Podría ser otro día más de cuarentena en la Ciudad de Buenos Aires. Pero hoy se respira otro aire. No se trata, aunque ayuda, de la jornada de otoño con sol pleno y una temperatura que parece de primavera. Es que los más chicos, después de casi dos meses, finalmente volvieron a las calles porteñas.
Desde hoy y solo durante los fines de semana, los menores de 16 años están habilitados para salir a hacer paseos recreativos cortos, de no más de una hora, cerca de sus domicilios y acompañados por un adulto a cargo. Hoy pueden hacerlo con aquellos mayores que tengan un número de documento terminado en número par. Y son muchas las familias que salieron a disfrutar de esa posibilidad.
"Estamos felices, no lo podemos creer. Desde el 16 de marzo que no salimos de casa", dice Mercedes Lavallol, parada en plena Plaza Francia, en Recoleta. Al lado suyo, sus dos hijas, Luisa (3) y Josefina (2), andan en monopatín. Durante toda la semana se prepararon para este momento, cuentan. "Hicimos un calendario e íbamos tachando los días. Hoy miramos por la ventana a ver si había sol y salimos", explica Mercedes. Y poco después agrega, sonriendo: "Igual, si llovía, íbamos a salir igual".
Poco antes del mediodía, por los caminos internos de la plaza, muchos padres y madres pasean con sus hijos. Todos llevan barbijo o tapabocas. Se ven bicicletas, monopatines, patinetas y varios carritos de bebés. En uno de los parques un padre le saca fotos a su hija, que estira los brazos posando bajo el sol. Un poco más allá, un hombre acompaña a su hijo, que patea una pelota.
Algunos salieron a caminar también con sus mascotas. El clima es ideal: no hay nubes en el cielo y la temperatura pasa los veinte grados.
Matías Goyeneche y su hijo Camilo, de 11 años, llevan en la mano sus vasos térmicos. Para aprovechar a fondo su hora de salida permitida, se trajeron el desayuno al paseo. "Y en la mochila tenemos galletitas", cuenta Matías. Después de tantos días encerrado en su casa –no salió en toda la cuarentena-, Camilo reflexiona: "La verdad es que se siente bien estar acá, es lindo verlo todo un poco más vacío". Y su papá dice que por la tarde piensa salir a dar otra vuelta con sus otros tres hermanos, "los más grandes, que se quedaron durmiendo."
Por la zona se pueden ver también varios empleados de la Comuna 2 con chalecos amarillos. "Salimos para mantener el tema de la distancia y explicarles a las personas que tienen que disfrutar, pero circulando -dice uno de ellos a LA NACION-. Hasta ahora viene tranquilo, el día está espectacular y seguro va a salir mucha gente".
"A la ducha"
Sobre la avenida Elcano, una de las principales calles comerciales de Colegiales, un policía de la Ciudad dice a LA NACION que hasta el mediodía no había visto más de 20 chicos acompañados de sus padres.
Sobre su bicicleta con rueditas, Delfina, de 4 años, muestra un gesto enorme de felicidad que se escapa de su tapaboca de unicornios. De cerca es seguida por su mamá, Silvana Galván (37), que no le pierde los ojos de encima. "Ya estaba de muy mal humor, muy sensible y lloraba mucho últimamente", cuenta y agrega que ya era necesario "estirar las piernas". Además, enfatiza, que la niña estaba muy blanca producto de no tener contacto con la luz solar.
"No bien ponga un pie en el departamento, la ropa va directo al lavarropas y la nena, a la ducha", dice Silvana. Con una botellita de alcohol en gel en su riñonera asegura que tomó todos los recaudos en base al grupo de Whastapp de mamis del jardín en donde todas comparten notas y videos para cuidar a los chicos.
A pocas cuadras, Dante, de 4 años, va camino a la plaza San Miguel de Garicoits, donde solía ir todos los días antes de la cuarentena. Su madre Carolina Fabur lo lleva tomándolo fuertemente de una mano para no darle la más mínima posibilidad de que se aleje y toque algo.
Con su tapabocas del hombre araña, Dante dice que jugar con sus amigos es lo que más ganas tiene de hacer en la plaza. Sin embargo, desde que empezó el aislamiento su madre le explica que la plaza está cerrada y que no se puede salir por culpa del "bichito" . "Es necesario que lo vea con sus propios ojos, que entienda lo que pasa", explica Carolina.
La plaza ubicada en el límite de Colegiales con Chacarita y Villa Ortúzar era, en días previos a la pandemia, lugar de reunión de cientos de niños que se divertían en sus juegos. Hoy, en el primer día en que los menores pueden salir con sus padres, el dueño del kiosco de diarios ubicado en uno de los laterales del espacio verde dice a LA NACION que hasta el mediodía vio tan solo a tres chicos.
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