Coronavirus: los choferes extreman cuidados
En Ezeiza, desinfectan los vehículos entre cada viaje; las valijas las cargan los usuarios
"Quiero trabajar pero también me tengo que cuidar. Por eso evito cualquier tipo de contacto con los pasajeros y con el interior del aeropuerto", dice Gloria Benítez, de 47 años, chofer particular de traslados desde el Aeropuerto de Ezeiza.
Cada vez que busca a sus clientes repite la misma rutina: los espera afuera. Antes de abrirles la puerta, les pide que se pongan barbijos y los hace subir las valijas. Al despedirlos, rocía con desinfectante y cubre con alcohol todo el vehículo. Conduce hasta su domicilio y estaciona a la luz del sol "procurando matar al virus con las altas temperaturas", según dice.
Si bien el Ministerio de Transporte resolvió ayer una serie de medidas y conformó "Comités de Crisis para la Prevención del Covid-19" en el transporte automotor, ferroviario, fluvial, marítimo y lacustre, aún no hay una reglamentación específica para los choferes particulares en el traslado de pasajeros que llegan a los aeropuertos. Tras conocerse que son 34 los casos registrados en el país y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia, ellos mismos comenzaron a tomar recaudos para evitar contagios.
"Ya estoy en la fila así que tengo que ser cuidadoso", expresa Alfredo, de 72 años, chofer de Transfer Express, que trata de higienizar su vehículo cada vez que se bajan los pasajeros. Según las fuentes de la empresa, el único protocolo que siguen hasta el momento es emitir el ticket con los datos de los clientes, en caso de que sea necesario contactarlos. El resto de las empresas de traslados del aeropuerto señalaron que las medidas de higiene dependen de cada chofer.
Tras conocer que ayer un chofer de Uber fue aislado al advertir que había trasladado a una mujer desde Ezeiza con síntomas del virus, Daniel Vitola, conductor de remise particular, decidió dejar de ir al aeropuerto: "Si llevase a personas que vienen de lugares de riesgo, debería hacer cuarentena yo también".
En el pasillo del sector de arribos internacionales, Antonieta Díaz, de 60 años, procura quedarse en el lugar hasta que su pareja consiga a alguien que los lleve a la ciudad. "Somos seis y no queremos compartir el vehículo con otras personas por precaución. Desde que salí de Chile no paré de echarme alcohol en gel y evité tocar las barandas".
Un trabajo aún no publicado de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos estima que el virus puede permanecer hasta tres horas en los aerosoles, hasta tres días en el plástico y hasta dos días en aceros.
En la puerta de salida, Marcos Márquez espera que aparezca algún cliente, con el barbijo puesto, que le cubre la mitad del rostro. Tras conseguir que lo acompañe la pasajera Mari Mendoza, de 28 años, rocía con desinfectante el auto. Abre el baúl y aguarda a que ella suba su valija. "Antes cargaba el equipaje, pero a partir del brote, dejé de hacerlo, evitando cualquier tipo de contacto", explica.
El gobierno de la ciudad organizó ayer una actividad de concientización en la estación Saludable del Rosedal para los conductores de taxis y remises. "Ofrecimos pautas de higiene para el traslado de pasajeros y enseñamos cómo hacer una correcta limpieza de las unidades. El lunes y martes repetiremos la actividad", señalan fuentes del Ministerio de Transporte de la Ciudad.
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