Coronavirus en la Argentina: qué dicen los que se aíslan por "conciencia social" ante el Covid-19
El avance del coronavirus impacta en la vida cotidiana de los argentinos. Algunos cancelaron viajes al exterior, otros alteraron sus rutinas. Y muchos decidieron aislarse por voluntad propia, a pesar de que no se encuentran obligados por la ley ni son considerados parte de la población de riesgo frente al Covid-19. Reconocen que son "privilegiados" por tener la posibilidad de elegir esa opción, que no tiene respaldo oficial.
Empezaron la cuarentena voluntaria la semana pasada, aunque a su alrededor la mayoría continuaba con sus tareas y salidas habituales. En general, basaron su elección en las noticias que reciben desde Asia, Estados Unidos y Europa, donde la cantidad de contagios se disparó en pocos días y, en algunos casos como el de Italia, puso en jaque a los sistemas de salud. También se apoyaron en las opiniones de expertos locales y extranjeros, que enfatizan en el aislamiento social como método de prevención.
Si bien ayer por la mañana, el presidente Alberto Fernández recomendó, en entrevistas con medios, que quienes "puedan" se queden en sus casas, en la Argentina, la prohibición para salir rige solo para las personas que viajaron a los países de la "zona de riesgo" delimitada por el gobierno nacional. Y la licencia para quedarse en casa solo aplica para las poblaciones vulnerables: mayores de 60, pacientes con afecciones crónicas y embarazadas.
Pero aunque no tengan esas condiciones, los "autoacuartelados" se quedan en casa y evitan lo más posible las salidas. Alegan que es una cuestión de "conciencia y responsabilidad social".
El jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, Eduardo López, recordó que las medidas oficiales de cuarentena son para la población con riesgo, y agregó: "Es aceptable que quien se quiera quedar en la casa voluntariamente y pueda no ir a trabajar, haga el aislamiento. En la medida en que tenemos menos contacto con otras personas, disminuye el riesgo enfermarse", sostuvo.
Por su parte, Ricardo Teijeiro, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología, consideró: "No estamos en una instancia donde sea necesario el aislamiento de la población que no es considerada de riesgo. Lo que tenemos está controlado. En alguna instancia posterior, podría ser necesario, pero no es esta", dijo.
Y remarcó: "Recluirnos todos no tiene sentido. A medida que esto vaya avanzando, veremos. Si tenemos un crecimiento lento, tal vez no sea necesario. En cambio, si hay un crecimiento rápido, quizá sí lo sea", expresó.
Motivación
Defienden su decisión basados en la incertidumbre sobre la enfermedad y la idea de que mejor es prevenir que curar. No tienen síntomas y no saben si están contagiados con el Covid-19, pero no lo descartan, porque tuvieron contacto con personas desconocidas que podrían haber estado infectadas.
"Esto es nuevo, no sabemos qué puede pasar. Quizá el otro día cuando viajé en colectivo o hice la cola en el supermercado estuve en contacto cercano con alguien que viajó y estaba contagiado, o que estuvo en contacto con otra persona que estuvo afuera. No estoy cien por ciento segura, y creo que, en la medida en que puedo, me debo la precaución de mantener distancia a mí misma y a los demás", explica Bianca Galli, licenciada en marketing de 32 años.
Galli vive en Villa Ortúzar y en la agencia donde trabaja le dieron la posibilidad de hacer home office. El viernes tenía un cumpleaños de 15 y decidió no asistir, a pesar que no la afectan las restricciones oficiales. Fue una decisión difícil, porque su entorno no estaba de acuerdo. Pero ella, a su vez, consideraba irresponsable que se celebrase el evento.
Clara Heguy, de 34 años, vive en Belgrano y es coach. Tiene una hija de tres años y un bebé de tres meses. Esperaba con ansias que la mayor empezara el jardín para organizar mejor el cuidado de su hijo menor, pero el sábado decidió que no la mandaría. La resolución del gobierno nacional para suspender las clases en todos los niveles por 15 días aún no había sido anunciada, pero le parecía lo más "sensato". Por el contexto, comenzó a organizar sus sesiones de coaching de manera virtual.
"Hay muertes que no se pueden controlar, pero con esto tenemos algunas herramientas, y el aislamiento social es la principal", opina Heguy, quien también dejó de llevar a su hija al parque e hizo una compra importante en el supermercado para evitar los lugares concurridos por varios días.
Las personas que hacen cuarentena voluntaria en la Argentina afirman que se pusieron en alerta al recibir mensajes de amigos o familiares desde Europa quienes advierten a sus compatriotas sobre lo que creen que ocurrirá aquí y que ellos ya vivieron. El pensamiento sigue la siguiente lógica: "Si pasó acá, ¿por qué no allá?".
"Mi mejor amiga vive en España y me fue contando todo lo que vivieron y están atravesando. Y vimos lo que pasó en Italia por los medios. Las historias son siempre las mismas", dice Heguy.
"A medias"
Mientras cambian sus hábitos, las personas consultadas reparan en que no todos tienen la posibilidad de quedarse en casa por decisión propia. Los ingresos, las exigencias laborales y el contexto familiar les permiten tomar esta medida. "Quizá no me es tan difícil hacerlo, porque tengo los recursos necesarios, aunque ciertas cosas tengo que resignar. Pero creo que si tuviese otro contexto, lo haría igual. Entre todos podemos evitar ser Italia o España", dice Heguy.
En ese sentido, algunos deciden hacer cuarentena "a medias", dentro de lo posible, según sus situaciones particulares. "Por mi trabajo no puedo trabajar desde casa, pero el resto del tiempo evito estar afuera, y el fin de semana no estuve en reuniones sociales, ni planeo estar", dice Mariano Chumbita, de 34 años, que vive en Villa Crespo y trabaja en una empresa de marketing en Palermo. También habla de "responsabilidad social" y se basa en la información que recibe sobre la situación en el exterior.
Paige Nichols tiene 33 años, es estadounidense, vive hace una década en Buenos Aires y está casada con un argentino. Gran parte de su trabajo también puede ejercerse de manera freelance y el fin de semana decidió que se quedará en su casa de Retiro indefinidamente. "Mi hermana vive en Singapur y su marido es italiano. Mientras ella nos contaba las medidas que tomaba el país para controlar, acá teníamos miedo por ellos. Pero en Asia reaccionaron muy rápido", cuenta.
"Me tranquiliza que el Gobierno haya tomado medidas drásticas como el cierre de lugares públicos muy rápido. La gente va a tardar en hacer el clic y dependemos de las autoridades para cambiar los hábitos. Si están abiertos los museos y los bares, la gente va a seguir yendo. La gente no tiene conciencia", agrega la mujer, que rechazó y pospuso trabajos que exigían su presencia. Y aclara: "Soy consciente de que soy privilegiada por poder quedarme por decisión propia".
Martha Hilda Valverde está jubilada, tiene 70 años y vive en Villa Urquiza. Forma parte de la población de riesgo, pero ese no es el único motivo por el que decidió aislarse. Se queda porque cree que podría contagiar a otros. El martes 11 regresó de un viaje a la Patagonia y piensa que existe la posibilidad de haber contraído la enfermedad en los aeropuertos que visitó, donde había extranjeros. Buscó información sobre la contención de la enfermedad en otros países a través de medios, y llegó a la conclusión de que lo mejor era guardarse.
"Hay gente que me dice que me quedo por miedo de morirme, pero no es por eso, es por responsabilidad social. No sé si estoy contagiada o no, por eso voy a hacer la cuarentena", afirma, por teléfono, desde su departamento.
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