Ya son 374 los profesionales de la salud contagiados con coronavirus en la Argentina. Esto representa un 14% del total de infectados en el país y 222 se encuentran en la Ciudad de Buenos Aires y 56 en la Provincia. La principal razón según los médicos y enfermeros radica en la escasez de elementos de protección que se necesitan para protegerse del virus, la calidad de los mismos y la falta de protocolos claros.
El coronavirus ya se llevó más de 176.000 vidas alrededor del mundo y el personal de salud representa gran parte de esa cifra por tener el mayor contacto directo con los pacientes contagiados. En la Argentina, de las 152 personas que fallecieron por Covid-19, tres eran médicos y dos enfermeros.
Ellos están en la primera línea de atención a la salud y son esenciales en su función directa y centrada en los pacientes para garantizar la recuperación de cada uno de ellos. Hoy todo el personal de la salud es convocado para trabajar como profesionales esenciales. Pero crecen las quejas por la falta de insumos en varias instituciones públicas tanto de la Ciudad de Buenos Aires como de la Provincia, y la seguridad con la que ejercen su profesión parece estar en riesgo.
En diálogo con LA NACION, autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires informaron que para detener el contagio del personal de la salud, el jueves pasado se amplió la definición de caso sospechoso: con que tenga uno de los síntomas, se procederá al testeo. A su vez, indicaron que "la falta de insumos es producto de diversos factores: una demanda progresiva de las instituciones públicas que muchas veces no coincide con el número de casos, restricciones del mercado internacional que impiden la compra a gran escala y el stock limitado de los vendedores de la Argentina". Pero admiten una demora en los procesos de logística para la entrega de los insumos ya adquiridos.
A la par, el Director Provincial de Hospitales, Juan Riera, informó que los insumos de protección que llegaron desde China en dos aviones de Aerolíneas Argentinas ya se distribuyeron entre la regiones sanitarias 6 y 12: La Matanza, Ezeiza, Esteban Echeverría, Berazategui, Lomas de Zamora, Florencio Varela, Lanús, Quilmes, Avellaneda y Almirante Brown. "Aún quedan por llegar otros 7 aviones. Pero los insumos de China son un refuerzo. Nosostros estamos trabajando con los proveedores locales para que puedan tener la capacidad de generar un stock necesario", sostiene.
Sin embargo, las demandas en los distintos hospitales están presentes y continúan en aumento. A continuación, los testimonios de médicos y enfermeros:
Celia Benítez - Hospital Ramos Mejía
"Cuando comenzó la pandemia, empezaron a faltar barbijos, camisolines y todos los elementos de protección"
Barbijos N95, antiparras, alcohol en gel, máscaras de acrílico, protección hemorrepelente. Y la lista sigue. En algunos casos, los insumos escasean. En otros, directamente no hay. "Estamos muy mal, angustiados y esperando a que nos toque", sintetiza Celia Benítez, enfermera de internación conjunta del Hospital Ramos Mejía.
"La indumentaria que nosotros tenemos no es la adecuada y la que nos entregan, tampoco. Por eso pusimos plata de nuestro bolsillo para protegernos", sostiene Benítez, consciente que está en la primera línea de fuego en la lucha contra el coronavirus. En su caso personal, la inversión fue de más de 5000 pesos para sentirse segura a la hora de trabajar.
Hace dos semanas el hospital ubicado en el barrio porteño de Balvanera recibió insumos, pero Benítez asegura que "así y todo es insuficiente". Según estimaciones del personal del hospital en base a las normas de bioseguridad, se necesitan aproximadamente 8000 kits de protección para atender a pacientes sospechados o con positivo en coronavirus. Sin embargo, ellos solo cuentan con 3000. "Cuando comenzó la pandemia, empezaron a faltar barbijos, camisolines y todos los elementos de protección. Igual hay cosas que nunca hubo y que ahora son muy necesarios, como las antiparras y el tipo de protección hemorrepelente", denuncia la enfermera de neonatología.
