Coronavirus. "Llegué de Paris, estoy en cuarentena y me pasan la comida por el balcón"
Por Juan Bautista van Peborgh
El primer día me parecieron tres. Recibí un mensaje de mis viejos diciendo "Che Bauti fijate qué onda; si te suspenden las clases tal vez deberías volver." En ese momento me pareció una idea loca, remota. Pero al día siguiente me di cuenta que esa era la decisión más acertada. El coronavirus en Francia estaba escalando a un ritmo vertiginoso y tenía que moverme rápido. Envíe un mail a mis profesores y me puse a buscar pasajes de vuelta para la Argentina. No me preocupaba tanto el hecho del virus en sí porque afortunadamente soy joven y es muy probable que lo pueda resistir. Lo que sí me consternaba era el estado de sitio que podría llegar a instalarse en Francia. Saqué el pasaje antes del discurso de Macron por cadena nacional porque sabía que se iban a disparar los precios. Eran las 17:00.hs y conseguí un vuelo de ida para el día siguiente: viernes 13, a las nueve y media de la noche por 400 euros.
Le conté a mis amigos. Algunos ahora siguen allá. De los 10 que estábamos de intercambio en Paris, cuatro decidimos volvernos. Esa noche vimos el discurso de Macron y lo vivimos como un discurso de guerra. Poco tiempo después Fernández declaró que efectivamente iban a cerrar las fronteras. Fue un momento de muchos nervios, mucha adrenalina y esa noche no pude dormir.
Limpié mi cuarto y le dejé todas mis cosas a un amigo: platos, sartenes, cubiertos y algunas otras cosas que había comprado durante mi estadía. Luego dejé las llaves de mi cuarto en la oficina de la residencia universitaria donde vivía al sur de Paris y les comenté que regresaba a mi país por la pandemia.
Mi vuelo era de noche pero quise llegar temprano al aeropuerto para estar tranquilo. En la calle los franceses estaban tomando cerveza, salían, iban a jugar al tenis. No tomaban conciencia de lo que realmente estaba pasando con el coronavirus. Por el contrario, creo que las medidas que está tomando nuestro gobierno son muy certeras porque esto se mueve muy rápido y no es ningún juego.
Charles de Gaulle estaba vacío y muy tranquilo. Cuando estaba por embarcar, vi que les cancelaban el vuelo a los pasajeros que estaban sentados al lado mío y que viajaban rumbo a Estambul. Me pegué un susto bárbaro porque me podía pasar lo mismo. Me quedaban dos horas de espera. Mi gran miedo era quedarme varado en Europa. Por eso había elegido un vuelo con escala en San Pablo porque salía antes y de última, si me quedaba varado, ya estaba en Latinoamérica. De alguna manera iba a llegar a la Argentina. Refrescaba permanentemente la página del Diario O Globo de Brasil para ver si cerraban o no sus fronteras. Por suerte, a Bolsonaro le dio negativo su test. No sé qué hubiera pasado si no.
Afortunadamente, salió todo bien. O quizás no fue suerte: me moví rápido. Creo que son muy buenas las medidas que está tomando Alberto Fernández frente a esta crisis sanitaria: En Ezeiza nos hacían bajar de a grupos de 30 y nos tomaban la temperatura a todos con una cámara mientras caminábamos a un metro de distancia. Había médicos presentes con barbijo y uniforme. Yo pensaba que los Europeos se lo toman con calma porque son educados pero no, es porque no ven la realidad. La OMS le dijo gracias a China por las medidas drásticas que tomó; gracias a eso le dio tiempo al resto de los países para prepararse.
Ahora estoy en cuarentena, sin síntomas, cumpliendo con la responsabilidad de aislarme. Siento que es mi deber hacia la gente mayor y hacia los inmunodeprimidos. Así que aquí estoy, encerrado en mi cuarto, escribiendo esta nota mientras me pasan la comida a través del balcón.
El autor cursa la carrera de Economía en la Universidad Di Tella y estaba realizando un intercambio en la Universidad de Dauphine de París
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