Coronavirus. ¿Llegaron para quedarse? Todo lo que tenés que saber sobre los barbijos
Ahora que el barbijo es tan universal como la ropa interior, y después de algunas idas y vueltas sobre su uso, ¿cómo y cuándo es apropiado colocárselo? ¿Qué materiales son los indicados? ¿Sirven para todas las edades? ¿Por qué hay que sacárselo para correr?
Los especialistas señalan que es muy importante que el barbijo sea más que un tapabocas y cubra hasta el principio del tabique nasal y el mentón. Las fosas nasales también emiten partículas potencialmente con virus de modo que hay que taparlas. Según el Centro de Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, no deben ser usados por niños menores de 2 años ni por cualquier persona que tiene dificultades para respirar, está inconsciente, incapacitado o de algún modo inhabilitado para removerla por sus propios medios. Para la Sociedad Argentina de Pediatría, "a partir de los tres años los niños pueden necesitar una máscara en lugares públicos. Sin embargo, lo más importante es mantener el distanciamiento social y que los miembros de la familia se laven las manos antes de tocar al bebé o al niño pequeño".
El CDC también coloca como individuos que "podrían no estar en condiciones de usar" barbijos a quienes realicen "actividades de alta intensidad, como el correr, debido a las posibles dificultades para respirar". En ese caso, recomienda hacerlo en lugares con gran ventilación y con distancia social. Es la misma recomendación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que permite en esas condiciones la actividad al aire libre a partir del lunes pasado.Subraya que "el tapabocas no es de uso obligatorio mientras se corre. Sí es obligatorio para ciclistas y los que salen a caminar".
Otra recomendación es lavarlos diariamente, así como lavarse las manos antes y después de colocarlos tomándolo solo de las tiras, no de la parte frontal. También es clave usar barbijos caseros y dejar los profesionales (típicamente el llamado N95, pero también los quirúrgicas) para el personal de la salud. Preferentemente, la tela usada debe ser algodón; y si tiene varias capas, mejor. En tanto que el Ministerio de Salud de la Nación informa que se deben "ajustar bien pero cómodamente contra el puente nasal y el costado de la cara; estar asegurados con lazos o elásticos para las orejas; incluir múltiples capas de tela (al menos dos); permitir la respiración sin restricciones. Se puedan lavar y secar a máquina sin daños o sin modificar su forma".
Historia de un error
Lo cierto es que antes de la pandemia el barbijo era una rareza. Algo que usaban cirujanos y ayudantes en los quirófanos o el atuendo que sorprendía a los visitantes de Asia, en cuyas calles lo inusual era ver rostros completos. Hasta este 2020, era prolijamente ignorado por las costumbres de buena parte del planeta. Pero está visto que todo cambia; ahora su uso es imperativo para restringir los contagios de coronavirus y es probable que haya llegado para quedarse -al menos- por un rato largo.
Lo curioso es que el barbijo o tapabocas (nariz y mentón) también fue protagonista de uno de los cambios durante la epidemia generados por la evidencia acumulada de más de medio año de lidiar con el Sars-CoV2. Hasta bien diseminado el virus, la consigna era no usarlos. "La falta de barbijos fue el gran error de Estados Unidos y Europa", le dijo George Gao, director general del Centro para el control y prevención de enfermedades de China al periodista Jon Cohen, en una entrevista publicada en la revista Science el 27 de marzo.
"El virus se transmite por gotas y contacto. Las gotas cumplen un rol muy importante, por eso hay que usar barbijo, porque al hablar siempre hay gotas que salen de tu boca", añadió. Una simple barrera física, a falta de soluciones de orden químico, que se puede fabricar en casa con casi cualquier tela.
Las pruebas mandaron. El primer cambio se dio en abril. Entonces los Centro de control de enfermedades (CDC) de los Estados Unidos recomendaron usarlos, sobre todo en lugares donde no se pudiera mantener la distancia de dos metros entre personas; aún no había suficientes evidencias de que su uso fuera positivo, sostenían, pero apelaron al principio de precaución: usarlas en combo con las otras medidas sanitarias de prevención hasta tanto llegue la evidencia.
