El barbijo reposa sobre su escritorio. Ginés González García corta una llamada y a una distancia de unos cinco metros dispara: "Cuarentena, cuarentena hubo de marzo a los primeros días de mayo". El ministro de Salud acaba de cumplir 75 años y propio de estos tiempos no hubo festejos. Sí una camiseta de Racing que colgó en su oficina justo arriba de un miniestadio del club de sus amores. Pese a las idas y vueltas de estos días y a la cantidad de pronósticos que lo llevaron a protagonizar titulares se lo ve tranquilo. En su mano a mano con LA NACION responde a todo: los testeos, los errores, los mitos sobre el virus y por qué cree que el hartazgo llega en el peor momento.
-¿Hay riesgo de saturación en el sistema sanitario?
-Hay riesgo en la medida en que sigan expandiéndose los casos. En algunos lugares estamos cerca de llegar a momentos críticos. El sistema se ha expandido, lo hemos hecho muy bien, sobre todo considerando la situación crítica de la que veníamos, pero hay un punto donde no se puede expandir más, sobre todo por el recurso humano, que es muy calificado y que cuesta muchos años formarlo. Hemos hecho un trabajo para que otros tipos de especialistas puedan estar también en ese lugar, hemos incentivado mucho la capacitación a distancia, pero hoy, en este momento, no solo no tenemos mucha capacidad para expandir, porque también la gente está muy cansada. Hay lugares como el AMBA donde tuvieron el problema desde el principio, y los terapistas, kinesiólogos, están agotados porque llevan meses trabajando a tope. No es lo mismo en otras provincias donde recién ahora han comenzado a tener más trabajo.
-La Argentina ha tenido una de las cuarentenas más largas a nivel global, sobre todo en la región del AMBA, ¿en qué se falló?
-Quiero ser cuidadoso, porque siendo un virus tan poco conocido, que otros países han creído resolver y luego les volvió con más intensidad, es para tomar en serio. Todo lo que sea prevenir, todo lo que sea reducir la cantidad de contagios, disminuye la cantidad de contagios y libera las terapias intensivas. Esa fue la lógica, siempre. Y si bien la ciudad de Buenos Aires tiene la mayor tasa de letalidad por millón de habitantes, y el lugar de mayor incidencia, si bien está en cierta estabilidad, no me parece una estabilidad con tendencia a descender. Algunos días tienen más casos, otros menos, pero no veo que sea para tener mucho optimismo en el sentido de la conducta colectiva. Más recursos de los que tiene la ciudad de Buenos Aires, no los tiene otro lugar en la Argentina. Si están como están, al borde del colapso –sobre todo en el sector privado- como lo están hace tantas semanas, yo seguiría siendo cuidadoso y espero que no tomemos esto como que la cosa ya pasó.
-¿Cree que Horacio Rodríguez Larreta y Fernán Quirós no están siendo cuidadosos?
-No quiero decir eso. Están siendo optimistas, pero entiendo que tienen mucha presión porque los comerciantes se quejan, y es una situación difícil de manejar acá y en cualquier lugar del mundo. Hay que tener en cuenta lo que ha pasado y que se cumplan los protocolos. Algunas provincias tenían reglamentaciones y protocolos para la atención de bares y restaurantes y yo he visto con mis propios ojos que no se cumplían. Y la sensación gestual que se da –a veces me combaten porque hablo de gestualidades- nos puede llevar a pensar que el riesgo pasó, pero no es así. Sigámonos cuidando y tratando que la gente se cuide, sin hacer más cosas de las que realmente se pueden hacer.
-Algunos informes que tenemos hablan de un índice de positividad de los más altos del mundo, que ronda el 50%, y una cantidad de testeos per cápita que es de los más bajos. ¿Cuál es su análisis?
-Como el virus está circulando hace mucho tiempo, ha infectado a más personas. Pero posiblemente esto sea más alto en el AMBA, porque tuvo un pico fuertísimo y tuvo las consecuencias que tuvo, y por eso digo que todavía no se fue, y desde hace dos semanas vemos que se nacionalizó la pandemia. Al comienzo, algunas provincias tuvieron problemas más serios, como Chaco, que felizmente está saliendo, pero ahora hay siete provincias con inconvenientes, y justamente son provincias que creyeron que por tener cuidado en el comienzo esto había pasado, y no pasó.
