Coronavirus en Mendoza. Prioridades: ya estudian cómo proceder si el sistema sanitario colapsa
Mendoza está al límite. En plena pandemia de coronavirus, el sistema sanitario llega al máximo de su capacidad, con casi la totalidad de las camas de terapia intensiva y los respiradores ocupados. Por eso, comienzan a asomar los dilemas éticos y el estudio sobre cómo proceder en la provincia frente a los pacientes, que siguen incrementándose con el correr de las horas, y a la escasez de recursos, mientras las autoridades definen nuevas restricciones con el objetivo de bajar la circulación de personas y descomprimir los efectores.
Frente a este duro y crítico escenario se hace imperioso tomar medidas donde se cruzan los valores y las "prioridades". Por tal motivo, el Consejo de Bioética de Mendoza, dependiente del Ministerio de Salud, se encuentra analizando el complejo contexto y reelaborando protocolos, teniendo en cuenta los datos estadísticos actuales y el notable avance de la enfermedad en la provincia. Los alcances de cada acción recomendada serán puestos sobre la mesa de la ministra Ana María Nadal en las próximas horas, quien definirá cómo avanzar con el manejo sanitario de la pandemia.
Lo que sí está claro es un punto fundamental a la hora de decidir quién tiene la máxima prioridad: de acuerdo a los especialistas consultados, predomina la decisión de "salvar" al personal de salud; luego, el resto de los ciudadanos.
Marta Fracapani, presidenta del Consejo de Bioética de Mendoza y directora de la Maestría en Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), habló de la necesidad de cuidar aún más a quienes trabajan en el sector sanitario, para poder atender al resto de la población, a medida que se van liberando espacios. "Hay que considerar las intervenciones críticas de Covid-19 (pruebas, equipo de protección personal, camas de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), ventiladores, terapias y vacunas). Estas intervenciones deben ir primero a los trabajadores de atención médica de primera línea y otros que atienden a pacientes enfermos y que mantienen operativa la estructura crítica, en especial los que tienen un alto riesgo de infección y cuyo entrenamiento los hace difíciles de reemplazar", expuso la especialista, reconocida terapista pediátrica.
Asimismo, la experta ya no habla del Covid-19 como pandemia sino de "sindemia", ya que considera que se comparten factores sociales que coexisten en el tiempo "interactuando y causando secuelas complejas".
"Es una nueva infección con manifestaciones clínicas graves, incluida la muerte. Aunque el curso final y el impacto de Covid-19 son inciertos, no solo es posible sino probable que la enfermedad produzca suficiente enfermedad grave como para sobrepasar la infraestructura de atención médica tal como ha sucedido en otros sitios", indicó la especialista.
Y agregó: "Se pueden producir demandas extraordinarias y sostenidas en los sistemas de salud pública, de gestión pública y de gestión privada, y en los proveedores de servicios comunitarios esenciales. Tales demandas, por la experiencia en los países que nos anteceden en el tiempo de desarrollo de la enfermedad, crean la necesidad de elaborar protocolos para racionar equipos e intervenciones de los equipos de salud".
Asignación justa
En este sentido, la experta indica que para la asignación de recursos en "sindemia" y otros entornos de escasez hay cuatro valores que son importantes:
- Maximizar los beneficios producidos por los escasos recursos.
- Tratar a las personas por igual.
- Promover y recompensar el valor instrumental.
- Priorizar al que corresponda.
"Ningún valor individual es suficiente por sí solo para determinar qué pacientes deben recibir recursos escasos. Por lo tanto, la asignación justa requiere seguir un proceso de toma de decisión ético dependiendo del recurso y el contexto en cuestión", comentó Fracapani, y puso a modo de ejemplo las siguientes necesidades:
- Priorizar la solidaridad entre centros para maximizar el bien común por encima del bien individual, valorando la posibilidad de derivación a otra institución de salud, de mayor o menor complejidad según corresponde.
- Ampliar la capacidad de las Unidades de Cuidados Intensivos locales, facilitando ingresos en otras áreas habilitadas para esta epidemia con recursos y talento humano adecuados.
- No ingresar pacientes que han dejado escritas voluntades anticipadas donde se rechazan medidas invasivas.
- En caso de desestimar ingreso a Unidades de Cuidados Intensivos, el sistema tiene que ofrecer alternativas asistenciales de calidad, que cubran las necesidades básicas y esenciales de las personas y de sus familias (incluyendo soporte emocional y el control de síntomas).
- Se debe comunicar a pacientes/familiares la extraordinariedad de la situación y la justificación de las medidas propuestas.
"El lenguaje de la ética no es el lenguaje de los derechos. El lenguaje de la ética es el lenguaje de los deberes. Se trata de gestionar valores. No podemos vivir sin valorar, sin estimar. Deber y derecho no son términos correlativos. Se valora continuamente. Valorar es una actividad que hace la mente humana para ejercer su libertad responsable. Sin proyectos no podemos vivir. Debemos realizar y construir valores: salud, bienestar, vida, solidaridad, justicia, compasión. Construir valores tiene un sentido operativo: debemos categorizarlos y debemos aplicarlos. Los valores no son subjetivos; al dialogar con otros se transforman en objetivos. Para aplicarlos debemos educar en valores", reflexionó la profesional, con más de 40 años de experiencia en Bioética.
En cuanto a la responsabilidad social, incluidos los medios de comunicación, y frente a la pregunta de cómo se pueden asignar los recursos médicos de manera justa durante una pandemia de Covid-19, Fracapani manifestó su postura: "Se requiere la responsabilidad de cada uno de los agentes encargados de la recolección de datos y su posterior análisis desde el punto de vista técnico, para poder tomar decisiones fundamentadas y prudentes. Y, de este modo, responder al derecho a la información sanitaria que tenemos los ciudadanos, a través del deber que tienen de hacerlo los medios de comunicación social. Por lo señalado, fácilmente se deduce que si este es el proceso participativo en que cada uno de nosotros actuamos y nos comprometemos, podremos lograr el mayor beneficio común".
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