Coronavirus: depresión y ansiedad, los efectos psicológicos de una convalecencia prolongada
NUEVA YORK (The New York Times).– Cuarenta horas después de haber atendido a su primer paciente de coronavirus , el 30 de marzo pasado, Angela Aston regresó a casa con su familia y tenía tos. "¡Ay, tenés la garganta irritada!", le dijo su esposo. De inmediato pensó que tal vez estaba infectada de Covid-19. Debido a su formación, Aston, de 50 años, estaba segura de que sabría cómo manejar sus síntomas, así que se encerró en su habitación para hacer su aislamiento y descansar.
Para el día 50 de su enfermedad, esa certeza se había esfumado por completo. A finales de mayo, todavía sufría fiebre y fatiga a diario. Cada noche se iba a la cama preocupada por la posibilidad de que su respiración se deteriorara de repente. Le resultó especialmente difícil explicarles a sus colegas, amigos y familia que seguía enferma después de ocho semanas.
"Sentía este estigma, como ‘tengo esto que nadie quiere cerca’", comentó Aston. "Te hace sentir deprimida, ansiosa porque creés que no va a acabar nunca. Algunas personas le preguntaban a mi esposo: ‘¿Todavía no ha mejorado?’. Empiezan a pensar que estás inventando todo".
Aston halló cierto consuelo psicológico en un grupo en línea, fundado por la organización dedicada al bienestar Body Politic, en el que más de 7000 personas comparten sus experiencias como enfermos "de largo plazo" de Covid-19, aquellos que han padecido la enfermedad durante varios meses.
Además de hablar acerca de sus síntomas físicos, muchos miembros del grupo de apoyo han manifestado cómo se ha deteriorado su salud mental debido a la enfermedad. Decenas escribieron que los meses que llevan enfermos han contribuido a que experimenten ansiedad y depresión, exacerbadas por las dificultades para conseguir acceso a servicios médicos y la interrupción en sus rutinas laborales, sociales y de ejercicio físico.
Encuestas
Al principio de la pandemia, un mito persistente entre los pacientes y algunas autoridades de salud era la idea de que el Covid-19 era una enfermedad corta. Apenas hace unos meses comenzó a ponerse más atención a quienes la han padecido durante mucho tiempo. En grupos de apoyo en línea como Body Politic y Survivor Corps, los enfermos han realizado encuestas y reportes informales para estudiar el curso de su enfermedad.
Natalie Lambert, investigadora de la salud en la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana, hizo hace poco una encuesta en la que participaron más de 1500 pacientes de enfermedad prolongada través de la página de Facebook de Survivor Corps y descubrió varios síntomas psicológicos en común. Observó que la ansiedad ocupa el octavo lugar entre los más comunes, al ser mencionada por más de 700 participantes. La dificultad para concentrarse también fue otro de los más comunes, y más de 400 dijeron sentir "tristeza".
Teodor Postolache, psiquiatra de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, calcula que entre un tercio y la mitad de los pacientes de Covid-19 experimentan algún tipo de problema de salud mental como ansiedad, depresión, fatiga o patrones anormales de sueño.
Quienes no están infectados también tienen problemas de salud mental durante la pandemia. Un estudio publicado en junio por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades reveló que síntomas como la ansiedad y la depresión aumentaron significativamente entre abril y junio en comparación con el mismo periodo del año pasado. Este estudio descubrió que se reportaron síntomas de salud mental adversos desproporcionadamente entre los adultos jóvenes, adultos negros e hispanos y trabajadores esenciales. La organización sin fines de lucro National Alliance on Mental Illness ha observado un aumento del 65 por ciento en el número de personas que utilizan su línea de ayuda para tener acceso a recursos de salud mental desde que estalló la pandemia.
"La respuesta de salud pública a la pandemia debe incluir atención a las consecuencias que tiene en la salud mental", señaló Mark Czeisler, uno de los autores del estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Chimére Smith, de 38 años, maestra de secundaria en Baltimore, cumplió seis meses de sufrir síntomas de Covid-19 hasta hoy. El 22 de marzo, hablaba por teléfono con su terapeuta cuando comenzó a sentir un cosquilleo en la garganta, que, para esa noche, se había convertido en ardor. Comentó que sus síntomas se presentaron como una "rueda del infortunio" que giraba a diario entre la náusea, la diarrea y el dolor de cabeza.
En este periodo, ha acudido a la sala de urgencias 12 veces. A mediados de abril modificó su testamento. Describió una confusión mental persistente que le dificulta estructurar oraciones, mientras que antes de la pandemia "parecía un diccionario andante". Cuando cayó en cuenta de que debido a la fatiga no podría volver a dar clases de inglés, lloró.
Para el cuarto mes de su enfermedad, Smith incluso había considerado acabar con su vida. "Pensé: ‘¿Quién querría vivir así?’", relató. "Sentía la necesidad de saltar fuera de mi propio cuerpo".
