Coronavirus en la Argentina. "Todo explotó en la canchita de fútbol", coinciden en Villa Azul, el barrio aislado con vallas y patrulleros
Villa Azul nunca frenó. "Y todo explotó en la canchita de fútbol", coinciden casi todos los vecinos, que apuntan a ese espacio de césped sintético como el foco de contagios que derivó en 84 casos positivos. Ahora todas las entradas y salidas del barrio están bloqueadas con vallas de metal y patrulleros en las esquinas. Quedaron totalmente aislados.
A Marcos Bonda, de 64 años, le tiembla la voz. Está mal abrigado, hoy hace frío y solo lleva puesto un jogging negro y una campera de hilo. Pero la bronca lo llevó a ponerse cara a cara con las vallas, el nuevo límite del barrio. "Nadie se lo tomó en serio. Los pibes se la pasaban chupando y jugando al fútbol en la cancha. Yo no fui a cortar la luz de la cancha porque me matan, pero se veía que esto iba a pasar".
La Villa Azul está ubicada entre el partido de Quilmes y Avellaneda, a la vera del Acceso Sudeste. En esta villa viven cerca de 3000 familias que, por 14 días, dependerán del Estado para conseguir cualquier insumo.
"Yo tengo un caballo que come avena, vivo con mi señora y no sé quién nos va a traer todo lo que necesitamos", dice Bonda.
A diferencia de los barrios populares de la Ciudad, acá son todas casas bajas, muchas de ellas viviendas del Estado a medio hacer que ahora están tomadas. Otras fueron construidas por los vecinos. El resultado es de una precariedad absoluta: no hay cloacas, apenas tienen agua corriente y el barrio tampoco está dividido en manzanas.
Este es uno de los barrios más peligrosos y humildes del conurbano bonaerense. Está a pocos metros de Villa Itatí, que corre con la misma suerte en cuanto a las condiciones de vida, pero que, hasta el momento, solo tiene un caso de coronavirus.
El ministro de salud de la provincia de Buenos Aires, Daniel Gollán, estaba en la entrada del barrio. Había hecho una recorrida más temprano. En diálogo con LA NACION, explicó que lo que se debe evitar es que la gente se mueva hacia otros barrios. "Solo podrán salir aquellos que tengan que hacer algún tratamiento médico o por alguna emergencia. Tenemos que evitar que esto se masifique", dijo.
En cuanto al operativo, detalló que están trabajando con la comunidad para ir casa por casa, junto con los referentes: "Tenemos un comité de emergencia en un polideportivo y recorreremos el barrio preguntando qué es lo que necesita cada vecino, a nadie le va a faltar nada".
Virginia González Algañaraz, secretaria de salud de Avellaneda, brindó a LA NACION más precisiones: "Nosotros tratamos de dividir las casas en manzanas y ponemos un delegado por manzana, que entregará bolsones de comida. En cuanto a la cancha de fútbol, tratamos de dispersar a la gente pero a veces es difícil que acaten las normas".
Acá se escucha el sonido metálico de las vallas que se unen con alambres o ataduras de algún tipo. De un lado están los agentes del Dispositivo Estratégico de Testeo para Coronavirus en Terreno de Argentina (DETeCTAr), un operativo sanitario de detección temprana del Gobierno nacional junto al provincial, que se enfoca en la búsqueda activa de personas con cuadros febriles. Del otro, los vecinos, que miran resignados como la policía monta una frontera donde hasta hace horas no había nada.
La fila de vecinos que presentan síntomas y fueron trasladadas por el equipo del operativo para que les hagan el hisopado, da casi la vuelta a la esquina. Hay cerca de 25 personas esperando y cinco ambulancias para trasladar a los casos más graves.
Darío Danza, de 24 años, tiene dos hijos. Uno de ellos nació hace pocos días y es prematuro. Aún no sabe si lo va a poder visitar en el hospital. "Y con todo esto no sé si voy a poder salir o si me van a dejar entrar al hospital". Él vive en una casa tomada cerca de la esquina de Sargento Cabral y Chubut, a pocos metros de la nueva frontera.
Manuel González, que tiene una campera con capucha para protegerse del frío, dice que "esto era una joda", y que él se hace cargo de haber participado de los partidos de fútbol.
"Es verdad, acá se arman partidos hasta las 5 y viene todo el mundo, hasta había campeonatos femeninos. No se respetó la cuarentena. Yo también jugué, me hago cargo, hay que decirlo. Nos equivocamos", relata González, que era vendedor ambulante en el tren y ahora sale a juntar cartones.
El Ministerio de Salud de la provincia informó ayer que "se diagnosticó al 80% de la población del barrio".
La explosión de casos en la villa Azul aparece tras una semana de fuerte presión de la provincia para que la ciudad redujera la apertura de comercios y críticas del equipo del gobernador Axel Kicillof contra la gestión de Horacio Rodríguez Larreta. Hoy volvieron a limitar la apertura de comercios y cerraron 80 estaciones de tren para disminuir la circulación interjurisdiccional.
La experiencia de aislar a Villa Azul podría marcar un precedente respecto de otros barrios vulnerables de la ciudad y el conurbano bonaerense. En la Ciudad también se evaluó limitar la circulación en las villas porteñas, aunque en las más grandes viven cerca de 40.000 personas. Por ahora se está utilizando un sistema de cortafuegos para aislar a los casos sospechosos.
Hasta hoy, el Gobierno porteño confirmó 2593 casos de Covid-19 en los barrios vulnerables de la Ciudad. De ellos, 723 ya han recibido el alta médica. Los más afectados son el Barrio 31 con 1665 casos y Barrio Padre Ricciardelli (1-11-14), con otros 724.
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