Coronavirus. El aumento de casos de ACV en jóvenes con coronavirus desvela a los médicos en Estados Unidos
WASHINGTON.- Cuando recibió el mensaje de presentarse a trabajar en el Hospital Monte Sinaí Beth Israel de Manhattan, el doctor Thomas Oxley ni siquiera estaba en la lista de médicos de reserva. Le dijeron que la sala de emergencias estaba llena de pacientes con ACV, y que lo necesitaban de urgencia en el quirófano.
A primera vista, el historial médico del paciente parecía impecable. No tomaba medicación alguna ni padecía enfermedades crónicas. Se venía sintiendo bien, se quedaba en su casa, como la mayor parte del país durante la pandemia de coronavirus y de pronto, sin previo aviso, empezó a tener problemas para hablar y para mover el lado derecho de su cuerpo. El diagnóstico por imágenes reveló una gran obstrucción en la región izquierda del cerebro.
Cuando vio la edad del paciente y su estatus pandémico se quedó helado: 44 años, Covid-19 positivo. El hombre era uno de los muchos recientes casos de personas de entre 30 y 40 años con coronavirus que ingresaban de urgencia con accidente cerebrovascular. La edad promedio para ese tipo de graves ataques cerebrales es de 74 años.
Cuando Oxley empezó el procedimiento para remover el coágulo, observó algo que nunca antes había visto. En los monitores, el cerebro suele verse como una maraña de garabatos negros –"como un plato de tallarines", ejemplifica Oxley–, que brinda un mapa de los vasos sanguíneos, y los coágulos suelen aparecer como puntos blancos. Cuando Oxley empezó a utilizar una especie de aguja para extraer el coágulo, vio como alrededor del mismo se formaban nuevos coágulos, en tiempo real. "Es una locura", recuerda haberle dicho a su jefe.
Aumento exponencial de casos de ACV
Los informes de casos de ACV entre jóvenes y personas de mediana edad –no solo en Nueva York, sino en muchos hospitales de lugares muy golpeados por el coronavirus–, son el giro más reciente de nuestra comprensión de la enfermedad a la que parecen conectados, el Covid-19. Aunque el virus ha infectado a casi 3 millones de personas en todo el mundo y se ha cobrado casi 200.000 vidas, sus mecanismos biológicos siguen escapando a la comprensión de las mentes científicas más brillantes. Mientras que al principio se lo consideraba un patógeno que atacaba básicamente los pulmones, resultó ser un enemigo colosal capaz de afectar casi todos los sistemas de órganos del cuerpo.
Hasta hace poco, prácticamente no había datos duros sobre la relación entre Covid-19 y accidentes cerebrovasculares.
Hubo un informe que surgió en Wuhan, China, y que mostraba que algunos pacientes internados habían sufrido ACV, muchos de los cuales estaban muy enfermos y eran muy mayores. Pero esa conexión fue considerada "más bien una corazonada de un montón de gente inteligente", dice Sherry H-Y Chou, neuróloga e intensivista del Centro Médico de la Universidad de Pittsburg.
Los informes de casos de ACV entre jóvenes y personas de mediana edad –no solo en Nueva York, sino en muchos hospitales de lugares muy golpeados por el coronavirus–, son el giro más reciente de nuestra comprensión de la enfermedad a la que parecen conectados, el Covid-19.
Pero ahora, por primera vez, tres grandes centros médicos de Estados Unidos se están preparando para publicar datos sobre el fenómeno de auge de casos de ACV relacionados con el Covid-19. La muestra sigue siendo pequeña, un par de decenas de casos en cada institución, pero brinda una nueva perspectiva de lo que el virus le hace a nuestro cuerpo.
Un ACV, o accidente cerebrovascular, es una repentina interrupción del flujo sanguíneo, un problema complejo de causas diversas que se presenta también de maneras diversas. Puede ser causado por problemas cardíacos, por obstrucción arterial debida al colesterol, o incluso por el consumo de drogas. Los micro-ACV, accidentes isquémicos transitorios, no dejan daño permanente y suelen resolverse solos en el transcurso de unas 24 horas. Pero los graves pueden tener consecuencias catastróficas.
El estudio a punto de ser publicado sugiere que el tipo de ACV que sufren los pacientes con coronavirus es de los más letales. Conocidos como oclusión de grandes vasos (LVO, por su sigla en inglés), ese tipo de ACV puede borrar de un plumazo grandes zonas del cerebro, como las responsables del movimiento, el habla o la toma de decisiones, ya que afectan las grandes arterias que suministran sangre.
