Coronavirus. La desesperación de una familia argentina varada en Aruba
Nueve noches. Eso debían durar las vacaciones. Sin embargo ya van casi cuarenta. Lucía Adera, su esposo y su hija de tres años viajaron el 13 de marzo hacia Aruba para disfrutar de las playas y relajarse, pero ahora, en medio de la pandemiadel coronavirus, solo piensan en conseguir una forma de volver.
Hace más de un mes que los tres van todos los días al aeropuerto para poder subir a un vuelo, pero desde entonces no tienen suerte. En total, son 34 los argentinos varados allí y por ahora no hay viajes de Aerolíneas Argentinas programados. Además, las fronteras en el país caribeño están cerradas hasta el 31 de mayo, por lo que la única forma de salir es a través de un vuelo oficial ordenado por el gobierno.
El nerviosismo aumenta en función de la falta de certezas. "Recién ayer tuvimos un primer contacto con el embajador argentino en Venezuela, el contacto que nos dieron, que durante todo este tiempo no nos ofreció soluciones. Hay gente que está desesperada porque no tienen dinero para poder pagar nuevamente un alojamiento y gente que necesita medicamentos específicos que no hay en la isla y son vitales", cuenta a LA NACION Lucía, que tiene 34 años y vive en San Salvador de Jujuy.
Sobre su caso, se muestra agradecida con la gente del hotel en que se hospedaban. Frente al cierre de todos los albergues, ellos los dejaron quedarse: "Un día volvimos del aeropuerto sabiendo que el hotel cerraba y nos quedábamos en la calle. Nadie nos quería alquilar nada ni hospedar porque somos turistas. Llegamos desesperados, llorando y en el hall de entrada estaba el mánager general que sabía de nuestra situación y se nos acercó y nos dijo que no nos iban a dejar solos".
Tras terminar su estadía paga, Lucia y su familia viven en una habitación con cocina y con la heladera llena de mercadería que les acerca el personal del hotel. Sin pagar un dólar de más. Son los únicos extranjeros allí. "Es un acto de solidaridad de toda la gente de acá que nos ayuda".
En Aruba, país donde se registran 97 personas contagiadas y dos muertas, hay toque de queda desde las 21 hasta las 6 de la mañana. Se puede salir al supermercado, a la farmacia, al médico, pero solo por el barrio en que se está. El resto de los comercios están cerrados, como los de la mayoría de los países. Quien quiera hacer actividad física puede salir, solo o acompañado por una sola persona. Tres está prohibido. Como también pasar el día en la playa. A toda hora, agentes militares y policiales patrullan las calles para corroborar que así sea.
"Nosotros salimos muy poco, más que nada por nuestra hija, para distraerla. Muy rara vez vamos al mar a darnos un chapuzón que no pasa de una hora. Y caminamos por el lobby del hotel. Mi marido fue solo tres veces al supermercado, con todas las medidas de prevención", dice Lucía.
Sobre su hija agrega: "Para ella es muy difícil. Entiende la situación pero últimamente llora todo el tiempo. Nos expresa de manera genuina que extraña a su familia y por eso llora". Sin embargo asegura que la solidaridad de todos le hace bien: "Familias argentinas y gente del personal del hotel nos donó juguetes, libros para pintar, lápices de colores, masas, golosinas. Y eso la tiene feliz".
Pero su suerte, según relata, es una excepción. Lucía afirma que entre los varados hay muchos mayores, con enfermedades crónicas, diabéticos, hipertensos, epilépticos, asmáticos, argentinos con enfermedades coronarias y con antecedentes de cirugías cardíacas, que toman medicamentos que ya se les acabaron y que no se consiguen en la isla o son muy caros. Muchos de ellos siguen alquilando espacios donde vivir y se están quedando sin dinero.
Una opción
Sin novedades firmes por ahora del gobierno argentino, Lucía cuenta que analizan la posibilidad de contratar un chárter privado para regresar. Para ello, de todos modos, necesitan la aprobación de cancillería.
"En los vuelos de repatriación programados no figuramos. Necesitamos volver cuanto antes", dice, y ahonda en esta chance. Claudia Daher Ponson es brasileña, vive hace treinta años allí y los está ayudando para conseguir un vuelo. A algunos de ellos incluso los hospedó en su casa. A todos les brinda acompañamiento. Abrió una campaña en redes sociales para pedir ayuda económica y poder contratar el servicio. A ella se aferra Lucía.
Alrededor del mundo, aún hay cerca de diez mil argentinos que quedaron varados tras la declaración de la pandemia y el cierre de fronteras de la mayoría de los países afectados.
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