Coronavirus: en las ferias municipales, hay agentes que controlan que se cumpla la distancia social
El aroma ahumado de algunos fiambres se entremezcla con el del pescado fresco en la Plaza Martín de Álzaga, en Palermo. Los vecinos toman un metro de distancia en todos los puestos para hacer las compras. "¿Alguna persona mayor de 65 años en la fila?", pregunta Luis Reinoso, uno de los 50 fiscalizadores que recorren los puntos de alto tránsito para desalentar la concentración de personas y verificar que los comerciantes cumplan el nuevo protocolo de sanidad frente al avance del nuevo coronavirus . "¡Yo! Por fin, un beneficio por ser una persona de mi edad", bromea Marcela Padilla, de 71 años.
Con el uniforme negro y azul y guantes, Reinoso señala: "Tradicionalmente nuestro rol era inspeccionar que en las ferias se cumplan las medidas de higiene y que se respeten los precios concertados de los productos. A partir del lunes, incorporamos el Protocolo de Sanidad".
Sobre las nuevas tareas, explica: "Además de hacer mantener la distancia entre clientes y priorizar a los adultos mayores, controlamos que los feriantes cumplan con el lavado de manos frecuente, la disposición de dispensers de alcohol en gel, que los materiales estén higienizados y que se usen guantes de látex, conforme al nuevo protocolo".
"El operativo se realiza con personal en calle y de manera virtual, gracias a la ayuda del centro de monitoreo de transporte, que informa los puntos en donde hay mayor concentración. A su vez, hay equipos especiales en las Ferias de Abastecimiento Barrial todos los días", explican fuentes del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad.
"Las principales inquietudes provienen de los adultos mayores, que preocupados me preguntan si van a continuar las ferias y qué medidas de prevención pueden tomar. Muchos de ellos viven por la zona y prefieren la alternativa de espacios al aire libre, antes que encerrarse en un supermercado y correr el riesgo de contagiarse", señala Reinoso.
Cuando el reloj marca las 11.30, la feria llega a su horario pico. Con la mirada atenta en el público que se va congregando, Reinoso agrega: "La incorporación de los números de atención en los puestos ayudó a mantener el orden. De igual manera, hay que estar pendiente todo el tiempo y, sobre todo, a esta hora que suele estar concurrido. Afortunadamente, la gente busca preservarse en este contexto y los feriantes están tomando todos los recaudos".
En el caso en que se declare la cuarentena general y obligatoria en todo el país, se estima que las ferias de abastecimiento, al tratarse de un servicio de insumos de primera necesidad, seguirán funcionando regularmente, según explican fuentes del gobierno porteño.
Precauciones
Con el barbijo que le cubre la mitad del rostro y una valija en mano, Carmen Piamonte, de 60 años aguarda en la fila del puesto de fiambres para abastecerse durante el aislamiento. "Quise evitar el transporte público y me vine en auto para hacer las compras más cómoda", señala.
"Dame tres docenas de huevos, por favor", dice Marianela Maldonado, de 32 años al feriante. "Estoy trabajando en casa por la cuarentena y vivo sola así que prefiero estar stockeada" agrega.
Patricia Arce, de 51 años, lleva colgada una bolsa ecológica, en la que lleva frutas y verduras. Con guantes, toma una hoja con la lista de productos que necesita para llevar a casa. "Asisto a una persona de 93 años. Por eso, me tengo que cuidar. Ya hice compras en el supermercado, así que por el momento no tengo planeado volver a salir".
Un dispenser de alcohol en gel, una botella de desinfectante y toallitas de higiene reposan en el mostrador del puesto de los pescados. Siguiendo el protocolo, Emanuel Dominich atiende a los usuarios. "Implementamos la atención con números para que no se amontone la gente. La cantidad de clientes no varió demasiado al resto de los días, pero sí me pidieron más que de costumbre. Algunos me hicieron encargos para mañana. Espero que los proveedores sigan trabajando", dice el feriante que, como muchos de los comerciantes, ofreció su teléfono para atender pedidos.
"Yo estoy tomando los recaudos necesarios. Por eso, traté de comprar en la feria que es al aire libre, y así evitar, en lo posible, los espacios de mucha circulación. Pero no me parece que haya que entrar en pánico. Voy a llevar la misma cantidad de alimentos que siempre", dice Candelaria Rodríguez, de 51 años.
Un dejo de preocupación se deja ver en el rostro de Margarita Montoya, de 73 años, desde el puesto de fiambres. "Me entristece no poder visitar a mi esposo que está en el sanatorio. Pero entiendo que me tengo que cuidar y cuidar a el también. Solo estoy saliendo al balcón para hablar con los vecinos y aplaudir por los que están poniendo el cuerpo para luchar contra el coronavirus".
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