Muchos investigadores sospechan que los ACV en pacientes con Covid-19 pueden ser consecuencia directa del mismo trastorno en la sangre que los hace fabricar trombos en todo el cuerpo.
Los trombos que se forman en las paredes de los vasos de las piernas, por ejemplo, pueden migrar hasta los pulmones, causando un bloqueo conocido como tromboembolia pulmonar, que produce una falla respiratoria, causante de muerte en muchos pacientes con Covid-19. Los trombos que se forman dentro o cerca del corazón pueden conducir a un infarto, otra causa común de muerte en pacientes con coronavirus. Y los coágulos que se formen más arriba probablemente terminarán en el cerebro, causando un ACV.
Robert Stevens, médico intensivista del Hospital John Hopkins de Baltimore, describe esos accidentes cerebrovasculares como "una de las manifestaciones más dramáticas" de los trastornos de coagulación de la sangre en pacientes con Covid-19. "Hemos tratado pacientes menores de 40 años con Covid y ACV, algo extremadamente sorprendente", dice Stevens.
Como durante el pico de contagios el Departamento de Bomberos de Nueva York está sacando el cuádruple de personas muertas en sus hogares de lo que suele ocurrir, a muchos médicos les preocupa que algunas de esas personas hayan muerto por un repentino ACV. La verdad tal vez nunca se sepa, ya que se realizan pocas autopsias sobre esos cuerpos.
Chou dice que resta saber si esos trombos son consecuencia directa de un ataque del virus sobre los vasos sanguíneos o son "fuego amigo", una respuesta desordenada del sistema inmunológico del cuerpo.
Las preguntas que se hace la ciencia
"¿No será que en sus intentos de combatir el virus, la respuesta del sistema inmunológico termina dañando el cerebro?", se pregunta Chou, quien espera contestar esa y otras preguntas a partir de una revisión exhaustiva de casos de ACV y otras complicaciones neurológicas en miles de pacientes con Covid-19 atendidos en 68 centros médicos de 17 países.
Los Hospitales de la Universidad Thomas Jefferson, que opera 14 centros médicos en Filadelfia, y el Centro de Salud Langone de la Universidad de Nueva York descubrieron que 12 de sus pacientes tratados por grandes obstrucciones sanguíneas en el cerebro durante un periodo de tres semanas tenían el virus. El 40 por ciento de ellos tenía menos de 50 años, y casi ninguno tenía factores de riesgo. Los resultados del informe de estos centros médicos están siendo cotejados por una revista científica antes de su publicación, confirma Pascal Jabbour, neurocirujano del Thomas Jefferson.
Jabbour y el coautor del informe, Eutan Raz, profesor adjunto de neurología de Centro Langone, dicen que los ACV en pacientes de Covid-19 desafía la lógica convencional. "Cuando hablamos de una oclusión de los grandes vasos sanguíneos del cuerpo (LVOs), un paciente de 60 años es considerado joven", dice Raz en referencia al tipo más letal de ACV. "Nunca habíamos visto tantos casos de pacientes de 50, 40 y 30 años."
Raz también se pregunta si no estarán apareciendo más pacientes jóvenes porque son mas resistentes que los adultos mayores a los trastornos respiratorios causados por el Covid: "O sea que sobreviven a la cuestión pulmonar, pero después terminan cayendo por otras complicaciones."
Robert Stevens, médico intensivista del Hospital John Hopkins de Baltimore, describe esos accidentes cerebrovasculares como "una de las manifestaciones más dramáticas" de los trastornos de coagulación de la sangre en pacientes con Covid-19.
Oxley dice que lo más importante que la gente tiene que saber es que incluso los ACV con obstrucciones grandes son muy tratables. Por lo general, los médicos lograr desbloquear la obstrucción con intervenciones que van desde la remoción del coágulo hasta la colocación de stents. Pero tiene que realizarse de inmediato, idealmente, durante las primeras 6 horas, y nunca pasadas las 24 horas de producirse el ACV. "El mensaje que queremos transmitir es que ante síntomas de ACV hay que llamar urgentemente a la ambulancia."
En cuanto al hombre de 44 años sin comorbilidades que obligó al doctor Oxley a correr hasta el quirófano aquel día de fines de marzo, los médicos lograron extraerle un enorme coágulo del cerebro, pero el paciente sigue complicado. Esta semana, más de un mes después de si ingreso por guardia de emergencias, sigue internado.
©The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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