Coronavirus: la odisea de un argentino para volver de Sudáfrica en plena pandemia
Tomás estuvo casi dos días en tránsito junto a su esposa en diferentes vuelos y aeropuertos para regresar desde Sudáfrica a la Argentina. Todo en el contexto de la pandemia de coronavirus que azota al mundo. Para realizar la odisea de su retorno al país, entre los dos gastaron casi 3.000 dólares que no estaban en el presupuesto del viaje original.
Él asegura que vivieron momentos desesperantes ante la falta de empatía de las aerolíneas y a causa de la ausencia de respuestas por parte de los representantes de Argentina en Sudáfrica. y contó a LA NACION cómo el final de un viaje de placer terminó convertido en una pesadilla que parecía interminable.
Tomás viajó con su esposa por un aniversario de bodas. Despegaron de Ezeiza el 8 de marzo hacia una isla del océano Indico donde estuvieron por una semana hasta volar hacia la segunda parte del itinerario del viaje: Sudáfrica.
"En la isla estaba todo bien. Veíamos las noticias de lo que pasaba en la Argentina, pero allá estaba lleno de turistas europeos y recién cuando nos íbamos a Sudáfrica se declararon dos casos de coronavirus", cuenta Tomás -que quiso preservar su identidad por una cuestión laboral.
"Llegamos a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, el 15 por la noche. Nuestros padres ya nos decían desde Buenos Aires que tratemos de volver porque se estaba poniendo más difícil el tema. Entonces, al otro día, decidimos volver al aeropuerto para tratar de adelantar el pasaje de vuelta, que en principio era para el 24 de marzo", agrega.
Adelantar el regreso
El plan original del matrimonio era ir de Ciudad del Cabo a Puerto Elizabeth, y de ahí tomar un vuelo por British Airliness a Johannesburgo, para el regreso a Buenos Aires con South African. Claro que todos los itinerarios se aceleraron. La idea era volver cuanto antes a la Argentina. Pero no fue nada fácil.
"La mañana del 16 fuimos a cambiar el pasaje para volver antes desde Johannesburgo. Al día siguiente salía uno a San Pablo pero estaba completo -continua el relato Tomás-. Nos dijeron que tenían para el sábado en South African. En Sudáfrica estaba todo tranquilo, no había esa sensación de pánico ni la idea de que se iban a cerrar todas las fronteras".
Los dos viajeros se habían anotado en la página del consulado argentino en Johannesburgo para recibir novedades sobre los vuelos. Y fue así que los llamaron de esa oficina consular el 17 de marzo para decirles, según Tomás: "Vayanse ya a Johannesburgo que van a cortar todos los vuelos".
Ante semejante noticia, el matrimonio de argentinos aceleró su viaje a Puerto Elizabeth, desde donde debían volar a Johannesburgo. El vuelo cubría la distancia de más de mil kilómetros entre ambas ciudades.
"Le metimos pata seis horas en auto para llegar a Puerto Elizabeth, arribamos a las seis de la tarde y estaba todo cerrado. Pero pudimos hablar con una empleada de British que nos dijo que había un vuelo a Johannesburgo al otro día", continúa el relato.
"No los podemos ayudar, váyanse"
Pero las malas noticias no paraban: desde el mismo consulado llamaron a Tomás para avisarle que South African había tomado la decisión de cancelar todos los vuelos al exterior. Desde Johannesburgo debían arreglarse como pudieran para llegar a la Argentina. O a Brasil.
No solo en los aeropuertos había inconvenientes. También en los hoteles."Llegamos al hotel de Puerto Elizabeth, pero como teníamos reservas para unas noches más tarde, no nos querían cambiar. El hotel estaba vacío, era algo más bien burocrático. Mi mujer se puso a llorar de la desesperación y ahí una empleada se apiadó y nos dejó pasar la noche", narra Tomás.
Conseguir lugar en el vuelo de la British a Johannesburgo no fue difícil. Pero claro, hubo que pagarlo, ya que la compañía no se hizo cargo porque el vuelo era parte de lo arreglado con South African, que ahora no operaba. "El vuelo salía a las 6 y media de la mañana y pagamos para los dos pasajes unos 125 dólares".
"Llegamos a Johannesburgo, a O.R.Tambo, que es un aeropuerto importante -dice Tomás-. No estaba colapsado pero casi. Fuimos por las dudas al mostrador de South Africa y fue increíble la falta de empatía que tenían los empleados. 'Los vuelos están cancelados por orden del gobierno. No los podemos ayudar. Váyanse', nos decían. Efectivamente me fui, pero muy enojado".
En tanto, la recomendación del consulado para todos los argentinos varados allí era: "Váyanse como puedan". "Mandaron del consulado al aeropuerto a un muchacho con buena voluntad, pero no fue de gran ayuda", acota Tomás.
Finalmente consiguieron un pasaje en Emirates. "Había muchísima gente para comprar el pasaje así que le pedimos a nuestros viejos que nos saquen uno por Internet".
El vuelo de Emirates aumentó el tiempo del suplicio. Primero voló a Dubai -más de ocho horas de vuelo-. Allí, hizo escala cuatro horas, y luego partió hacia San Pablo. "En el vuelo a Dubai había gente de todo el mundo -dice Tomás-, pero ya en el que venía a San Pablo éramos solo argentinos y brasileños".
"Nos castigaban por haber viajado"
En el aeropuerto de Guarulhos, San Pablo, el matrimonio también estaba atado a su propia suerte. "Pudimos sacar un pasaje en Qatar en la app de la compañía. Tuvimos que pagar todo de cero. El que estaba corto de guita se quedó a vivir en Sudáfrica", bromea Tomás.
Finalmente, los viajeros llegaron a Ezeiza el viernes a la noche, alrededor de las 21. "Después de la revisión del personal del Ministerio de Salud logramos, por fin, descender del avión. Estuvimos en tránsito casi 45 horas", agrega.
Tomás cálculo que pagó en virtud de los pasajes y gastos para su accidentado regreso al país poco menos de 3.000 dólares. "Pero por suerte pudimos volver y estamos en casa cumpliendo la cuarentena como debe ser. Estoy contento con estar de vuelta en Buenos Aires", señala.
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