-¿Es un mito que la cepa que le pega a la Argentina es menor?
-Es un mito. Hay pequeñas diferencias entre el virus europeo, el asiático y el americano, pero no tiene nada que ver con el virus. Tiene que ver más con las conductas, con la atención del sistema, con las medidas adoptadas. Nosotros tenemos un número de contagios alto por habitante, es cierto, y tenemos todavía un número alto cotidiano (arriba de 10.000 todos los días) pero también tenemos una tasa de letalidad muy baja y una tasa de mortalidad que está entre las más bajas del mundo.
-Sin embargo, ya estamos entre los diez países con más contagiados a nivel global...
-Usted sabe que la estadística sirve para muchas cosas. Es cierto que tenemos una cantidad de casos importante, pero también estamos en el continente que es el epicentro de los contagios.
-¿Hoy es el epicentro?
-Sí, sí, claramente. Estados Unidos, Brasil, México, nosotros... a los países más grandes les sucede eso.
-¿Y por qué sucede esto habiendo estado tantos días aislados?
-Usted sabe que la cuarentena no fue igual en todas las zonas del país. Cuarentena, cuarentena, hubo de marzo a los primeros días de mayo, y después se empezó a cambiar mucho por región del país y geografía. Pero volviendo a su pregunta, el tiempo nos permitió adecuar el sistema de salud y evitar picos, que habrían traído consecuencias terribles como sociedad. Lo que vimos en Europa y Estados Unidos podría haber sucedido acá. Porque, mire, yo tenía mucho miedo acerca de cómo manejar una política sanitaria unificada en un país donde la salud depende prácticamente de las provincias y estamos prácticamente confrontados en casi toda temática. ¿Qué hicimos? Bueno, esto es política sanitaria y empezamos a convencer a todos a que nos dejaran comprar a nosotros los equipamientos y que no sucediera que tuviera ventajas el que llegaba primero. Logramos que la famosa grieta no se metiera en la política sanitaria. Eso es un orgullo para nosotros, y piense cómo están los países federales: Brasil, India, Estados Unidos…
-También está el caso de Uruguay con otra estrategia
-Y ellos andan bien, pero es un país más chico y tienen una tasa de letalidad un poco más alta que la nuestra.
-¿La vuelta a clases es riesgosa desde una perspectiva sanitaria?
-Es muy riesgosa, porque ‘el pibe’ es un portador que lleva y trae, sobre todo en la escuela primaria. No hay ningún lugar del mundo en que se haya dejado de pensar que la escuela acarrea riesgos enormes. Incluso en Europa las clases deberían volver en estos días y todavía no se sabe qué pasará. Si usted quiere algunas experiencias de países exitosísimos, algunos países como Israel tuvieron complicaciones muy claras a las pocas semanas y eso llevó al propio país a otra categoría de riesgo. Yo sé que no es fácil, que los pibes llevan mucho tiempo en casa, y que no todos los pibes tienen la misma tecnología, pero no creo que los pibes tengan que ir a la escuela a buscar la tecnología, sino que la tecnología les llegue a la casa a los pibes para seguir trabajando desde su casa.
-Se refiere al plan de la ciudad de Buenos Aires...
-Por ejemplo, sí. Por ejemplo.
-¿Hay algún plan para ampliar la estrategia de rastreos? Es crítico en este nivel de contagios y es imposible hacer rastreo y aislamiento efectivo con tan bajo nivel de tests
-Hoy tres gobiernos provinciales me ayudaron a ampliar el programa DetectAR. Funciona muy bien, pero exige un esfuerzo de muchas personas, no solo en detectar los casos, sino también localizar, cuidar y aislar a la persona en riesgo. Es un programa efectivo y ayuda mucho a que tengamos un número controlado de casos. Pero repito, estamos en el continente epicentro, siendo el país número 33 en cantidad de casos por millón de habitantes. Hoy tenemos muchos casos por día.
-Estamos en plena escalada de casos, como dice, y hay un cansancio de la gente. ¿En qué fallamos para llegar así?
