Coronavirus. Cuál es la verdadera situación en la búsqueda de una vacuna
Llegar a una vacuna contra el coronavirus podría tomar más tiempo y el camino hacia la meta resultaría mucho más equívoco de lo que suelen anunciar a la prensa los grandes laboratorios del mundo, según surge de los informes que varias de esas mismas compañías farmacéuticas presentan de manera habitual ante la Comisión de Valores de los Estados Unidos (SEC, en inglés).
Esos informes muestran que algunos laboratorios se encuentran más avanzados que otros. Hasta ahora, solo diez de las 155 posibles vacunas contra el Covid-19 han llegado a la fase de experimentación acotada a unos pocos voluntarios. Y de esos diez casos, sólo algunas –como la que prepara el laboratorio Moderna- han superado el filtro y pasado a la siguiente fase: su testeo más amplio, aunque con salvedades que ya explicitó la firma.
El formulario conocido como "8-K" que el propio laboratorio Moderna presentó ante la SEC detalla una lista larga de riesgos: indicó que esa posible vacuna se apoya en tecnología que jamás se utilizó antes en un producto comercial que haya aprobado la Agencia sobre Alimentos y Drogas de Estados Unidos (FDA, en inglés), que todavía está en fase de desarrollo e implementación, que su "seguridad y eficacia aún no ha sido determinada", que puede registrar "potenciales impactos adversos", y que aún requiere una revisión de las autoridades regulatorias, entre otras.
¿Significa esto que llegar a una vacuna es una fantasía? No. Pero los reportes ante la SEC, conocidos como los "formularios 8-K" contextualizan el verdadero cuadro de situación, más allá del marketing, entre las empresas que cotizan en alguna bolsa de valores de Estados Unidos y que, por tanto, deben presentar reportes ante las autoridades de ese país para uso y análisis de sus accionistas y sus potenciales inversores.
Por ese motivo, los formularios "8-K" que son de acceso público y que cotejó LA NACION permiten atisbar los desafíos reales que afrontan los investigadores en su lucha contra el Covid-19. Más aún cuando, según un relevamiento que se publicó en la revista Bioestadística de Oxford, en abril de 2019, calculó que solo un tercio de las posibles vacunas que llegan a la fase de pruebas termina siendo exitosa en el largo plazo.
Al igual que Moderna, el laboratorio Novavax presentó su propio formulario "8-K", el mes pasado. Informó que su eventual vacuna incluye ingredientes y elementos que podrían resultar "ineficaces o inseguros", y aclaró que, aún si funcionara su producto, tampoco puede descartar que resulte imposible manufacturarla a gran escala, según precisó el portal Quartz.
En la misma línea, la compañía Inovio Pharmaceuticals reportó este mes a la SEC, a sus accionistas y a potenciales inversores que tiene una posible vacuna en desarrollo. Pero clarificó que su cronograma ya previsto de producción podría retrasarse si no puede encontrar los contratistas indispensables para producirla.
¿Cuál es el sentido de presentar estos reportes? La legislación estadounidense impone a todas las empresas de cualquier parte del mundo que cotizan en ese país informarle a la SEC cada vez que algo muy bueno –por ejemplo, un descubrimiento científico– o muy malo –una acusación formal por pago de sobornos, por caso– puede influir en el valor de la compañía y, por tanto, afectar las inversiones de sus pequeños accionistas o alterar la decisión de un potencial inversor. Si las empresas omiten ese reporte, la SEC puede sancionarlas y sus accionistas demandarlas por actuar de mala fe.
Por fuera de la SEC
Los reportes permiten, además, vislumbrar los desafíos reales que presenta el camino hacia una vacuna contra el coronavirus, un desafío en el que también compiten laboratorios que no cotizan en Estados Unidos y que, por tanto, no deben rendir cuentas a la SEC. En particular, firmas de China o el Reino Unido.
Así, entre los laboratorios británicos, la firma que al parecer se encuentra en una etapa más avanzada sería AstraZeneca, que en alianza con investigadores de la Universidad de Oxford han iniciado la fase de pruebas y testeos, aunque la propia compañía pone paños fríos en cuanto a los tiempos. Aún si funciona, precisó, el desarrollo, producción y distribución conllevaría muchos meses más.
Ese será, coinciden los expertos, otro desafío mayúsculo. La jefa científica de la Organización Mundial de la Salud, Soumya Swaminathan, indicó que "si somos muy optimistas", para fines de este año podría estar disponible "un par de cientos de millones de dosis" para su distribución entre quienes afrontan mayores riesgos –médicos y policías– y la población más vulnerable –ancianos y diabéticos, entre otros–. "Para fines de 2021 tendremos 2000 millones de dosis de una a tres vacunas efectivas para distribuir", se ilusionó, para luego subrayar que su previsión "es una probabilidad", no una certeza.
En la misma senda, el epidemiólogo de cabecera de la Casa Blanca, Anthony Fauci, dijo ser "cautelosamente optimista" que una vacuna podría estar lista para fines de este año o el primer trimestre de 2021, para su posterior producción masiva y distribución, lo que ubicaría su eventual arribo a la Argentina, según expertos locales, en el próximo invierno.
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