Coronavirus. Miami, la escala elegida por los argentinos, donde la cifra de varados sube en vez de bajar
MIAMI.- Desde el 17 de marzo, cuando empezaron los vuelos humanitarios a la Argentina, salieron desde esta ciudad más de 4300 personas. Sin embargo, la cifra de varados en Miami en vez de bajar, sube.
El primer motivo, y el más evidente, es que muchos de los argentinos que estaban en otros estados van bajando a esta ciudad. Salvo excepciones donde la ruta de repatriación empezó en Nueva York y luego hizo escala en Miami, este es el único puerto de salida para todos aquellos que quieren volver a la Argentina en medio de la pandemia de coronavirus.
"Cuando nos organizamos y pusimos una planilla para que se registraran, censamos 1500. Pero salen los vuelos y el número se sostiene o sigue subiendo. En Nueva York hay 700, en Los Angeles 200, Utah 100. En los últimos días han llegado varios de Japón", confirma Romina Damiani, que participa en los grupos de coordinación de ayuda a los varados.
Los nuevos que van llegando a Miami se ponen en contacto con los coordinadores para pedir asistencia, no solo económica, sino de hoteles donde parar, o información útil. Se estima que en los Estados Unidos quedan cerca de 3500 argentinos que reclaman volver.
A su vez, este es de los pocos países que tiene sus fronteras abiertas. Los varados en otras partes del mundo, al ver que no salen vuelos donde están, se acercan a Miami por considerar que tendrán más suerte. Llegan, por ejemplo, desde Canadá, Costa Rica, Jamaica y Japón. Aguardan su momento de suerte desde estas playas, lo cual hoy es metafórico: siguen cerradas.
México, que solía recibir algunos varados de Asia, ahora también ajustó sus controles. Un matrimonio argentino quiso ingresar allí el pasado 7 de este mes y, en migraciones, les dijeron que su frontera estaba cerrada al turismo. Fueron deportados. ¿A dónde? A Miami, claro.
"Pasamos una noche en un cuartito con cuchetas metálicas. Al día siguiente nos devolvieron en un vuelo a Miami", cuentan. Es que su última escala había sido desde allí. "Todos están viendo las opciones para volver a la Argentina, es un sálvese quien pueda", dispara Alejandro Trinidad. Cuenta que en estos momentos espera a su amigo, que de Tokio viajó a Estados Unidos y está llegando a Miami.
Días atrás, cuando fue autorizado un vuelo de Latam para repatriar argentinos en Sydney, una varada en Miami se tomó un vuelo a Australia. Además, compró un pasaje de Latam para septiembre desde allá. El día del vuelo se presentó en el aeropuerto, dijo que quería volver antes, y como sobraban tres lugares, la aerolínea la aceptó.
Otra persona compró vuelo de Japón a Cancún, pero mal asesorado, tenía escala en Estados Unidos y no tenía visa. No pudo embarcar. Si bien varios varados en Japón tienen intención de llegar a Estados Unidos (en las últimos días se reportaron al menos ocho), la isla está cortando frecuencias para salir y creen que será cada vez más difícil.
Otros casos que conforman los nuevos varados son aquellos que estaban en los Estados Unidos pero no se habían reportado. No estaban urgidos económicamente ni por salud, y no se anotaron de entrada en el listado de Cancillería. Prefirieron esperar para dar prioridad a ciudadanos más vulnerables, pensando que su regreso podría demorarse unas semanas. Pero ya no aguantan más. Otros viajaron por varios meses y tenían regreso desde este mes en adelante, o se quedaron sin trabajo. Muchos de ellos tienen tickets comprados a futuro, y empiezan a presentarse en aeropuertos y pretenden viajar ahora.
Más vuelos
Caso aparte son los pasajeros de American Airlines. Los varados de esa compañía tienen armado un chat, donde además de hacer catarsis se cuestionan por qué no hay vuelos humanitarios para ellos. Hoy, deben comprar pasajes en Aerolíneas o Copa si quieren regresar. Latam por su parte, da prioridad a sus pasajeros, que aún completan todas sus butacas.
"Esperamos reanudar los vuelos regulares cuando estén permitidos por el gobierno. Anteriormente pedimos permiso (para un vuelo de repatriación) y no se otorgó", confirman desde American Airlines. Otros pasajeros sin opciones de regreso en su aerolínea son los de BOA y Avianca.
Desde Cancillería adelantaron a LA NACION que están negociando con American Airlines para que vuelen: "Nosotros queremos que vuelen todas las aerolíneas, no hay distinción ni preferencia. La compañía dejó de hacerlo cuando se suspendieron los vuelos regulares, pero esperamos que vuelva".