-No lo sé. Nosotros como Gobierno no elegimos el temor. Nunca fue la intención, pese a que a veces esto ayuda. Nosotros apostamos por la difusión, la convicción, la información con fuentes certeras y siendo transparentes para contar dos veces por día lo que pasa. Pero sé lo que está diciendo, y sé que esto no es un fenómeno argentino, sino mundial, viendo lo que pasa en Alemania, Francia y el Reino Unido, con un embanderamiento de la gente que está de un lado y del otro como si esto fuera un partido. Hoy más que nunca se necesita de acuerdos, y prefiero no meterme en eso, aunque entiendo que podría haber razones psicológicas o de índole sociológica respecto a que la gente puede estar cansada o agotada. Yo los siento porque no tengo contacto con la gente que quiero. Confieso que no tengo la receta de cómo ayudar a modelar una conducta responsable, y la mayoría lo cumple pero los que no, piensan que están haciendo la revolución inconclusa u ostentación de libertades.
-El 17 de agosto se produjo un banderazo y desde algunos sectores del Gobierno se habló de un aumento en la contagiosidad
-Yo no quiero echar la culpa a nadie por alentar la salida a la calle de la gente, pero no hay que ser epidemiólogo para entender que las concentraciones masivas de gente sin guardar cuidado no ayudan para nada. Recién hablaba con la ministra de Tucumán porque le hicieron una manifestación en la puerta de su casa por haber limitado la actividad de los bares cuando tienen casos en aumento. Hay zonas del Interior que están en situación bastante complicada, y eso nos preocupa mucho.
-Mendoza, Jujuy...
-Río Negro; también está subiendo en la ciudad de Rosario, y por eso hoy hablé con el gobernador. En Córdoba también está subiendo, Tucumán ya lo dije…
-… la provincia de Buenos Aires...
-La provincia de Buenos Aires viene con casos en aumento, pero es donde está más clara la conciencia de cuidado. Siempre las megalópolis tienen estos problemas por la simple concentración de gente. La capacidad de contagiar a muchas personas al mismo tiempo es notable, y esto sucede. De hecho, lo que pasa en el AMBA pasó de ser el 90% al 70% de los casos totales, pero vuelvo a decir: hay que manejarse con cuidado, intentando que haya menos circulación, y lo cierto es que la vamos llevando sin que se desmadre la gente. Yo le tengo más miedo al agotamiento de las personas más que de los recursos físicos.
-Se habló de la economía contra la salud y viceversa. ¿Cuál es su punto de vista?
-Yo fui muchos años presidente de la Asociación Argentina de Economía de la Salud. Creo que es un falso dilema, y la cuarentena no es lo que arruina la economía. Es el virus el que está generando una catástrofe mundial. A Estados Unidos se le cayó un tercio del PBI, y entiendo que la gente no pueda vivir como lo hacía antes o bien trabajar como lo hacía antes. Los comerciantes son los que más se quejan, pero no creo que puedan trabajar mucho teniendo distintas condiciones. Tenemos que sacarnos cuanto antes sea el virus, esta pandemia, y no creo que esto vaya a terminar hasta que tengamos la vacuna. Y hasta entonces, queremos llegar con la menor cantidad de argentinos contagiados. Mire lo que pasa en el fútbol o en la actividad artística: una pequeña apertura genera enseguida casos.
-Comenzará a producirse la vacuna en la Argentina, ¿ya se sabe de la efectividad?
-No. Se sabe que hay seguridad y que no hay riesgo, que son la fase 1 y 2. La tercera fase confirma la efectividad. De las seis vacunas en carrera, nosotros estamos como Gobierno conversando con tres desde el comienzo. De esas tres, hay dos que están realizando pruebas aquí y un tercero anunciará que hará la fase 3 en la Argentina, y es un orgullo nacional que una de las compañías decida hacer producción nacional para toda la región. Ahora, si me lo dice usted, las pruebas sucederán entre octubre y noviembre, y luego vendrá la producción. Sin embargo, algunos –a riesgo- comenzaron la producción confiando que las pruebas darán bien. Nosotros estamos negociando con varios, porque no vamos a comprarle solo a uno. Estamos evaluando el tiempo y la oportunidad, porque si una no sale bien, queremos tener nuestras alternativas.
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