Decían que neonatología no tenía riesgos, que no tenían que utilizar ningún tipo de protección, y fue el lugar donde apareció el primer infectado profesional de la salud en el hospital
Otro problema que señala Benítez, sumado al escaseo de insumos, fue la falta de claridad y la variación constante en los protocolos de seguridad para el personal de la salud desde que comenzó la pandemia. "Están tratando de estirar la durabilidad de algunos artículos de protección. Antiguamente nos decían que los barbijos quirúrgicos tenían una duración en uso de dos horas y ahora nos dicen que se puede estirar hasta cuatro", explica. De hecho, afirma que esa desinteligencia organizativa propició el contagio de una enfermera: "Decían que neonatología no tenía riesgos, que no tenían que utilizar ningún tipo de protección, y fue el lugar donde apareció el primer infectado profesional de la salud en el hospital".
Actualmente, el Ramos Mejía ya cuenta con, al menos, siete pacientes confirmados con Covid-19, ocho casos sospechosos y un fallecido. Además, se constató el contagio de tres enfermeras y otros 38 agentes, por lo que la dirección médica del hospital debió cerrar momentáneamente el Servicio de Neonatología y Obstetricia.
Alarmados por la situación, 20 enfermeros y auxiliares de enfermería presentaron un pedido de amparo colectivo para que se les garantice la cobertura integral de insumos médicos. Y en las últimas horas, el Juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario N°14 de la Ciudad, a cargo del juez Lisandro Fastman, hizo lugar a la medida y ordenó "de manera inmediata" al gobierno porteño la provisión de los elementos de protección personal (EPP) indispensables para el trabajo diario y a Provincia ART el control y la supervisión de las normas de seguridad e higiene.
Viviana Gularte - Hospital Carlos G. Durand
"La mayoría de los elementos del equipo de protección personal no se encuentran disponibles en los servicios"
"Para que nos entreguen barbijos, antiparras y camisolines tenemos que enfrentarnos a una carrera de obstáculos", comenta desesperada a LA NACION Viviana Gularte, enfermera de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Carlos G. Durand.
Según información oficial, desde el 2 de abril ingresaron al Hospital Durand 59 pacientes sospechosos de estar infectados con coronavirus de los cuales nueve fueron positivos, ocho de ellos continúan internados y 42 fueron descartados.
"La mayoría de los elementos del equipo de protección personal no se encuentran disponibles en los servicios", resume y comenta que para lograr conseguir alguno de ellos tuvo que empadronarse en el hospital, luego llenar una planilla por duplicado para entregar en el área de depósito y en la farmacia del establecimiento. Sin eso no le entregan nada.
En mi servicio tenía dos pacientes sospechosos y no teníamos elementos de protección personal para atenderlos
"El fin de semana no me quisieron entregar los elementos en la farmacia. En mi servicio tenía dos pacientes sospechosos y no teníamos elementos de protección personal para atenderlos", cuenta.
Y agrega: "Nos están entregando una especie de máscaras faciales que las fabrican con materiales muy precarios que no cumplen con las condiciones de seguridad necesarias para el equipo de salud".
La situación de ella y de sus compañeros es de desesperación e incertidumbre. Ante la falta de respuesta, están evaluando comprar con su propio dinero los distintos elementos de protección personal: "Estamos muy desprotegidos. Además, mi servicio no cumple con las necesidades para aislar pacientes con Covid-19 y habría que hacer modificaciones. También estamos viendo la posibilidad de poner dinero propio para hacer esos cambios. Pero esa no es la solución porque hay un montón de problemas".
Según cuenta, el Durand solamente cuenta con siete habitaciones que poseen respiradores y están aptas recibir pacientes. "Hay un sector nuevo que está esperando que lleguen más respiradores. Pero no se sabe si una vez que lleguen, los paneles de oxígeno van a soportar todos ventiladores funcionando a la vez", relata.
"Es un caos absoluto", dispara, y aclara que "lo único que queda bien en claro es que todavía están muy desorganizados, no hay lineamientos claros, es todo una nebulosa y esto genera mucho estrés y mucho malestar".
Además de esta situación de incertidumbre y angustia laboral, Viviana tuvo que dejar de convivir y ver a sus hijos. "Soy personal esencial, por ende de alto riesgo para mi familia. Ellos están con mis padres desde que se declaró el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio y no los veo desde ese momento para protegerlos de mí".