La última esperanza de volver siempre está en el aeropuerto. Ese es el último lugar cuando la paciencia se acaba. Victoria Roshchupkina, de 34 años, llegó por un programa de intercambio entre la universidad Di Tella y Duke, en Carolina del Norte. Antes de salir de la Argentina, preguntó si el curso seguía en pie: "Es mandatorio presentarse el 12 de marzo, le dijeron".
Llegó el 9 de marzo y, horas después, la universidad anunció que el curso se dictaría online. Ella también tenía decidido esperar, pero llegó a su límite. Terminó en Miami. El viernes pasado, al mediodía, salió un vuelo de repatriación. Victoria fue 15 horas antes al aeropuerto, y pasó la noche sobre un cartón, pensando que estaría primera en la fila para una lista de espera.
"Cuando llegué ya había 20 personas adelante. ¡¡¡Las primeras tres llegaron a las 7 de la mañana, 29 horas antes el vuelo!!! Quisimos aprovechar si alguien no se presentaba. De 50 personas en la cola de espera, lograron embarcar tres", cuenta, y dice no entender "cómo el gobierno no arma un Excel para saber con anticipación en qué fecha volverán. "Voy casi todos los días al súper porque no sé si embarco en 48hs y no puedo malgastar", argumenta.
Santiago Basualdo sabe bien lo que es esperar en el aeropuerto. Su padre estuvo ahorrando cinco años con la promesa de que cuando él terminara el secundario, los dos irían a conocer Estados Unidos. Y si bien egresó hace dos años, en aquel entonces no habían llegado con los ahorros suficientes para este viaje. En marzo, con millas, lograron el ansiado sueño, que solo le permitió tres días de playa y una visita a Universal. Ahora, varado en un hotel que no puede costear, y compartiendo habitación con dos argentinos, llegó a tomarse tres transportes públicos para organizar juntadas en el aeropuerto. Necesitan interactuar con alguien que los escuche.
Las dos caras de la moneda
Los varados se quejan de las desprolijidades en los vuelos. Reciben la confirmación a veces 24 horas antes de despegar. Sin embargo, hay un enorme esfuerzo logístico detrás de cada avión humanitario, para que esos argentinos puedan volver a casa.
Cada semana, las aerolíneas envían a Cancillería su programa de vuelo. Allí autorizan o no en función a la demanda que tengan de todos los destinos, porque hay un límite de ingreso diario de pasajeros (hoy ronda los 700). Si tiene esa luz verde, el servicio exterior pone en marcha un flujo de aprobaciones. La más importante es la del Ministerio de Salud, y la que más se traba siempre. Incluso tensó al máximo la relación entre funcionarios de los dos organismos. Con estas dos autorizaciones, y la del Ministerio de Transporte, pasa a la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), que en general avanza pero se toma su tiempo. A su vez, la aerolínea va tramitando el permiso en el país de destino, pero no puede obtener el ok final hasta que la Argentina no emite la aprobación completa. Es el huevo y la gallina, porque todo se hace a contrarreloj.
Del otro lado del mundo, están los pasajeros. Cuando el vuelo tiene el primer visto bueno por parte del gobierno, se los empieza a contactar según listado de vulnerabilidad de Cancillería y la base de datos de la aerolínea. La primera comunicación es una especie de relevamiento: saber si siguen varados en dicho destino, y si estarían en condiciones de tomar ese avión. A veces los varados se crean falsas expectativas, o la aerolínea termina confirmando su vuelo con muy poca anticipación. Allí también hay una corrida contra el tiempo. Una vez que el papeleo está en orden, los empleados de las líneas aéreas tratan de contactar con urgencia a los más de 200 pasajeros, no importa la hora.
La "marca" varados
Cuando los argentinos se vieron imposibilitados de volver, automáticamente se crearon grupos de Instagram, se creó una especie de organigrama y nacieron líderes. Además, la gran mayoría tiene hoy el mismo logotipo en sus perfiles.
Luciano Cagliardi es la cara detrás de la imagen de los varados. Es estudiante de diseño y comunicación visual en la Universidad Nacional de La Plata, y está en México, desde febrero, cuando se puso en contacto con el grupo de Instagram Varados en México. "Empecé a pensar en la idea de generar una especie de 'marca de varados' que funcione para todos los países", cuenta.
La idea era crear una pieza que fuera sencilla y transmitiera el mensaje de atención, pero que a su vez se viera como una línea, para dar cuenta que están organizados. "Empecé a diseñar la marca de cada grupo de argentinos varados que encontraba en Instagram, y se las empecé a pasar por privado. La gran mayoría se sumó y hasta recibía mensajes de cuentas pidiéndonos que se las armemos", cuenta.
Ahora, aproximadamente unas 30 cuentas de varados en el exterior tienen dicho logo.
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