Coronavirus en la Argentina. Por qué solamente los rabinos esperan un boom de casamientos con la reapertura de los templos
"Esperamos un verdadero boom de casamientos. Al menos yo, conozco unas 150 parejas de nuestra comunidad que estaban esperando esta apertura para poder casarse y que van a hacerlo en los próximos días", dice el rabino Tzvi Grunblatt, referente en el país de Jabad Luvabich, el más grande de los grupos ortodoxos en el país.
Los últimos dos fines de semana fueron atípicos, explica el rabino. Primero porque la celebración de Rosha Shaná coincidió con la decisión del Gobierno porteño, con el aval del Gobierno nacional, de autorizar que los fieles de todos los cultos vuelvan a los templos, en grupos de no más de 20 personas, con distancia social, barbijo y máscara facial para el orador. Los templos judíos se llenaron de visitantes. Según estiman, unas 10.000 personas pasaron por las sinagogas. Eso sí, para poder ingresar, debían inscribirse previamente y sacar turno desde una app que lanzó el credo, para que no hubiera aglomeraciones.
El fin de semana pasado fue Iom Kipur, el Día del Perdón, la razón de que los templos volvieran a "colmarse" o, al menos, que estuvieran abiertos casi todo el día, con un predicador que daba sermones cada dos horas, un ritmo que se parecía más al de los evangelistas que al de los rabinos. Ahora, pasadas las celebraciones especiales, los líderes de la comunidad judía, sobre todo de los grupos ortodoxos, en los que los noviazgos suponen un contrato prenupcial y la virginidad de los contrayentes, anuncian que van a vivir un verdadero boom de casamientos.
"Muchas parejas están esperando este momento. En medio hay contratos matrimoniales que vencieron y hubo que volverlos a hacer. Incluso hubo novios que viajaron al exterior, a Miami y a Nueva York para poder casarse porque no querían esperar más", explica Grunblatt.
Jupot
Cuando trabajaron en la redacción de un protocolo para la reapertura de los templos, los representantes del culto judío fueron quienes más insistieron en que se incluyeran los casamientos. "Agregamos la posibilidad de realizar jupot (casamientos) con presencia limitada a los novios y familiares más cercanos. Tuvimos una gran respuesta", asegura el rabino de AMIA, Gabriel Davidovich.
"Realmente hay muchos casamientos pendientes, muchas parejas que quedaron en espera y que con esta reapertura de los templos van a casarse en las próximas semanas. Estamos hablando solamente de la unión religiosa en el templo. No tenemos una cifra porque no está centralizado, cada comunidad maneja los suyos, pero estimo que en los próximos días tendremos más de 100 bodas", explica Davidovich, uno de los rabinos que participó en la redacción de los protocolos.
Casarse solo por la religión. Y sin festejo. "La gran mayoría va a adoptar este camino. En nuestra religión no se convive hasta que no se casa. Es gente que tenía la expectativa de una vida juntos. En lugar de una gran ceremonia tendrán una pequeña ceremonia. Tendrán que resignar la recepción o el festejo. Es muy duro pero es lo que nos toca transitar", explica Davidovich.
Según pudo saber LA NACION, en otras religiones no se generó el mismo efecto. De hecho, la mayoría prefiere esperar a que pase la pandemia. Realizar una boda de la que apenas puedan participar unas 20 personas, incluyendo al fotógrafo, el cortejo y la autoridad religiosa, circunscribe el casamiento al núcleo íntimo de padres y hermanos. Y también, quedan descartadas las fiestas. En el mundo católico, prefieren esperar a que termine el aislamiento. Algo similar ocurre entre los evangélicos e incluso, los testigos de Jehová, que, en ambos casos, pese a que se autorizaron las celebraciones religiosas, decidieron continuar con los cultos online, una modalidad que parece haber llegado para quedarse.
De todas formas, de querer casarse, los novios solo podrán hacerlo ante Dios o ante la autoridad religiosa, ya que el Registro Civil está cerrado. Por el momento, según explica un funcionario porteño a LA NACION, solo se realizan bodas entre personas que tienen firmado un contrato laboral y deben viajar para radicarse en el exterior o aquellos que están en una situación terminal. "Todos los demás, deberán esperar", dice.
Entre las parejas de novios, hay de todo. Aquellos que deciden avanzar con un casamiento religioso y sin celebración, sin pasar primero por el civil y también los que postergan la boda sin fecha o destinar el dinero a otra cosa.
Hoy, el edificio del Registro Civil de la calle Uruguay permanece cerrado y funciona con una guardia mínima. Hasta la reja, todavía llegan parejas de novios a preguntar si ya hay fecha pero la respuesta es que no. Ni siquiera pueden entrar al edificio. Esta que era una consulta frecuente a comienzos de la cuarentena, hoy es más bien rara. "Recibimos más consultas por pasaportes que por casamientos", confiesa una fuente del Ministerio de Gobierno porteño. Según estiman, unos 5500 bodas ya se cancelaron por la cuarentena. Y no se descarta que por la crisis económica, muchos decidan postergar sus planes una vez que se produzca la apertura.
Noviembre es una fecha que aparece como probable para que vuelva a operar el registro civil. Hay expectativa de que vuelvan los casamientos en lugares emblemáticos, puntualmente los que se celebraban al aire libre, pero todavía no hay fechas concretas.
Damián Cohen es uno de los organizadores que más convocan las parejas judías para sus bodas. Pero dice que todavía no empezó a sentir el efecto del boom que esperan algunos rabinos. "Estoy en comunicación constante con los novios y aun no hay nada en concreto, ya reprogramaron varias veces las fechas… Estamos esperando las autorizaciones correspondientes para las bodas", explica. Este es un año perdido, detalla. La mayoría de los casamientos se pasaron para el año siguiente, después de mitad de año.
¿Por qué los rabinos creen que muchas parejas judías se casarán pronto?"Un noviazgo religioso, explica el rabino Grunblatt, dura tres o cuatro meses 'como mucho'. Una vez que las familias se ponen de acuerdo para que sus hijos se casen, se celebra un compromiso y se firma un contrato matrimonial en el que las partes se comprometen a no casarse con otras personas, a guardar la virginidad y se fija una fecha para la celebración de la boda, que será un día de semana, ni viernes ni sábado, cuando se guarda el shabat. En ese contrato se establece un día y hay que cumplirlo. Debido a la cuarentena, las familias de los novios tuvieron que prorrogar las fechas acordadas, no solo de palabra, sino por escrito. El temor que tienen algunos padres, aunque nadie lo dice en voz alta, es a que el compromiso se disuelva y la boda ya no se realice.
El rabino explica otra urgencia: "Los noviazgos religiosos son cortos. Yo me casé en tres meses. Salimos un par de veces con mi mujer y después nos casamos. Antes de casarnos, no podemos ni darnos la mano, no hay besos, nada. Un noviazgo general es distinto porque ellos no guardan la virginidad. Por eso la cuarentena apremia. Tenemos en nuestra comunidad muchas parejas que están esperando muy ansiosas para poder casarse. Ya postergaron la fecha y la cuarentena no se ve cuando termina. Es una olla presión que si no se abre, explota", afirma el rabino.
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