Coronavirus: lágrimas, aplausos y nervios antes del último vuelo de repatriación por el cierre de fronteras
Aún faltaban más de cinco horas para que el vuelo despegara y sin embargo Carolina Berriocanal ya estaba allí. La recomendación de las autoridades de Aerolíneas Argentinas era que se presente cuatro horas. No hizo caso. Pensó que exageraba pero no le importó. No fue la única. Al llegar vio una fila inmensa de gente en el check-in que incluso sobrepasaba las vallas. Algunos, como ella, con ticket. Otros, muchos, sin. Todos esperaban subirse al último vuelo de repatriación de la línea de bandera tras el decreto del cierre de fronteras que comenzó a regir esta medianoche y hasta, por lo menos, el 31 de marzo.
Carolina, de 28 años, aterrizó en Cancún, desde Rosario, donde vive, con dos amigas el 9 de marzo, días antes de que la Organización Mundial de la Salud declarase al brote de coronavirus originado en China como una pandemia. Fue para celebrar el cumpleaños de otra amiga, que vive allí. Llevó regalos, ropa cómoda, varios trajes de baño e incluso unas vinchas de flores y de colores que había comprado para celebrar. Todo lo que pasó después, claro, no estaba en la lista de los planes.
Como tampoco el aplauso en lágrimas, la emoción, el temblor que sintió cuando vio al piloto y a toda la tripulación del vuelo acercase a la puerta de embarque en sus uniformes azules y con barbijos blancos. "La gente acá está todavía emocionada. Fue muy fuerte. Estamos tachando los minutos para abordar el vuelo. Hasta que no arranque el avión no voy a estar tranquila", dice en diálogo con LA NACION desde el preembarque. Ya despachó sus valijas hace horas. Pero no se puede sacar el miedo de encima.
"Estoy ansiosa, nerviosa, emocionada. Quiero que despegue ya. Después veremos. Pero quiero irme. Es una ansiedad…". Anoche, cuando se enteró de que el decreto para cerrar el aeropuerto de Ezeiza y suspender todos los vuelos para repatriar a los argentinos varados en el extranjero ya era oficial, pensó que iba a tener que quedarse en Cancún. Aunque había algunos indicios que le sugerían que podía ser una de las últimas en partir -en la web el vuelo seguía vigente, por ejemplo-, no tenía esperanzas. Su vuelo original por Aeroméxico para regresar el 23 de marzo había sido cancelado hacía muchos días y cada mañana en que se levantó y fue directo al aeropuerto para conseguir lugar y regresar al país había sido un fracaso. Hasta hace unas horas, cuando pudo comprar un nuevo pasaje. Esta vez por Aerolíneas Argentinas.
"Pensé que no salía. Desde que se publicó el decreto todo fue una histeria. Encima hoy llegué acá y vi un montón de militares que antes no habían estado. Eso me generó susto porque pensé que estaban para contener a la gente, que quizá se iba a descontrolar porque iban a cancelar", asegura. No hubo problemas. Si bien, según fuentes de Cancillería, todavía quedan cerca de dos mil argentinos en Cancún, todos mantuvieron la calma. Incluso cuando un integrante de la tripulación confirmó que hasta abril ya no iba habría más vuelos.
Minutos después de ese mensaje inseguro, dubitativo, llega uno nuevo. El último. Tiene otro tono. "¡Ya en el avión!". La alegría y la angustia de los días, juntas en esas cuatro palabras. Ahora Carolina está un poco más cerca de la Argentina.
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