Coronavirus: cómo es trabajar en el buque hospital más grande del mundo
Cuando Marcelo Nahin vio atracar el lunes 30 de marzo al USNS Comfort, el buque hospital más grande del mundo, en el puerto de Manhattan, recordó los once días que pasó a bordo, en noviembre de 2018. El navío, que supera en muchos sentidos la capacidad de los hospitales en tierra, sobre todo en el caso de los países emergentes, pertenece al ejército norteamericano y ahora se encuentra en Nueva York para asistir a la emergencia sanitaria generada por el nuevo coronavirus Covid-19.
Nahin es cirujano cardiovascular. Forma parte de los Cascos Blancos, el organismo de la cancillería argentina para brindar ayuda sanitaria a otros países. Así fue como hace dos años se sumó a una misión que lo llevó a operar en alta mar, dentro de una mole que en su interior tiene 1000 camas (100 son de terapia intensiva), cuenta con el banco de sangre móvil más grande del mundo, 12 quirófanos totalmente equipados y dos plantas de producción de oxígeno.
"Estados Unidos lo diseñó para dar apoyo sanitario en conflictos bélicos, pero cuando no están en guerra hacen misiones humanitarias. El barco siempre debe estar funcionando, aunque sea a una mínima capacidad. Tiene aún más quirófanos que el Hospital Naval de Buenos Aires", dice Nahin a LA NACION.
El Comfort tiene un hermano mellizo, el Mercy. Ambos son una descomunal obra de ingeniería. La misión "Promesa Duradera", lleva estos dos buques por América Latinapara brindar asistencia a los países que así lo requieran. En el caso de Nahin, a él le tocó trabajar en la ciudad de Riohacha, Colombia, en donde ayudaron a los inmigrantes venezolanos que escapaban de su país.
En primer lugar, los norteamericanos reunieron a los médicos en un hotel para darles algunas directivas sobre cómo iban a ser los próximos días. Luego, como el buque es considerado territorio norteamericano, todos los extranjeros debieron sacar una visa especial y hacer migraciones antes de abordar.
"En total éramos 1200 médicos y más 80 personas de tripulación. Como el barco mide 270 metros, el equivalente a cuatro obeliscos, no había ningún puerto donde pudiese amarrar. Entonces el barco siempre estuvo en alta mar y en movimiento porque no se puede quedar quieto. Para transportar al personal, cuenta con cuatro helicópteros Blackhawk. Es impresionante viajar en ellos porque tienen una turbina y van realmente muy rápido. Cuando uno empieza a ver ese barco en el medio del mar es algo que no lo podés creer", relata Nahin.
Días antes de que llegara el barco a Colombia, se armaron enormes listados en donde la gente anotaba la operación que necesitaba o los síntomas que presentaban. "Cuando llegó el barco, se citó a esa gente en un lugar y de un Blackhawk bajaron unos médicos estadounidenses que seleccionaron a quiénes iban a atender según la urgencia".
Muchos pacientes son atendidos en tierra firme. Para esto el equipo del Comfort selecciona un lugar que convertirán en una clínica en cuestión de horas. "Habían elegido una escuela cercana a la costa. A las siete de la mañana, con los helicópteros empezaron a transportar ecógrafos, electrocardiógrafos, sillones de odontología y personal médico. Al mediodía ya tenían una clínica armada para atender pacientes en tierra. A los que debían ser operados en el buque los transportaban por aire junto a un familiar. Recuerdo que cada helicóptero le cuesta a la marina 60.000 dólares por día para mantenerlos en funcionamiento".
Dentro del barco la dinámica de trabajo era la siguiente: todas las noches se presentaban listados en donde se le informaba a cada médico qué iba a realizar al otro día. A las cuatro ya comenzaban a sonar las alarmas para avisar que los helicópteros pasaban a estar operativos y a las siete se recitaba un himno de los marineros. Luego se operaba durante todo el día y a las 18 tenían una reunión para evaluar lo realizado en la jornada y corregir errores.
"Los quirófanos están en la parte media del barco, que es la que menos se mueve. Ahí las camillas y pantallas, todo está pegado al piso. Para operar tenía que dejar un espacio de 60 centímetros entre los pies para ampliar la base de sustentación y no moverme. Yo estuve 11 días operando dentro del barco, sin ir a tierra", recuerda Nahin.
Si bien el buque tiene sus médicos, que son parte de los marines de Estados Unidos, Nahin estaba junto a otros 200 médicos de todo el mundo que se encontraban en su misma situación. Ahí todos dormían en camarotes de a 100 personas y tenían terminantemente prohibido tener un acercamiento con las mujeres.
Ahora, al buque y sus tripulantes le toca pelear una guerra distinta, contra un "enemigo invisible", como varios líderes del mundo llaman al coronavirus. Con su llegada, el objetivo del estado de Nueva York, que tiene el número más alto de contagios y fallecidos de Estados Unidos, es que la ciudad y su sistema de salud no colapsen. El barco atenderá a pacientes sin Covid-19. "Sin lugar a dudas estar en ese buque fue una de las mejores experiencias profesionales de mi vida", concluye Nahin.
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