Coronavirus: las cuatro enseñanzas que le dejó el Covid-19 a una pediatra argentina que se contagio en Jordania
"Todos somos vulnerables y esta lucha es de todos", así resume Magdalena Goyheneix (43), una pediatra argentina riunda de San Isidro que dedica su vida a la ayuda humanitaria a la que el destino invirtió los roles, y al contraer Coronavirus esta vez fue ella quien estuvo al cuidado de otros lejos de su hogar sin poder regresar. Actualmente Goyheneix trabaja en el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la agencia de la ONU para los refugiados. "Estaba en una misión humanitaria con ACNUR en Jordania, donde la agencia trabaja activamente para ayudar a salvar la vida de miles de personas refugiadas, obligadas a abandonar su hogar. Pero decidimos adelantar el regreso debido al avance de la pandemia y en nuestro tránsito en Londres comencé con los síntomas", relata la pediatra hoy, ya recuperada del virus que desvela a la humanidad. Así fue como transitó los días de infección aislada en la casa de un amigo en Londres. "Al principio, como mucha gente, pensé que a mí no me iba a pasar, hasta que caí en la cuenta de que los síntomas que tenía eran compatibles con Covid-19, por lo que reporté esto a las autoridades sanitarias en Londres", explica. Pero sin duda el peor momento lo vivió cuando su cuadro empeoró. "Fue un momento en el que tuve muy clara la sensación de vulnerabilidad, la enfermedad nos enfrenta a nuestra propia fragilidad y también a nuestra fortaleza. Todo ese tiempo mi energía estaba puesta en el minuto a minuto para recuperarme", recuerda emocionada en la charla que mantuvo con LA NACIÓN y comparte cuatro enseñanzas que le dejó la experiencia:
- Nadie está exento de nada. "Hoy sos médico y mañana sos paciente. Vivimos en un mundo interconectado y lo que sucede del otro lado del mundo no nos es ajeno. La pandemia nos muestra cómo somos interdependientes. Pero esto no es nuevo, solo que ahora lo estamos viendo. Estamos en el mismo barco, pensemos en otros ejemplos como el hambre, la malaria, las personas refugiadas; o el medio ambiente. Quizás antes no era tan evidente que lo que pasaba en otro lugar tiene que ver conmigo, y lo que yo hago en mi lugar también le va a afectar al otro".
- Estamos viviendo uno de los llamados más grandes de la historia de la humanidad a ser solidarios. "Esta crisis es una oportunidad para sacar nuestra mejor versión. Me siento transformada, la vida no deja de enseñarme. Agradecida de estar viva y de tener la oportunidad de seguir aportando a la construcción de un mundo mejor. Soy una convencida de que la esperanza y las buenas acciones también son contagiosas. Es fortuito donde nacemos, cada individuo es una persona igual que yo, igual que vos, y todos nos merecemos las mismas oportunidades. Tenemos que hacer lo mejor que podamos para que todos tengan esa misma oportunidad estén donde estén. Me siento honrada de trabajar en un organismo que justamente trabaja en ese sentido. ACNUR brinda protección y asistencia en cualquier lugar del mundo a cualquier persona forzada a huir, que además de perder sus seres queridos, o sus pertenencias, muchas veces lo que pierden son las oportunidades".
- Sentí en carne propia lo que se vive cuando uno quiere volver a casa y no puede. "Estar lejos fue duro. Sentía una necesidad muy grande de volver a mi casa, a mi refugio, con los míos. En esta situación tan extrema e inesperada no pude evitar pensar fuertemente en los refugiados con los que trabajo, que se vieron forzados a abandonar su hogar y que no tienen la posibilidad de volver a sus casas".
- El Covid-19 cruzó todas las fronteras y nos está enseñando a cruzar la de la indiferencia. "Tenemos una gran oportunidad para vencerla: donde abunda el peligro, crece lo que salva. La pandemia del coronavirus nos muestra que el bienestar y la salud de uno impacta en el bienestar y la salud de todos. Todos necesitamos cuidado y cuidarnos. Aún estando en aislamiento y lejos, me sentí parte de esta gran red y comunidad que somos que se llama humanidad. Somos todos parte de este mundo y esta pandemia, que nos está atravesando a todos, pone a la luz, más claro que nunca, que somos todos seres humanos, sin tantas de las diferencias en las que a veces nos focalizamos. Nos muestra que debajo de esa piel, sea del color que sea, debajo de esa vestimenta, sea lo que sea que portemos, hablemos el idioma que hablemos y creamos lo que creamos, somos todos habitantes de este mundo... Igual de vulnerables e igual de finitos que cualquier otro.
Desde hace más de 10 años, Magdalena se dedica a la ayuda humanitaria. Ha visto las distintas realidades trabajando en terreno en países como República del Chad, Nigeria, Etiopía, República de Sudán del Sur?, Haití, entre otros, con Médicos Sin Fronteras. También se ha dedicado al abordaje de la desnutrición aguda en la Argentina, y desde hace un año se desempeña como especialista en asistencia humanitaria para Fundación Acnur. "Estamos viviendo la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Actualmente hay más de 70 millones de personas refugiadas y desplazadas en el mundo. Otro de los trágicos detalles es que más de la mitad son niños y niñas. La población de personas refugiadas es una de las más vulnerables del mundo. Imaginemos el impacto que puede tener una pandemia como esta para ellos", concluye con la certeza de quien ha visto ese sufrimiento de cerca.
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