Y resume que "los materiales deberían estar en la sala, en cantidad, calidad y disponibilidad para atender a los pacientes según su necesidad. Pero no lo están. Tenemos que salir de nuestro sector, desatendiendo a las personas a nuestro cargo, para ir a buscar los materiales y atenderlos adecuadamente".
Wladimir Tintaya - Hospital Piñero
"Si todos nos contagiamos, ¿quién va a quedar en el hospital?, ¿quién va a cuidar a los pacientes? Tenemos que tener los elementos de protección"
Hace 11 años que Wladimir trabaja como enfermero en la guardia del Hospital Piñero, en Flores. Desde febrero que la sensación de peligro inminente se instaló en su rutina. El principal motivo: la falta de insumos de protección necesarios para enfrentar la pandemia.
"Es estar expectante de que venga lo peor y saber que no estamos preparados. Somos solo cuatro enfermeros en la guardia. Si todos nos contagiamos, ¿quién va a quedar en el hospital?, ¿quién va a cuidar a los pacientes? Tenemos que tener los elementos de protección", demanda Wladimir.
Los cuatro enfermeros tienen solo dos barbijos quirúrgicos descartables por guardia. Por falta de personal, ellos atienden a pacientes de distintas áreas y deben utilizar ese mismo elemento de protección durante seis horas seguidas sin posibilidad de cambio. Las autoridades del hospital solo proveyeron dos pantallas faciales. Las restantes llegaron como donación de la cooperativa Madygraf y otras fueron adquiridas con su propio dinero.
Las autoridades están esperando a que se enferme uno y nos enfermamos todos. Están jugando con nosotros
La falta de insumos se extiende a los médicos. Según Wladimir, hay días que se les entrega un solo camisolín que es reutilizado a lo largo de toda la jornada laboral. "Las autoridades están esperando a que se enferme uno y nos enfermamos todos. Están jugando con nosotros", lamenta el enfermero.
Con respecto a los pacientes sospechosos de Covid-19 y el protocolo actual, Wladimir cuenta que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires armó una carpa de Gendarmería en el ingreso del hospital. Hoy contiene dos sillas vacías y un escritorio. A su vez, instaló Unidades Febriles de Urgencia en el estacionamiento para aislar pacientes sospechosos de coronavirus. "Eso está hace dos semanas y hasta ahora no funcionan".
Según Wladimir, hace una semana y media, uno de los médicos que trabaja en la guardia dio positivo coronavirus. La respuesta de las autoridades del área fue que "el resto siga trabajando normalmente". El domingo de la semana pasada, otro de los médicos de la terapia intermedia dio positivo. El Jefe del área nuevamente informó que todos debían continuar con su trabajo, salvo por algunos compañeros que tuvieron contacto con el contagiado. "Entonces, hay un mal manejo de las situaciones. Nos vamos a contagiar todos por la mala respuesta de las autoridades", denuncia.
Wladimir está en pareja con Laura, enfermera del sector de clínica médica. Ella se suma a la conversación y también menciona los faltantes: "Se supone que una vez que atendés a un paciente, tendrías que tirar barbijo y camisolín y cambiar los guantes. Pero no podemos hacer eso porque nos quedamos sin".
Ante la consulta sobre los riesgos de ejercer su profesión en tiempos de coronavirus, Wladimir responde: "Cumplimos porque esto es una vocación. Hay que pensar que cada persona que entra al hospital es un padre, una madre, un familiar, el amigo de alguien, un cuñado. Enfermería no es considerado una profesión ante la norma porteña, pero es igual de esencial, es una vocación, es la voluntad de servir. Y la gente se empieza a dar cuenta".
Walter Benitez - Hospital Pirovano
"Para poder cuidar al prójimo, necesito estar bien cuidado yo. Para estar bien cuidado yo, tengo que tener todos los elementos de protección personal"
"Faltan materiales de protección en todos los hospitales de la Ciudad. En algunos más y en otros menos. Somos los primeros en la línea de batalla y no tenemos elementos de protección personal", así describe Walter, un enfermero del Hospital Pirovano, la desesperante situación que enfrenta el personal de salud durante la Pandemia.
