Coronavirus: Diez días a contrarreloj para controlar la variante Manaos en una unidad del Hospital Gutiérrez
Hubo 25 casos, incluido el infectólogo Eduardo López, entre el personal de un área no Covid en el centro de referencia pediátrico porteño; insisten en la recomendación de no ir a trabajar con síntomas
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El viernes 16 de abril se activó una alerta en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez: una enfermera que había ido a trabajar con síntomas leves, de esos que se tienden a subestimar, se convirtió en el primer caso de Covid-19 de una cadena de contagios que demandó 10 días controlar.
El brote alcanzó a 25 trabajadores del hospital, sobre todo médicos y enfermeros de la Unidad 9 de Infectología de atención no Covid. Todos, excepto un caso, estaban vacunados con dos dosis de la Sputnik V hacía más de un mes. No hubo pacientes pediátricos afectados, según se indicó.
Con la alerta, intervino el área de Epidemiología y el Laboratorio de Virología. A la semana, empezaron a aparecer más casos. Se relevaron contrarreloj los contactos dentro del hospital, se desplegó una batería de medidas de control, se analizaron muestras y se determinó que el brote lo estaba causando la variante Manaos, de mayor transmisibilidad.
“Esta vez, se diseminó con más rapidez que lo que conocíamos del año pasado, pero enseguida pudimos cortar la transmisión en el hospital. No le dimos tiempo al virus. El 26 de abril ya no hubo más casos y todos los integrantes del equipo de salud que se contagiaron tuvieron una buena evolución y ya están trabajando”, detalla Ángela Gentile, jefa de Epidemiología del Gutiérrez.
Uno de ellos fue el infectólogo Eduardo López, que dirige el Departamento de Medicina del hospital. Ya de vuelta en su puesto de trabajo, después de un aislamiento de 10 días en su casa, cuenta a LA NACION que pasó sin sobresaltos la enfermedad sobre la que tantas preguntas responde a diario desde el año pasado. “Fue un cuadro leve”, dice sobre sus días como paciente. “No tuve fiebre ni tos, un cuatro leve, como el de los demás, con dolores musculares, congestión nasal y disfonía”, relata. El tratamiento incluyó cumplir el aislamiento y mantenerse hidratado. “Nada más”, dice.
En todo momento, destaca la rapidez con la que trabajó el equipo que dirige Gentile y el Laboratorio de Virología, que secuenció el genoma viral. “Todo se pudo hacer en el Gutiérrez”, agrega. La jefa del laboratorio, Alicia Mistchenko, le comunicó que había contraído la variante Manaos.
Síntomas
“Nos contagiamos unos seis médicos del área con personal de enfermería. Fue un brote en corto tiempo que no se extendió por las medidas de control que se implementaron –dice–. El personal de salud se infecta y este brote sirve para reforzar una vez más la recomendación de que ante el menor malestar hay que consultar rápidamente. Es necesario insistir en que la persona que tenga algún síntoma respiratorio, por más leve que lo considere, no debe ir a trabajar, sea o no personal de salud, y menos aún si tiene fiebre. Y otro mensaje importante es que la vacuna, aun con dos dosis, no previno la enfermedad, sino atravesarla en una forma leve.”
Eso también es algo que destaca Gentile. “La vacuna no es mágica y es fundamental no perder de vista los protocolos. El brote se pudo manejar bien con las medidas que se implementaron cuando se dio la alerta –señala–. Puede pasar, pero lo importante es que los servicios de Epidemiología de los centros de salud estén atentos para intervenir rápido en este tipo de situaciones. El escenario epidemiológico es complicado, de alta transmisibilidad, y los hospitales no son ajenos a eso; hay que poder implementar las medidas de control inmediatamente.”
En la investigación epidemiológica de un brote se despliega un equipo que tiene que identificar los casos y sus posibles contactos, determinar si son o no contactos estrechos, relevar áreas de uso común con otros sectores o grupos, notificar a la autoridad sanitaria local (Ministerio de Salud porteño) para abrir la investigación extramuros a otros posibles contactos, indicar pruebas de laboratorio e implementar una batería de medidas que permitan interrumpir la cadena de transmisión para evitar la aparición de nuevos casos.
Al ser un hospital pediátrico, Gentile explica que el personal que informa tener algún síntoma se hace un hisopado en la UFU con un seguimiento con un médico de adultos. Casos y contactos estrechos, de acuerdo con las normas nacionales, deben cumplir un aislamiento de 10 días. En este brote, cuatro de los 25 casos eran asintomáticos.
“El hospital no es una burbuja de lo que está sucediendo en la comunidad —sostiene la especialista—. Si bien este brote partió de una persona que fue a trabajar con síntomas leves [en el personal de salud, los protocolos definen que basta un solo síntoma para indicar sospecha], hay que tener siempre en claro que hay mucha circulación viral comunitaria y de ahí la importancia de comunicar la aparición de síntomas y evitar ir al trabajo. Esto se aplica a toda la población, que está cansada después de más de un año de pandemia. No hay que descuidar las medidas esenciales de autocuidado aun cuando se tenga una o las dos dosis de alguna de las vacunas disponibles.”
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