Progresivamente, su uso se fue imponiendo; en la Argentina, desde mediados de abril. Aún más tardía fue la adopción por parte de la Organización Mundial de la Salud: hasta junio solo lo recomendaba para uso profesional y para pacientes sospechosos de camino a una institución hospitalaria. El 7 de ese mes pasó a sugerirla para todas las zonas que tuvieran transmisión comunitaria, a la vez que aclaró que "existen escasas pruebas de su eficacia y la OMS no recomienda su uso generalizado por la población como medida de control de Covid-19".
¿Por qué se demoró tanto en aceptar la sabiduría oriental? El miedo era que las compras indiscriminadas de un elemento de uso sanitario dejaran inermes a los profesionales de la salud, más expuestos al virus al trabajar en lugares cerrados y con casos confirmados. Así lo mencionó explícitamente, por ejemplo, el propio Anthony Fauci, director del Instituto Nacional para las alergias y enfermedades infecciosas de los Estados Unidos, posiblemente el principal experto de ese país. De hecho, el recurso era tan escaso como para generar líos diplomáticos y rencillas entre los países: Estados Unidos llegó a desviar un avión que iba de Tailandia a Alemania, con barbijos y otros implementos antipandemia. El tráfico desde los lugares con capacidad para producir millones de barbijos fue intenso: como ejemplo, solo la Argentina importó 307.800 barbijos del tipo KN95 y otros 5.415,796 barbijos quirúrgicos desde China.
El segundo temor que retrasó la decisión fue que las máscaras dieran una falsa sensación de seguridad y se redujera el aislamiento o el lavado de manos, medidas que son juzgadas como principales. Sin embargo, desde que se impuso su uso no dejan de aparecer estudios que reafirman su utilidad en la reducción de contagios. Por citar solo uno, publicado en la revista Health Affairs: allí se dice que se evitaron entre 230.000 y 450.000 casos en los estados norteamericanos que aplicaron su obligatoriedad, solo entre el 31 de marzo y el 22 de mayo (la cuenta da entre 2300 y 4500 muertes evitadas, a una letalidad del 1%). La clave está en que el nuevo coronavirus es transmitido incluso por personas que no presentan síntomas o tienen síntomas muy leves.
¿Para siempre?
No utilizarlos apenas apareció el virus fue "un error de todo Occidente", admite Tomás Orduna, jefe de servicio en el Hospital Muñiz y asesor presidencial. Para Orduna, el barbijo ha sido fundamental para el control de la pandemia: "Retrospectivamente podemos decir que hubiera sido mejor usarlos en cuanto llegó el virus, como se usa ahora".
Argumenta que si se miran los números de Wuhan (la ciudad china donde apareció el virus) en enero, y después los de Lombardía y luego el resto de Europa, más Estados Unidos y América Latina, se ve la diferencia entre cómo les fue a los países de Oriente y cómo les fue a los países de este lado del mundo; una de esas razones fue el tapabocas.
Orduna también menciona un caso increíble publicado en una revista científica: dos peluqueros contagiados en una ciudad del interior de los Estados Unidos atendieron a 139 clientes y ninguno se infectó. "La revisión de autoridades es que los peluqueros siempre usaron el tapabocas de manera correcta", dijo.
¿Llegó para siempre como elemento de la esfera pública? "Por lo menos por un largo tiempo habrá que seguir usándolo. Europa y Estados Unidos tienen multas para quienes no lo usan; en Baleares por ejemplo, en pleno verano, también. Después quedará posiblemente del mismo modo en que se usan en Japón cuando uno está resfriado, para no contagiar", añade.
Lo cierto es que este año se redujeron notablemente en la Argentina las enfermedades tipo influenza. Desde luego, hay varios factores concurrentes para que esto se dé (desde la ocupación del nicho ecológico por parte del Covid hasta la reducción de los contactos sociales y sobre todo escolares), pero quizá los barbijos también en este caso cumplieron su rol.
Y aunque todavía faltan estudios para dar más certezas respecto de cuánto reduce la transmisión de virus y en qué casos, cómo cambian las diferentes clases de máscaras y el modo de usarlas de cada persona, posiblemente estemos viviendo otro cambio cultural y el futuro del rostro humano público sea un rostro compuesto apenas de ojos y barbijo.
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