Coronavirus en la Argentina. Reducen el uso de camas de terapia intensiva con un triage respiratorio
En los pasillos de un hospital del barrio de Palermo, un paciente con un casco que lo cubre hasta los hombros avanza en una silla de ruedas. Lo acompañan dos enfermeras con equipos de protección. El hombre tiene Covid-19.Ese dispositivo de plástico transparente que lleva ajustado a la altura del cuello lo ayuda a respirar sin dificultad mientras lo trasladan a otros servicios para hacerse algunos estudios.
El paciente es uno de los más de 40 que ya fueron atendidos en la Unidad de Soporte Ventilatorio No Invasivo (Usovni) del Hospital Fernández desde mediados de junio pasado. Ahí se aplica un triage respiratorio a quienes llegan derivados desde Emergencias, las unidades febriles de urgencia (UFU), los hoteles para el aislamiento de los casos leves y otros hospitales.
Esa unidad, que en este mes y medio pasó de tener cinco a siete camas, es única en su tipo en el país. Con distintas herramientas, revierten la insuficiencia respiratoria que causa el nuevo coronavirus y lo hacen sin procedimientos invasivos. Hasta ahora, solo seis pacientes necesitaron avanzar a terapia intensiva. El resto recibió el alta, en promedio, en entre 5 y 10 días, un tercio del tiempo de internación en terapia de los pacientes con Covid-19 con un daño pulmonar igualmente grave. En el primer mes, cinco camas evitaron la ocupación innecesaria de 30 camas de cuidados críticos del Fernández.
El casco aún llama la atención en los pasillos del hospital en alguno de los traslados que hace el equipo que coordina el neumonólogo Guillermo Montiel en el primer piso del hospital porteño de Palermo. Genera un ambiente con oxígeno y presión controlados. Se conecta a un filtro que impide que partículas virales que exhalan los pacientes se dispersen en el ambiente. Es reutilizable. "Es muy seguro", afirma Laura Vega, coordinadora de kinesiología respiratoria de la Usovni.
¿Con o sin riesgo de contagio de coronavirus?
El temor entre los profesionales con este tipo de métodos sin intubación es al contagio a través del contacto con gotas de saliva del paciente o la inhalación de las partículas virales más diminutas que queden en el aire cuando el paciente exhala.
"El casco reduce bastante ese riesgo porque no tiene una fuga intencional: se sella en el cuello, el aire que exhala el paciente se filtra a través de un filtro HEPA que retiene las partículas más pequeñas y no hay riesgo de contagio por gotas", agrega Vega. El riesgo aparece cuando eso falta y no se usan elementos de protección durante la atención. Con el área de Infectología del hospital no solo se adaptaron protocolos, sino también los elementos del equipo de protección del personal para que le cubra todo el cuerpo y prevenir contagios. A cada paciente se lo controla por lo menos siete veces por día.
Además del casco, se usan máscaras o cánulas nasales para asistir la función pulmonar mientras el paciente se recupera de la inflamación alveolar o vascular por Covid-19. Las combinan con una maniobra simple que es colocar al paciente boca abajo para mejorar su oxigenación en sangre y fármacos.
"Al principio, solo dos o tres pacientes de la unidad necesitaron pasar a terapia intensiva. Pero en un mes atendimos a 30 que, de otro modo, habrían permanecido semanas en terapia", dice Montiel. Raúl Vidal, de 56 años, se recuperó ahí en 13 días el mes pasado. Había llegado con neumonía con un traslado del SAME de un hotel donde estaba aislado con su esposa y sus dos hijos. Todos con Covid-19. "Estaba muy mal, débil, con muchos días de fiebre –cuenta a LA NACION–. El SAME me puso oxígeno y me llevó al Fernández. Enseguida, me bajaron en silla de ruedas y me internaron en la guardia mientras esperaban los resultados. La doctora Vega me informó que la tomografía mostraba una neumonía grave y me dijo: «Pero la vamos a pelear». Y lo hicieron."
En la unidad, lo trataron con dos máscaras, una bigotera y, también, el casco. "El aire ingresa a la altura del cuello –recuerda–. Lo usé día por medio, entre dos y cinco horas. El aire me ayudaba a respirar normalmente. Con los días, de a poco, me fueron bajando el oxígeno a medida que me controlaban el oxígeno en sangre. Hicieron un trabajo que me salvó. De estar muy mal, no poder caminar, hasta el punto de quedarme sin aire aunque no me daba cuenta, me siento muy bien."
Sin ser el objetivo que se habían propuesto, están recibiendo llamados de otros hospitales de la ciudad y el conurbano bonaerense para ver cómo pueden "ahorrar" el uso de camas críticas. "Es la asignación correcta del recurso que, en el sistema público de salud, es todavía más importante", agrega el coordinador médico de la Usovni. "Es la primera unidad de cuidados intermedios respiratorios del país y es lo que se está tratando de difundir porque se puede replicar en cualquier hospital o centro de atención primaria. El entrenamiento del personal demanda menos de una semana."
Triage respiratorio
Mauro Castro es kinesiólogo de la unidad y está a cargo de las ecografías para el seguimiento de los pacientes. "Esta unidad respiratoria fuera de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital permitió hacer un triage respiratorio con el que se evita que muchas personas ingresen a terapia, reducir a relativamente pocos días las internaciones y usar tecnologías sanitarias como la ecografía (pulmonar) que permite que no sea necesario hacer radiografías de rutina y que las tomografías computarizadas de tórax sea hagan solo en ciertos pacientes y en ciertas circunstancias –describe–. El uso de las terapias ventilatorias no invasivas en una unidad creada para eso (con todos los requerimientos como la del Fernández) es posible, en nuestra experiencia, de manera segura y con buenos resultados."
Todos ahí están convencidos de que la mayoría de los pacientes con Covid-19 deberían primero pasar por ese triage en lugar de la intubación inmediata para reducir complicaciones. "Tratamos la insuficiencia respiratoria con todas las herramientas disponibles cuando aún no hay evidencia en el mundo de cómo tratar esta enfermedad. Lo hacemos con sentido común y teniendo en cuenta cómo funciona el organismo con Covid-19", dice Montiel.
Mariela Ayala, es enfermera de Emergentología del Fernández. Marcelo, su padre, de 60 años llegó al hospital con neumonía grave por Covid-19. Al principio dudó si no sería mejor que fuera a terapia intensiva. Cuando pidió una segunda opinión, un jefe de servicio le dijo por la nueva unidad: "Ahí tiene una oportunidad". A los 11 días, el mes pasado, recibió el alta. "Se fue caminando, sin necesidad de oxígeno y, de a poco, fue recuperando su rutina. Empezó los controles en el Servicio de Neumonología y esperamos los resultados para saber cómo está su capacidad pulmonar y si la lesión aún está en los pulmones o ya desapareció. Me dice que se siente bien", cuenta Ayala.
Ella opina que el trabajo del equipo de Montiel "está ayudando muchísimo en el hospital a evitar el requerimiento de camas" y que el método no invasivo que aplican no aumenta el riesgo de contagio. "También mi hermano estuvo internado y, siempre con mi ambo y la protección necesaria, estuve con ellos y los tests serológicos que me hacen como personal de salud son negativos para anticuerpos, lo que quiere decir que no tuve la infección. Esto habla de la seguridad del trabajo en la unidad", dice.
La idea original en marzo, cuando empezó a organizarse la unidad, era tratar a pacientes con fibrosis quística. Con la aparición de los primeros casos de Covid-19, el protocolo se adaptó para la pandemia.
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