Coronavirus: "Le dimos de baja en el jardín", la decisión de algunas familias durante la cuarentena
Bartolomé Otero empezó este año el jardín maternal. Sus padres querían que, de a poco, comenzara a relacionarse con otros chicos de su misma edad, que jugara con ellos, que se divirtiera. Todo el día en casa ya no parecía el mejor el plan. Carolina Otero, su madre, lo inscribió en un colegio privado cerca de su casa, en Quilmes, que dentro del nivel inicial tiene salita de dos.
La adaptación comenzó el 15 de febrero pasado, y antes de que terminara, el Ministerio de Educación de la Nación decidió suspender las clases en todo el paíspor el avance del nuevo coronavirus. "Toda la situación nos genera mucha incertidumbre. Tampoco estamos convencidos de que Bartolomé vuelva al jardín cuando finalmente se retomen las clases. Para nosotros no tiene mucho sentido seguir pagando la cuota. Por eso le mandamos un mail al colegio para informarles que tomamos la decisión de darle de baja a Bartolomé", cuenta Otero.
Como Bartolomé, uno de cada tres niños argentinos va a un jardín privado. El nivel inicial es el más privatizado del sistema educativo en todo el país, y a medida que la edad baja hasta llegar a lactantes y deambuladores, el porcentaje aumenta. Los datos surgen de un informe del Observatorio Argentinos por la Educación, donde se registra que solo la sala de cinco presenta niveles de matrícula estatal similares a los otros niveles obligatorios, como primario y secundario. Además, este déficit supone que, en ciertas zonas del país, solo acceden a la educación inicial aquellos que pueden pagar por ella.
Algunas de las cámaras que reúnen a los colegios privados confiaron a LA NACION que el nivel inicial es uno de los más amenazados en esta situación, cuando aún se especula que la vuelta a clases pueda extenderse más allá de Semana Santa, la fecha prevista para el fin de la cuarentena obligatoria. En el sector admiten que temen por la baja de la matrícula en este nivel y que decisiones como la que acaba de tomar la familia Otero puedan multiplicarse.
Isabella, de 3 años, tampoco seguirá yendo al jardín. Su debut en la escuela también duró poco. "Estaba re contenta. Este era su primer año, pero la verdad es que a mí no me deja tranquila que ella vuelva al jardín cuando se retomen las clases", dice Laura Capani, su madre, que tiene una enfermedad pulmonar de base que la ubica dentro del grupo de pacientes de riesgo por el Covid-19.
Isabella va un colegio privado, en Belgrano, y en su clase son ocho alumnos en total. "El tema se habló en el chat de padres y hay cinco familias que van a seguir pagando la cuota. Los demás ya le dimos de baja. Tampoco estoy segura de cómo seguirá este año. Durante esta semana recibimos de la escuela mails con actividades, cuentos para leer y propuestas de juego. Me parece bien, ellos tienen que justificar la continuidad de alguna manera. Pero no es lo mismo para un chico que está en primaria y recibe tarea que una nena de 3 que lo único que quiere ahora es jugar con sus cosas", opina Capani.
Desde la Asociación de Instituciones Educativas Privadas de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba), dijeron que la situación les preocupa. "En los colegios hay una cadena de pagos que no se puede romper. Incluso hay escuelas que pagan un alquiler por el edificio donde funcionan, y las que tienen subsidio por parte del Estado reciben una subvención parcial, que no cubre todos los cargos. Los padres que dan de baja a sus hijos también tienen que comprender que están incumpliendo un contrato que firmaron con la institución. La suspensión de clases no es una decisión de las escuelas, incluso en los niveles iniciales la continuidad pedagógica continúa", afirma Gisela Cristaldi, miembro de la comisión directiva de Aiepba y de la subcomisión del nivel inicial.
Y agrega: "Además de perjudicar la solvencia económica de los jardines maternales y de infantes, las familias también se arriesgan a perder la vacante luego. Los cupos de las salas de 3, por ejemplo, están desbordados. El lugar de un niño que se va es ocupado rápidamente por otro".
Tomás y Ana son los hijos de Nicolás y Antonella Pascolo, que tienen 3 y 1 año y nueve meses, respectivamente. "El año pasado hicimos el intento de que Tomás empezara el jardín, en sala de 2. Pero no funcionó, hacía pocos meses había nacido su hermana y no resultó. Este año arrancamos con todo y pasó esto de la pandemia. No tenemos suerte, igualmente por el momento seguimos pagando la cuota. No tomamos ninguna decisión y decidimos esperar. Además, la escuela también tomó la responsabilidad de seguir en contacto con las familias y mandando actividades todas las semanas. Hoy pensamos esto, pero si la suspensión de clases se prolonga mucho más de lo esperado veremos", cuenta Antonella, que manda a su hijo al colegio Jefferson College, en Moreno.
Con la extensión de la cuarentena obligatoria decretada hasta el próximo 13 de abril, el Consejo Federal de Educación se reunió anteayer, por videoconferencia, para plantear un esquema de regreso a clases. El ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, y los 24 ministros provinciales, analizaron el panorama en cada uno de los distritos, que podrían retomar el ciclo lectivo en distintas fechas de acuerdo con la situación epidemiológica en cada lugar. Hay provincias como Catamarca y Formosa, por ejemplo, que no tienen hasta ahora casos registrados. También se especula que la suspensión se postergue más allá de Semana Santa, y que el regreso de los alumnos a las aulas se organice de manera escalonada, y por niveles: secundaria, primara y, por último, el nivel inicial.
El tema de las cuotas es algo que comenzó a preocupar a las familias en esta última semana, y sobre todo a quienes no tienen un sueldo en relación de dependencia para seguir afrontando los gastos. "Yo sigo cobrando mi sueldo, y es una de las razones por las que tomé la decisión de seguir pagando el jardín", advierte Constanza Babino.
Después de batallar para conseguir una vacante en la sala de 2 del colegio donde su hija seguirá con su educación primaria, y con el temor de no conseguir vacante el año próximo, no evalúa por el momento esa posibilidad. "También me parece un poco excesiva la cantidad de actividades que mandan desde el colegio. Está bueno que no se desconecte de sus maestras y de sus compañeros, y entiendo que la escuela quiera justificar su trabajo. Pero que una de dos años tenga siete aulas virtuales abiertas es demasiado", concluye Babino.
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