Grupos de apoyo
Smith es uno de los muchos casos de pacientes con enfermedades prolongadas que, al igual que Aston, experimentaron una mejoría en su salud mental después de unirse a los grupos de apoyo en línea Body Politic y Survivor Corps, donde comparte consejos para lidiar con sus síntomas mentales y físicos. Smith afirmó que en esos encuentros virtuales la ayudaron a superar sus pensamientos suicidas.
A otros pacientes les ha servido que en esos grupos alguien les diga que sus síntomas no son imaginarios. "Decenas de personas tienen cada uno de los síntomas que he experimentado", explicó Angela Vázquez, de 33 años, paciente en Los Ángeles. "No es posible que suframos una alucinación colectiva".
Aunque los grupos en redes sociales proporcionan validación, también existe cierto riesgo. Los que no moderan su contenido pueden contribuir a la difusión de información errónea cuando los usuarios comparten consejos médicos no verificados. (Survivor Corps requiere que las personas pongan los vínculos de fuentes confiables y Body Politic emplea voluntarios para moderar las publicaciones). Los miembros de apoyo a veces también refuerzan inadvertidamente los temores de los demás mediante una discusión detallada de sus propias experiencias médicas, según Jo Daniels, psicóloga de la Universidad de Bath y autora de un estudio reciente en la revista American Psychologist sobre Covid-19 y la salud mental.
Algunas personas que han estado enfermas durante largo tiempo dijeron que sus médicos recomendaron limitar el tiempo que pasaban en estos grupos diariamente para que pudieran procesar la información sin sentirse abrumados.
Teorías
Algunos inmunólogos han deducido que quizás los síntomas de los pacientes con enfermedades prolongadas persisten porque albergan fragmentos de genes virales que no son infecciosos, pero sí disparan reacciones violentas del sistema inmunológico. Sin embargo, se sabe muy poco acerca del impacto del Covid-19 a largo plazo, no solo porque la enfermedad es nueva, sino porque todavía existen amplios vacíos en nuestra comprensión de los efectos de las infecciones virales a largo plazo.
Muchas personas que han estado enfermas durante largo tiempo dijeron que su salud mental se veía afectada cuando se enfrentaban al escepticismo sobre sus síntomas por parte de amigos, familiares e incluso proveedores de salud. Señalaron numerosos estudios que las mujeres mostraban que los proveedores médicos tenían más probabilidades de subestimar los niveles de su dolor y diagnosticar erróneamente sus afecciones. Smith dijo que durante su primera semana de enfermedad, su médico sugirió que podría tener una infección sinusal en vez de Covid-19. A Vázquez le indicaron que su dificultad para respirar podía ser producto de la ansiedad. Gina Assaf, una consultora de Washington que ayudó a escribir el reporte de Body Politic, precisó que para la sexta semana de la enfermedad, su médico le preguntó si sus síntomas podrían ser alergias.
Interrupciones
La pandemia ha causado estrés mental para muchos al perturbar las rutinas sociales, laborales y de ejercicio. Pero estas interrupciones suelen ser peores para quienes permanecen enfermos durante largo tiempo. Algunos se aíslan de la comunidad, en parte porque están enfermos, pero también porque se resisten a explicar problemas físicos y mentales que ellos mismos no entienden. Las actividades en las que normalmente confían para aliviar el estrés, como el ejercicio, son difíciles o imposibles de realizar. En la encuesta de Lambert, la "incapacidad para hacer ejercicio o mantenerse activo" fue el quinto síntoma más comúnmente comunicado, citado por 916 encuestados.
La incapacidad para trabajar y la sensación de improductividad también pueden obstaculizar la salud mental, según la National Alliance on Mental Illness. La pérdida de ingresos y de seguro médico trae consigo su propia forma de ansiedad.
"Mi médico dijo que lo más importante es 'desestresarse' completamente", dijo Jenna Bitar, de 28 años, que contrajo coronavirus y que fue puesta en licencia por su empleador en marzo. "¿Pero cómo evito el estrés cuando ni siquiera sé si podré pagar mis facturas médicas? No tengo trabajo".
Un recurso que contribuye en gran medida a la salud mental de los pacientes es la validación de los amigos, la familia y los colegas, subrayó Lambert. También instó a los médicos de atención primaria a que se mantengan al día sobre las investigaciones más recientes para que puedan proporcionar información adecuada a sus pacientes, y a los investigadores clínicos a que sigan estudiando los efectos de la enfermedad en la salud mental y las habilidades cognitivas.
Daniels, la psicóloga de la Universidad de Bath, señaló que los investigadores deberían estudiar estrategias para mejorar la salud mental, dado el gran número de personas que recurren a mecanismos de defensa negativos como el abuso de sustancias.
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