Coronavirus: la odisea de trabajar desde casa y ayudar a los chicos con la tarea
Érica del Cerro da vueltas por la casa algo desorientada. Mientras intenta organizar actividades para que sus dos hijas, Sofía y Paula, de 6 y 9 años, no entren en "modo vacaciones", chequea los mails del trabajo –la mandaron a hacer home office– y pone un lavado en el lavarropas. Las chicas la interrumpen a cada rato. La demandan como madre, mientras ella intenta responder las consultas de los clientes sobre cómo se va a trabajar en la semana.
Suena el teléfono. Es la señora que cuida a las chicas en la casa para preguntar si hoy tiene que ir. Érica piensa y le dice que no. "¿Cuántos años tenés?", le pregunta. Tiene 64. "No, mejor no vengas". Los mails siguen entrando, todavía ninguno con la tarea, como prometió el colegio. Érica entra en desesperación. Las hijas se pelean, ella intermedia con señas mientras está hablando por teléfono con un cliente. "Mami, tengo hambre", dice Sofía. "Yo estoy aburrida", protesta Paula. La madre levanta la cabeza y descubre que ya son las 13, que en la heladera no hay nada y no sabe qué van a comer.
"Caos total. Claramente es más tranquilo cuando todos estamos en nuestras actividades. Es muy difícil organizarse. Pero es lo que corresponde hacer y está bien. Si es por prevenir un mal mayor, lo aceptamos. ¡Pero es muy difícil!", dice Érica.
La decisión de suspender las clases por el coronavirus y de que los chicos reciban una continuidad pedagógica desde casa por internet alteró las rutinas de los hogares en todo el país. De un día para el otro, hubo que organizar nuevos horarios y cronogramas. A muchos padres y madres en sus trabajos les dieron autorización para trabajar desde casa. A otros, no, y no siempre los abuelos son una opción, sobre todo porque la mayoría tienen más de 65 años. También muchas familias les tuvieron que pedir a los cuidadores que no concurran, para poder cumplir ellos también con la cuarentena. Sobrevivir al primer día de cuarentena en casa no fue sencillo.
"Sí, es un buen momento para hablar por teléfono. Acá hijo uno e hijo dos están haciendo la tarea. Esperemos que no se despierte número tres", dice por teléfono Alejandra Efrón, de 37 años y madre de Nicolás, de 10 años, Matías, de 7, y Tomás, de 3. Es un buen momento para hablar y contar cómo está viviendo el aislamiento. Hoy por la mañana, Alejandra, que es abogada y cumple funciones en un organismo del Estado, fue a trabajar. En casa quedaron los hijos, sin clases y a la espera de las tareas virtuales. Poco antes del mediodía, a Alejandra la mandaron de regreso a casa. A ella y a todas las madres con hijos en edad escolar.
Con y sin licencia laboral
"Me dieron licencia. Pero realmente me compadezco de las que tienen que hacer home office. Porque somos maestras, somos madres, trabajadoras en relación de dependencia, somos todo", dice Alejandra. Si bien estos días no va a trabajar como abogada, además ella tiene una cuenta de Instagram, @Alelitips, donde comparte contenidos sobre maternidad. Piensa aprovechar estos días para difundir información sobre cómo sobrevivir a la cuarentena.
"Ayer decidí organizar cronogramas de horarios. Les expliqué a los chicos que no vamos a estar todo el día con la tecnología. Lo más difícil es hacerles entender que no son vacaciones. Por eso, la organización es esencial", dice Alejandra.
Con la heladera, la cuarentena la encontró bastante organizada. Lo mismo que en cuanto a productos de higiene. "Hago compras una vez al mes y tenemos stock. Solo lácteos voy comprando por semana. Los frescos y las carnes las compro online, así que estamos bien", dice.
"También me propuse aprovechar el tiempo con ellos para conectar, ver alguna película juntos y hacer alguna receta, cosas para las que a veces no tenemos tiempo en la rutina", dice Alejandra.
El anuncio de la suspensión de clases no la tomó por sorpresa a Griselda Sánchez, odontóloga que trabaja para una empresa que hace estudios clínicos a nivel global. Ella está acostumbrada a trabajar desde casa y con personas de otros países, sobre todo de Europa. "Estaba preparada para este momento", dice. Pero para lo que no estaba preparada era para tener que compartir su "oficina" con el marido y los hijos.
"Somos cinco, así que nos tuvimos que repartir la casa en zonas", dice. Griselda se quedó con la cocina y el comedor, que es desde donde habitualmente comanda el operativo laboral y familiar. Al marido, que es investigador en genética y que también desde ahora tiene que trabajar desde casa, le tocó el cuarto de la pareja, donde hay un escritorio. Los hijos se reparten entre los cuartos y el playroom. Pero hay una disputa más: las computadoras. Desde que llegaron las tareas virtuales, los chicos también tienen que estar conectados. Y en la casa hay cuatro computadoras.
"Nos pusimos de acuerdo. Nosotros las necesitamos para trabajar y los chicos se tienen que organizar, siempre dando prioridad al que tiene que hacer tarea", explica. Matías, el más grande, cumple años hoy. "Tuvimos que suspender el festejo. Iban a venir 20 amigos a casa el sábado. Todo cancelado", cuenta ella.
Los mellizos Lara y Max, de 10 años, se turnan la computadora para hacer los deberes virtuales. Griselda organizó un cronograma para que todos estén ocupados en el mismo tiempo, de manera que no haya interrupciones en los horarios productivos. En el calendario también puso actividades como jugar a las cartas y cocinar juntos. Además, les pidió a todos que colaboraran con la organización y limpieza, ya que para cumplir la cuarentena como se debe, le dijo a la señora que viene a su casa que se tomara los días.
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