurrir con los dientes lavados de la casa.
Antes de ingresar, el paciente debe dejar en una caja su abrigo, cartera o bolso y hasta su celular, después de haberlo desinfectado. La caja se queda en la recepción, como si se estuviera ingresando a una embajada con medidas de máxima seguridad. Antes de atenderlo, se le toma la temperatura, y se le hace completar una declaración jurada. Si tuvo fiebre o síntomas compatibles con Covid-19 los 14 días previos, si vino en colectivo o si estuvo en contacto con algún contagiado, no lo podrán atender.
Después, el paciente tiene que limpiarse las suelas en lavandina, colocarse botas y seguir un camino marcado por líneas en el piso hasta el sillón. Se le pondrá un camisolín, deberá ponerse alcohol en gel y no tocar nada en el consultorio. En la boca se le pone una solución en base a agua oxigenada que reduce el 80% de la carga viral en la boca. Veinte minutos después, lo atenderá el odontólogo vestido casi de astronauta. No se podrá usar el torno ni equipos de pulido. Por eso están prohibidas las limpiezas dentales, o el pulido de dientes tras la remoción de brackets, por ejemplo.
Además, entre paciente y paciente se debe desinfectar todo el consultorio. Se recomienda esperar una hora entre atenciones y tres horas si debieron usar la turbina. Esto significa que no pueden atender más de cinco pacientes por día. Las salas de espera cargadas de pacientes son una postal del pasado.
En el último tiempo se abrió todo un mercado de ofertas de productos a odontólogos para supuestamente equipar el consultorio de mayor seguridad. Desde el termómetro a distancia, que cuesta unos 10.000 pesos, hasta pulverizadores sanitizantes y cápsulas para colocar sobre el paciente y aislarlo, entre otras. "La mayoría son equipamientos que están desaconsejados. Es imposible atender a un paciente desde una caja o cápsula. La odontología es una profesión de precisión. Cualquier cosa que la reduzca está desaconsejada. Tampoco sirve la sanitización o desinfección por aerosoles, porque no sirve y no hay que rociar a las personas. Les pedimos a los odontólogos que no se dejen engañar. Y que sigan las normas de bioseguridad oficiales", explica el decano de la Facultad de Odontología.
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