Walter es enfermero de neonatología en el Hospital Pirovano hace 17 años. Ama su profesión y lucha por ser reconocido como profesional de la salud dentro de la ley porteña. Desde que se declaró la emergencia sanitaria, los enfermeros son llamados "personal esencial", pero según cuenta Walter, reciben la mitad del salario que los descritos en la ley, no tienen insumos para protegerse y son los que tienen la mayor posibilidad de contagio.
Walter expone su denuncia de forma clara y sencilla: "Para poder cuidar al prójimo, necesito estar bien cuidado yo. Para estar bien cuidado yo, tengo que tener todos los elementos de protección personal. Se podrán tener 10 mil respiradores, pero si no hay insumos de protección personal, no va a haber quién los maneje".
El enfermero del Pirovano cuenta que muchos médicos y enfermeros compran sus propios insumos o reciben donaciones. "Las autoridades dicen que no faltan insumos. Puede ser verdad. Pero es porque nosotros nos estamos haciendo cargo. La realidad es que el Gobierno de la Ciudad debería enviar esos materiales".
La pareja de Walter también es enfermera en otra institución y atiende a pacientes con coronavirus en terapia. Juntos, decidieron comprar dos barbijos N95 a $1400 cada uno. A los pocos días de esa compra, el hospital finalmente le brindó a Walter otro de esos barbijos y "una especie de protector facial de plástico de malísima calidad. Parece un folio oficio. No sirve".
Con respecto a la rutina laboral, los protocolos y las medidas restrictivas se aplicaron de forma gradual. "Al principio se declaró la pandemia y todo funcionaba igual, después cortaron las visitas y ahora se implementaron nuevos métodos de barrera entre el paciente y nosotros par evitar contagio. Se prohibió la circulación de visitas en todo el hospital y el paciente tiene que usar barbijo", detalla Walter.
El domingo Walter tuvo que asistir un parto por cesárea. "La verdad es que uno no sabe si la madre está contagiada o no. En el hospital ya hay pacientes con coronavirus. Queremos tomar las precauciones, pero con los insumos que tenemos es como que venga un ejército y te den un arma, pero vos necesitas un carro de combate".
Daniela Mutti - Hospital Escuela Eva Perón
"Solo se ve que los colegas se quejan de que las cosas no llegan y que los mandan a atender totalmente expuestos, sin nada"
Daniela Mutti es médica pediatra con especialidad en neonatología. Trabaja en un Centro de Atención Primaria de San Nicolás, provincia de Buenos Aires, y en el Hospital Escuela Eva Perón Granadero Baigorria ubicado en el Gran Rosario, Santa Fe.
En ambos centros de salud, la situación no es muy diferente: escasean los barbijos, los camisolines hemorrepelentes y las antiparras.
"Hace un mes que está el país prácticamente detenido y nosotros ya hace un mes que tenemos kits de cuidado personal armados por nosotros mismos y con nuestro propio bolsillo", comenta Daniela.
Desde que se declaró al Aislamientos Social, Preventivo y Obligatorio, su unidad laboral, como tantas en el país, decidió armar un fondo común con dinero de cada uno de los médicos para comprar distintos insumos que escaseaban en los establecimientos.
"Con ese dinero solo armamos cinco kits y después a lo largo de todo este tiempo fuimos recolectando cosas para nuestro servicio, lo que había en el Hospital. El problema es que los materiales no se renuevan, se van gastando y va a llegar un momento en que no tengamos absolutamente nada", relata desesperada.
Además, Daniela es representante en la provincia de Buenos Aires de una red de médicos de todo el país, Redima, y asegura que la situación de su centro de salud es similar en toda la provincia. Los insumos no llegan y algunos que llegan son "de muy mala calidad".
"Nación dice que los manda, pero nosotros que estamos en la trinchera no lo vemos. Evidentemente en la cadena de distribución algo pasa. O no salieron, o no los tienen", declara Mutti.
Y agrega: "Nadie da una explicación al respecto. Solo se ve que los colegas se quejan de que las cosas no llegan y que los mandan a atender totalmente expuestos, sin nada".
