Coronavirus en la Argentina. La solidaridad, un modo de superar la epidemia del miedo
La prudencia y la precaución siempre son más inteligentes y eficaces que el pánico y la desesperación. Ante un peligro, el miedo sirve un ratito, cuando avisa acerca de lo que puede hacer daño. Sin embargo, luego del primer momento debe abrirle paso a otro tipo de acciones y actitudes, porque sino se convierte en un pánico que puede ser tan peligroso como la amenaza misma.
El coronavirus ha irrumpido con violencia en el paisaje de la vida cotidiana por los casos concretos que son noticias como por el hecho de que repentinamente la vida cotidiana se modifica en territorios que van desde la ingesta compartida de mate hasta la manera de saludarnos. También se suman aviones detenidos, personas que tienen que aislarse en un domicilio durante semanas, reuniones suspendidas y, en particular, noticias sobre escenarios que, en otros países, permiten vislumbrar complicaciones mayores y masivas, impensadas pocos meses atrás.
Si nadamos con miedo en aguas peligrosas es probable que nos ahoguemos. Lo mismo podemos decir para el caso de que nademos sin precaución. El ejemplo vale para lo que respecta a la actitud anímica más adecuada para atravesar la situación sanitaria que nos aqueja. No por exagerar en los temores se garantizará mayor eficacia para dejar lejos al coronavirus, pero negar las cosas tampoco es solución y, en este caso, el "no me importa" puede leerse como irresponsable en el plano social.
La conciencia de nuestra fragilidad y la de nuestros seres queridos seguramente emerja con fuerza estos días. También lo será el recordar el valor de cosas que antes dábamos por descontadas, como las reuniones con amigos y familiares, o la libertad de desplazamiento. Lo cotidiano se verá sin dudas teñido de esa clase de tomas de conciencia, a medida que las medidas modifiquen los panoramas en el día a día.
Obviamente, la angustia de la merma laboral y económica que va de la mano de las medidas que se están tomando será intensa, y frente a ello no hay demasiadas palabras de consuelo. Cuando esto ocurre, y los golpes son duros, los afectos, la solidaridad, el apelar a valores que trascienden la coyuntura ayuda, sino a mejorar una situación económica que ya venía golpeada de antes, al menos a no sucumbir en lo personal ante los problemas.
El poder mantener contactos solidarios, aunque sea por internet, será clave también para ganar ánimo ante el miedo y la potencial paranoia. Es importante que, más allá de que se aconseja alejar los cuerpos, no se haga lo mismo con los afectos, ya que, se sabe, la cercanía solidaria es una de nuestros recursos mayores para salir de otra epidemia que está actuando en el panorama actual, la del miedo.
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