Coronavirus. Las ferias a cielo abierto, un éxito a pesar de las restricciones sanitarias
Aunque están permitidas, algunos centros comerciales informales como Olimpo, entre Lomas de Zamora y Esteban Echeverría, congregan muchos puestos y clientes con escasos protocolos para evitar contagios
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Medias, colchones y celulares liberados. Bicicletas usadas, cubiertos y frutas. Sobre las cinco veredas de tierra donde funciona la feria Olimpo, en Esteban Echeverría, la variedad de mercancía, las multitudes, el olor a asado dan la impresión de un día festivo. Para los comerciantes, lo es. No solo porque hoy se festeja el Día Internacional de los Trabajadores, sino también porque la venta y la concurrencia de clientes -tanto vecinos como visitantes de Monte Grande, San Justo y Villa Riachuelo- fue más alta que de costumbre. Pese a la pandemia y a las nuevas restricciones del Gobierno para paliar el aumento de casos de coronavirus, la circulación de peatones por las calles embarradas de la feria fue constante.
“Acá hay una regla -explica Jorge Aguirre, uno de los puesteros, mientras prepara un asado sobre una parrilla, apoyada en el piso-. Cuanto peor le va al país, mejor nos va a nosotros. Porque los precios de los locales suben y más gente se acerca a la feria.” Los parlantes de su camioneta musicalizan parte de la cuadra con cumbia.
El éxito de esta mañana tiene otra explicación, destacan los vecinos entrevistados por LA NACION durante un recorrido por la zona. Originalmente, cada sábado y miércoles, la feria se extiende por la avenida Olimpo hasta Lomas de Zamora, donde los puestos suelen ocupar otras siete cuadras. Pero desde mediados de abril, cuando empezaron a regir las nuevas restricciones por la pandemia, el municipio que gobierna Martín Insaurralde decidió clausurar su lado del mercado, por lo que ahora es más chico. “Al haber menos cuadras, la gente está más amontonada”, explica César Larrati, de 65 años, mientras atiende su puesto de medias y lencería, a pocos metros del de Aguirre.
El jefe de Gabinete de la provincia de Buenos Aires, Carlos Bianco, advirtió esta mañana que “las ferias al aire libre están habilitadas”. También destacó que son las autoridades municipales las encargadas de controlar el acatamiento de los protocolos en este tipo de mercados.
Preocupación
Del lado de Esteban Echeverría, según intuyen los mismos comerciantes, las órdenes bajadas desde la intendencia parecen ser las opuestas a las de Lomas de Zamora. “La policía pasa caminando, pero no hacen nada. Gracias a Dios nos dejan trabajar. Saben que de algo tenemos que vivir”, comenta Larrati, con el barbijo bajo. En los últimos 14 días, según datos oficiales, este partido del conurbano bonaerense registró 3592 nuevos contagios de coronavirus.
Entre los vendedores, la preocupación por mantener el uso del tapabocas y el distanciamiento social es variado. Mientras que para algunos el avance de la pandemia en el territorio es preocupante, para otros ese dato ya pasó a ser irrelevante. Más allá de las diferencias en el cumplimiento de las medidas de cuidado, todas las personas consultadas afirmaron lo mismo: que la prioridad, más allá de la crisis sanitaria, es seguir trabajando, mantener a su familia a flote.
“Estuvimos cerrados gran parte del año pasado, hasta agosto, que volvimos a la feria. Fue muy muy difícil. Todos tenemos hijos que alimentar. Para la mayoría, este es nuestro trabajo principal. Por eso no podemos volver a cerrar”, destaca José Mendoza, de 38 años, que está a cargo de un puesto de venta de jeans. Desde la esquina opuesta Adrián Gómez, de 47, que vende electrodomésticos y colchones usados y un sommier corroído, afirma: “La gente tiene que trabajar. Es preferible que estén acá, en la feria, que robando por la calle”.
Los precios de la feria, cuenta Ricardo Silva, de 53, son mucho más bajos que los de los locales. Silva vende maquinaria y herramientas. “Estoy en esta feria hace 20 años. Yo vendo todo usado y restaurado”, cuenta. Silva compró una soldadora sin funcionar a $7000. La arregló, la pintó y ahora la vende a $15.000. “Si la querés comprar nueva, te sale 50.000”, afirma.
Pese a que muchos feriantes accedieron a ser entrevistados, pocos quisieron ser fotografiados. Algunos, incluso se violentaron al notar la presencia de LA NACION en la zona y exigieron que el medio borrase algunas de las fotografías de la feria que había sacado. “Estamos laburando. Necesitamos laburar”, repetían, con agresividad.
Entre los feriantes también existe cierta tensión. Aquellos que solían tener sus puestos sobre las calles de la feria que se encuentran bajo la jurisdicción de Lomas de Zamora no están pudiendo trabajar, ya que los comerciantes instalados sobre las cuadras correspondientes a Esteban Echeverría no les permitieron cambiar la locación de su puesto. “Acá, nosotros mismos lo tenemos regulado. No puede venir cualquiera a poner un puesto en cualquier lado, no. Cada cual tiene su lugar”, explica Tatiana, que junto a su pareja vende objetos de ferretería.
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