En los dos centros de salud han llegado respiradores y camillas, sin embargo, "los insumos que necesitan los médicos que están al frente y se están infectando no llega".
Como muchos trabajadores de salud, sus vidas dieron un giro rotundo. Daniela cuenta que todavía vive con sus hijos pero que cada vez que llega a su casa tiene que "hacer un ritual" antes de entrar: desvestirse, irse a bañar y luego saludar a sus hijos.
"Voy al hospital armada hasta los dientes, con mi barbijo, mis antiparras y mi alcohol en gel porque no sabes cuándo te va a tocar", relata.
Elizabet Salazar - Hospital Lucio Meléndez
"Es como si estuvieras pidiendo por favor que te den lo que necesitás para poder trabajar"
Cuando Elizabet Salazar llegó el lunes a su turno en la guardia de cirugía del hospital Lucio Meléndez, acomodó sus cosas y se dirigió a la zona de quirófano. Sabía que ese día tenía que operar pacientes y, en un procedimiento de rutina, se dispuso a chequear si contaba con los insumos necesarios para la intervención. Quedó atónita frente a lo que le entregaron: en vez de un barbijo N95 -herramienta imprescindible para el personal de salud en tiempos de coronavirus-, le habían dado uno que parecía de pintor.
"Esos barbijos son seleccionados y específicos para el tipo de trabajo que hacemos, no nos sirve cualquier cosa; los que nos estaban entregando parece ser que son para el polvo y para trabajo industrial, que no es lo que compete nuestro ejercicio", reprocha la cirujana que, al consultar con los directivos del hospital acerca de la calidad del material, le mostraron una planilla y le respondieron que los habían enviado desde "el ministerio de Salud de la provincia, que son los que llegaron de China, supuestamente".
En el formulario decía en letra clara "barbijos N95". Pero aquello que recibió en el quirófano distaba mucho de ser aquel elemento recomendado en el protocolo de la Asociación Argentina de Cirugía para evitar contagios."El ministerio de Salud te dice por escrito que te está entregando esos insumos, pero en la práctica me está dando algo que no corresponde a lo que dice la planilla", apunta en diálogo con LA NACION.
Su sensación y la de muchos otros colegas de la guardia es de frustración y desprotección total frente a la pandemia que ya se cobró 152 víctimas fatales en la Argentina y más de 176.000 en el mundo. "Es como si estuvieras pidiendo por favor que te den lo que necesitás para poder trabajar. Y cuando te lo dan, hay algunos que te tratan de tonto dándote algo que no sirve", explica.
A veces cubrimos baches y así se hizo muchos años. No hubo un reclamo sincero de que había falencias en ciertas cosas porque siempre lo cubrimos nosotros
Sin embargo, la cirujana asegura que esta situación que "ahora se hace más evidente porque se requiere algo muy puntual" no es propia de la emergencia suscitada a raíz de la pandemia de coronavirus, sino que la desidia en los hospitales del Conurbano es una constante desde hace años. Desde el escaseo de insumos de protección para el personal médico hasta la falta de drogas analgésicas o anestésicas. "Mirá, yo no te puedo recibir gente en la guardia de quirúrgicos. Avisá al SAME porque no tengo cómo dormir a los pacientes", recuerda que tuvieron que decir frente a un caso extremo.
En la misma línea, Salazar, que hace cinco años que trabaja en el hospital de la zona sur de la provincia de Buenos Aires, reflexiona: "A veces cubrimos baches y así se hizo muchos años. No hubo un reclamo sincero de que había falencias en ciertas cosas porque siempre lo cubrimos nosotros. Mal hecho porque ahora no lo podemos cubrir".
La situación es tensa en el Meléndez. Todavía no cuentan con ningún paciente positivo con Covid-19. El caso más cercano que tuvieron fue el de un anestesiólogo que fue a cubrir una guardia, participó de cuatro cirugías, luego dio positivo en el test de coronavirus y de esa manera obligó a catorce médicos a aislarse preventivamente. Pero en el hospital de Adrogué tienen claro que es cuestión de tiempo hasta que comiencen a llegar los pacientes.
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