Coronavirus en la Argentina: empleados de los teatros Colón, San Martín y Cervantes confeccionan tapabocas para adultos mayores y voluntarios
A mediados de marzo, cuando para evitar contagios del nuevo coronavirus se apagaron las luces de los teatros Colón, Cervantes y San Martín, los vestuaristas, escenógrafos, sastres, pintores y utileros se fueron a sus hogares sin saber cuándo retomarían sus tareas. Sin embargo, a las pocas semanas regresaron y se sumaron a la lucha contra el Covid-19. En los tres teatros, unos 88 trabajadores transformaron sus talleres en espacios aptos para confeccionar, por semana, unos 13.000 tapabocas que serán distribuidos entre los adultos mayores de la provincia de Buenos Aires, y entre voluntarios del gobierno porteño que asisten a poblaciones de riesgo .
"Nunca se me pasó por la cabeza que iba a volver a la sala. Estamos todos muy orgullosos de ayudar. Es maravilloso lo que nos toca hacer", dice Ana Salanitro, de 58 años, empleada del Teatro Nacional Cervantes.
En este teatro, como los talleres son espacios pequeños, los trabajadores deben mantener una distancia de dos metros entre sí. Por eso, no todos los postulantes pudieron colaborar. Allí sólo 10 empleados, de sastrería y vestuario, participan del proyecto y se rotan para asistir y trabajar seis horas por día. La iniciativa está impulsada por el Ministerio de Cultura de la Nación, el Teatro Nacional Cervantes, y al área de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia de Buenos Aires, organismo que repartirá los barbijos entre personas mayores de zonas vulnerables.
Se estima que, por día, confeccionan 1000 protectores de uso diario, lavables y reutilizables. La mayor parte de telas que se usan son donaciones de empresas textiles, entre ellas María Cher. "Nunca vi tanta solidaridad, es inmensa la participación de la sociedad", cuenta Salanitro, emocionada.
Si bien los empleados de los tres teatros continúan cobrando su sueldo en forma habitual, la participación en el proyecto es opcional, y no perciben ningún otro ingreso.
A pocas metros Cervantes, en los históricos subsuelos del Teatro Colón, otro equipo también confecciona unos 1000 tapabocas por día. "La propuesta nos permitió realizar algo que todos queríamos hacer, que es ayudar al prójimo con nuestros propios oficios, y tener la oportunidad de trabajar, y de hacerlo entre todos" , dijo Stella Maris López, jefa de Sastrería del teatro, donde 53 trabajadores del staff escenotécnico comenzaron con la confección.
Se reúnen desde temprano en los talleres, y trabajan, también, divididos en grupos de 25 que se turnan día a día. Se distribuyen en cuatro espacios acondicionados especialmente: lavado y corte de las telas, confección de los tapabocas y embolsado, y desinfección del producto terminado. Las tareas están a cargo de las áreas de pintura, escenografía, efectos especiales, utilería y maquinaria escénica. Las telas fueron enviadas por el Ministerio de Cultura de la Ciudad, pero también usan lienzos escenográficos con los que cuenta el Teatro Colón.
Personal del teatro San Martín, también, empezó a confeccionar tapabocas que serán entregados al Ministerio de Cultura porteño. "El destino de los confeccionados en el Colón y del San Martín será para los voluntarios del gobierno porteño que trabajan en, por ejemplo, los hoteles donde la gente hace cuarentena, en los call center de mayores cuidados y en vacunatorios, entre otros", informaron voceros del Ministerio de Cultura de la Ciudad.
En el San Martín, las tareas se realizan en el medio del espacioso hall de entrada y en el sector de sastrería. Algunos días, se dedican al corte de las telas, y otros al cosido. La confección está a cargo de 25 empleados del complejo teatral. Según informaron voceros del teatro, la intención es fabricar entre 500 o 600 barbijos por semana, con lo cual sumarían alrededor de 3000 por semana.
Solidaridad
Además, en la Casa del Teatro, un grupo de artistas jubilados que residen allí se sumó a la producción da tapabocas. "Como son personas medianamente sanas, les damos la posibilidad de realizar este trabajo que les llena el alma y el corazón, al tiempo que sienten que su día es productivo", dice Linda Peretz, presidenta de la Casa del Teatro.
En el lugar, que aloja a 30 residentes, todo comenzó cuando una de las enfermeras trajo una máquina de coser de su casa, juntaron varios retazos de tela, y comenzaron a rotarse entre los residentes y el resto de las enfermeras para usarla. Si bien no tienen una gran producción, están atentos a entregárselos ellos mismos, sin intermediarios, a quienes los necesiten.
"Nos divertimos muchísimo fabricando tapabocas. Lo que buscamos es que la recreación tenga como base al trabajo y a la educación creativa.", agregó Peretz, al tiempo que recordó los grandes esfuerzos que hace la institución de Avenida Santa Fe al 1200 para seguir manteniéndose en pie en medio de la crisis económica.
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