Coronavirus en la Argentina: la ingeniería nacional cumple 150 años, pero reprograma actos por la cuarentena
“Es un gran año para la ingeniería porque es justamente a través de la tecnología y la inventiva humana que estamos tratando de sobrevivir este año”, dice Andrés Agres, ingeniero civil y rector del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). Hoy se celebra el 150° aniversario de la ingeniería argentina, día en que, en 1870, se graduó Luis Augusto Huergo, el primer ingeniero de la Universidad de Buenos Aires, y aunque había muchas actividades planeadas para celebrar la fecha, fueron suspendidas de modo presencial y reprogramadas de manera virtual a raíz de la pandemia de Covid-19 y las restricciones que impuso la cuarentena obligatoria.
"Mas allá de que las soluciones vienen por el lado de la medicina, hay un montón de cosas que la ingeniería está aportando. Lo que disparó la inventiva de tratar de encontrarle soluciones a una situación, que es tan forzada y que no tiene salida, es cuando más creativa se pone la ingeniería", explica Agres y, continúa: "Es el gran año de lo digital y eso es ingeniería informática a fondo, que demuestra lo que puede hacer la ingeniería por la humanidad desde el punto de vista, que nos quedamos todos en casa, pero hay muchas cosas que siguen funcionando como la universidad. Nosotros estamos trabajando a pleno", señala Agres. El ITBA colabora con proyectos de ayudas mecánicas para la respiración y máscaras con impresión 3D.
A finales del siglo XIX, cuando Huergo y otros once estudiantes finalizaron sus estudios universitarios y se los bautizó como "los doce apóstoles de la ingeniera argentina", Buenos Aires también se encontraba ante una crisis epidemiológica que desató el primer contagio masivo de fiebre amarilla y, un año después, la epidemia devastó a la ciudad en la que murieron alrededor de 14.000 personas, lo que representaba por aquel entonces, al 8% de la población.
En aquella época, "hubo algunos ingenieros que se dedicaron a la parte sanitaria y fueron los que trabajaron en las soluciones de esas epidemias, que básicamente pasaban por las aguas potables para que pudiesen abastecer a la población y también por todo el sistema pluvial de cloacales, que, en ese momento, las ciudades se diseñaban y no tenía previsto cómo corría todo ese saneamiento", explica Alejandro Martínez, ingeniero en electrónica y decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sin el sistema de desagüe pluvial, los charcos que se formaban en las calles eran uno de los principales focos de reproducción del mosquito que transmitía la fiebre amarilla y otras enfermedades. "El hecho de tener todos estos sistemas funcionando fue lo que en ese momento resolvió la situación y bajó la mortalidad", añade Martínez.
"La historia es muy paradigmática porque hoy estamos trabajando en cuestiones de epidemia de otras formas", plantea Martínez al marcar que muchos de los proyectos que aborda la Facultad de Ingeniería de la UBA están ligados a la pandemia del nuevo coronavirus. "Estamos trabajando con iniciativas de ingeniería para paliar el tema de Covid-19, como por ejemplo, un dispositivo para ampliar las capacidades de un respirador que permite conectar uno solo a dos personas. Se diseñó y se hizo el prototipo en un laboratorio de la facultad", remarca Martínez. También realizaron una competencia virtual, llamada Fiubatón, donde participaron más de 700 alumnos con 140 grupos que trataron temas de la pandemia y en donde uno de los proyectos de los estudiantes fue una aplicación para donar sangre.
Asimismo, la Facultad de Ingeniería de la UBA lleva adelante el proyecto 2020, que plantea una actualización de todas las carreras y donde habrá una discusión profunda de las materias, así como también el aggiornamiento de las mismas y la incorporación de nuevas asignaturas. "También está el tema de género, de interdisciplinariedad que en la facultad lo veníamos llevando mal y una de las cuestiones centrales es la duración de la carrera. Se tarda mucho tiempo; tenemos que trabajar para que se ponga en valores más normales", detalla el decano, y afirma que deben lograr que haya más mujeres estudiando ingeniería.
"En la facultad la primera mujer ingeniera fue casi invisibilizada. No se la mencionaba, sin embargo, lo contrasto con el hombre, que cuando llega a la facultad sube las escalinatas y lo primero que se encuentra es la estatua de Huergo", indica Martínez. Y añade que uno de los proyectos que debieron pausarse por la pandemia, es el de hacer una estatua de Elisa Bachosen, la primera mujer ingeniera de la Argentina y de América del Sur que se graduó en la UBA en 1918.
Tres generaciones
"Somos tres generaciones únicas en el mundo de mujeres ingenieras", manifiesta Elisa Mestorino, ingeniera civil, hija de Elisa Bachofen y madre de dos ingenieras. "Hasta el día de hoy, sigo pensando que lo que yo quería era la ingeniería y no tuve dudas nunca. Llámelo por osmosis, el haber mamado todo el tiempo de mi mamá cómo se movía, su actuación y que no le impedía ser madre, esposa y también podía ser ingeniera trabajando a full en su profesión", sostiene Mestorino, de 79 años, vicedecana de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Morón que dicta clases de modo virtual por las restricciones del aislamiento social y obligatorio.
Medio siglo después de la graduación de Bachofen, Mestorino se convirtió en ingeniera y asegura, que al igual que a su madre, nunca sintió que dentro de la profesión le hicieran diferencias por ser mujer. "Aún hoy escucho a las alumnas que tienen sus novios o maridos que les condicionan la libertad de ir a congresos de moverse dentro de su profesión. Fíjese la diferencia, mi mamá nunca tuvo ese problema porque mi papá respetaba profundamente la actividad profesional de ella", dice la docente.
Mestorino relata que cuando da charlas en el último año del nivel secundario les pregunta a las alumnas por qué no eligen ingeniería y la respuesta suele ser "que no se les ocurrió porque tienen miedo y les parece muy dura por las matemáticas y la física". "Les explico quién soy y que no es así, que son herramientas que hay que estudiar al igual que hay que estudiar filosofía o lo que sea. Además, les digo que no es solamente estar en las obras, creo que falta que se les explique todo lo que pueden moverse y hacer en la profesión y que le tomen el gusto. El problema es que a algunas mujeres ni se les ocurrió que la ingeniería es una posibilidad para ellas", concluye Mestorino.
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