Alimentada por nuestra falta de inmunidad contra el SARS-CoV-2, esta pandemia que llegó sin anunciarse está sometiendo a los sistemas sanitarios a una demanda impensada. Para enfrentarla, epidemiólogos, infectólogos y sanitaristas se fijaron dos prioridades. Una es "achatar la curva" de casos en la Argentina. La otra, disminuir la mortalidad de este cuadro que se ensaña principalmente con la población mayor, y en especial con las personas que tienen comorbilidades tales como cardiopatías, hipertensión, diabetes o enfermedades respiratorias.
En un escenario de aumento abrupto de casos, las unidades de terapia intensiva, que en nuestro país sufren carencias crónicas, jugarán un rol protagónico en la atención del 5% de los que, se calcula, desarrollan complicaciones muy graves.
Este no es un dato menor para la doctora Rosa Reina, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI). Según la especialista, la dotación de camas, equipamiento y personal de cuidados críticos con que contaba el sistema de salud local antes de que comenzara la pandemia "no es suficiente para los pacientes que podemos esperar, aunque no se sabe exactamente cuántos serán".
El equipamiento no es suficiente para los pacientes que podemos esperar, aunque no se sabe exactamente cuántos serán
Antes de que comenzara a propagarse el virus, ese número se calculaba, para todo el país, en unas 8560 camas de adultos y 1778 pediátricas. Pero una cama no es considerada "operativa" si carece del equipo humano y tecnológico indispensable para brindarle atención al paciente que la ocupa. La SATI estima en unos 2400 el número de médicos intensivistas, de los cuales aproximadamente 1900 son de adultos y el resto, pediátricos.
Solo un 60 o 70% de las camas contarían con respirador, monitor multiparamétrico (un equipo que sirve para medir los signos vitales del paciente), y bomba de infusión (que inyecta fluidos, medicación o nutrientes en el sistema circulatorio). Los médicos, enfermeros y personal de maestranza tampoco son suficientes.
"Las camas de terapia intensiva normalmente están ocupadas en un 60 a 70%, de acuerdo con la época del año, por otras patologías que van a seguir presentándose –dice Reina–. La cantidad de enfermeros con que contamos es muy baja en muchos lugares, La relación entre estos y los pacientes es de uno cada tres, respectivamente, cuando debiera ser uno cada dos. Lo mismo en el caso de los médicos: tenemos más pacientes por médico de lo aconsejable. No es de ahora, la situación viene así desde hace mucho tiempo. De hecho, cuando fue la pandemia de gripe H1N1 se pusieron en evidencia las dificultades que tenemos en las terapias intensivas. Lo que pasa es que esto parece ser mucho peor. Lo hablamos con los ministros, que están muy conscientes de la situación".
El peor escenario, para Reina, es que se reproduzca en el país la situación de España e Italia."Estamos entrenando a nuestros colegas porque vamos a necesitar más recursos humanos –destaca–. Hay prácticas que solo podemos realizar los especialistas en cuidados críticos; por ejemplo, intubar a un paciente es algo reservado a intensivistas y anestesistas".
Estamos entrenando a nuestros colegas porque vamos a necesitar más recursos humanos
Otro punto igualmente preocupante es el de los insumos para protección del personal de salud. "Actualmente no tenemos los indispensables –agrega Reina–. Los diferentes ministerios nos dicen que están comprando una cantidad suficiente, pero no sabemos cuál es la capacidad de los productores para abastecernos en esta situación de enorme demanda. Incluso en los países desarrollados no dan abasto. Algunos son importados; otros, se fabrican en el país. Esperamos que puedan hacerlo con la celeridad que necesitamos".
Para afrontar la emergencia, tanto el gobierno de la Ciudad como el de la provincia de Buenos Aires ya dispusieron reforzar la contratación de personal. El jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y su ministro de Salud, Fernán Quirós, anunciaron que se agregarán 100 camas en áreas de cuidados intensivos, llamarán a 200 enfermeras retiradas recientemente e incorporarán a 50 médicos especializados en terapia intensiva. Además, se puso en marcha un plan de activación progresiva de salas de internación a medida que el número de pacientes aumente.
Gracias a un decreto firmado por Axel Kicillof, la cartera sanitaria de la provincia de Buenos Aires, encabezada por Daniel Gollán, sumará de forma temporaria más de 3700 profesionales: 2000 enfermeros, 500 terapistas de adultos y pediátricos, 100 médicos clínicos de adultos y pediátricos, 500 generalistas, 500 licenciados en kinesiología, 80 bioquímicos, 80 psicólogos y trabajadores sociales y 20 infectólogos.
"En la provincia hay 800 camas de terapia intensiva activas –detalla Juan Manuel Riera, director de hospitales–. Estamos difiriendo las actividades programadas por un plazo de por lo menos 30 días, siempre y cuando no sea en perjuicio de las personas que sufren patologías preexistentes. Con esta y otras medidas, confiamos en alcanzar las 2200. Si sumamos las camas provinciales más las municipales, más los módulos hospitalarios que está haciendo la Nación en las Unidades de Pronta Atención (UPA), llegamos a 3100. Eso nos dará una dotación importante para hacer frente a la mayor demanda".
En cuanto a los equipos,el país está comprando respiradores y tanto la Universidad de Rosario como dos empresas cordobesas anunciaron que acelerarán su fabricación. De un número estimado en unos 8500 (en la Argentina nunca se relevó el número de respiradores), según la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (Adimra), se buscará elevar el número a 10.000 en los próximos 30 días. Ambas compañías, Leistung y Tecme, intentarán triplicar su producción hasta junio para abastecer solamente al mercado interno, ya que cancelaron las exportaciones hasta nuevo aviso.
Estamos difiriendo las actividades programadas por un plazo de por lo menos 30 días
Pero no solo son necesarios los respiradores. Para que 11.000 o 12.000 de esos equipos funcionen, se conformó una "Mesa Nacional del Oxígeno", cuenta el infectólogo Tomás Orduna, especialista en medicina del viajero del Hospital Muñiz, hoy abocado a la pandemia.
Para llevar una cuenta minuciosa de todos los recursos necesarios en el cuidado crítico, el Gobierno diseñó una herramienta informática que permitirá a instituciones públicas y privadas informar en detalle de qué capacidades dispone. "Estamos consolidando esos datos durante el fin de semana –afirma Alejandro Costa, subsecretario de Estrategias Sanitarias – y aspiro a que el lunes tendremos disponible un seguimiento en tiempo real de cuántas camas tenemos, cuáles se ocupan y cuáles se liberan".
"La verdad es que nuestro gobierno tomó las decisiones tempranamente –concluye Reina–. Nos ha convocado a todas las sociedades científicas y expertos. Las medidas son antipáticas. No van a hacer desaparecer la infección o el contagio. Vamos a tener un pico, que no podemos evitar, que probablemente se dé en la primera semana de abril, de acuerdo con el mejor escenario. El peor sería que lleguemos a mayo con un pico alto. Los profesionales de la salud sabemos lo que tenemos que hacer. La población nos tiene ayudar quedándose en casa, para que los casos vayan llegando más lentamente. No es lo mismo recibir 50 pacientes que 1000".
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