Coronavirus en la Argentina: el conmovedor esfuerzo de los maestros rurales para seguir enseñando durante la cuarentena
Cuando el domingo por la tarde Alberto Fernández anunciaba la suspensión de clases en todo el país por la epidemia de coronavirus, Antonio y su padre estaban arriando las llamas en la inmensidad de la puna, donde ya casi oscurecía. Esa noche, el niño de 5 años dibujó en su cuaderno las estrellas que iban apareciendo mientras caminaba silenciosamente con su padre y lo guardó en su pequeño morral para cuando pudiera volver a su salita.
Antonio asiste junto a otros 30 niños de 3 a 12 años a la Escuela 334, en Pueblo Viejo. Llega y vuelve en burro a su casa y en esa región donde el cielo y la tierra desdibujan sus límites, no llega la señal de celular. "Solo en la escuela tenemos internet una hora al día y si no hay mucho viento", dice Carmen Orellana, su maestra. "Como veníamos previendo lo de la cuarentena, preparamos cuadernillos para que los chicos se lleven a sus casas porque ellos no tienen forma de comunicarse con nosotros".
"La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra", decía Paulo Freire, un gran pedagogo y pensador que conocía muy de cerca la educación rural. El contexto geográfico, social y cultural que rodea a cualquier escuela es muy importante y conocerlo es primordial para llevar adelante políticas educativas y establecer protocolos de emergencia. Esta pandemia deja en evidencia la inequidad que hay entre la educación rural y urbana, empezando por el acceso a la información y las redes de comunicación. La suspensión de clases significa un total aislamiento para una parte importante de los niños que asisten a escuelas rurales del país.
En la Argentina hay cerca de 21.000 escuelas rurales donde estudian alrededor de un millón de alumnos, según el último relevamiento del Ministerio de Educación de la Nación, en 2018. Al ser un país federal, cada provincia es autónoma en la forma que aplica la ley nacional de educación y eso abre enormes brechas de desigualdad entre una y otra. El presupuesto que cada gobierno provincial destina a las escuelas varía enormemente, así como la inversión que realizan en infraestructura y comunicación. Lo único que iguala a todas las escuelas rurales del país es el compromiso, el esfuerzo y el amor que ponen sus maestros en llevar adelante su tarea, con enormes sacrificios hasta económicos.
Es el caso de Juani Galván, directora de la Escuela 362 Fernando Ramón Gancedo del Paraje La Armonía, en Chaco. Hace 115 kilómetros de camino de tierra para llegar, pagando de su bolsillo los gastos de traslado. La cuarentena llegó justo cuando ella estaba por suspender las clases por falta de agua y había preparado cuadernillos para que los chicos se llevaran a sus casas.
"Algunas madres que tienen WhatsApp me mandan las fotos de los trabajos de los chicos, pero con otros alumnos no tuve siquiera contacto", dice. En la misma provincia, Rosana Rey, directora de la Escuela 393 del Paraje Maipú, cuenta que ella y sus docentes también usan su dinero para pagar las fotocopias que entregarán a los niños, la única manera de seguir trabajando en estas semanas. "Les mandamos los trabajos a los chicos cuando los padres vienen al pueblo a buscar mercaderías. Solo unos pocos tienen WhatsApp", aclara.
Donde lo individual se hace colectivo
Cuanto más alejada y menos recursos tiene una provincia, más importante es la función de la escuela rural porque es el punto de reunión de la comunidad para todos, es donde lo individual se hace colectivo. Patricio Sutton, director ejecutivo de la Red de Comunidades Rurales, cree que "internet debería ser gratuito porque hoy está habiendo una diferencia enorme entre quienes pueden tener conexión a una red y quienes no. El acceso a la información y la tecnología tiene que ser un derecho humano básico". Su fundación ofrece y acompaña a las comunidades con diversos programas para achicar estas diferencias que hoy se transparentan con la pandemia.
Buenos Aires es una provincia que está preparada para las emergencias por su larga historia de inundaciones. La asociación de maestros rurales acuerda anualmente un plan de continuidad pedagógica. En la Escuela 5 José Hernández. de Coronel Brandsen, los alumnos se comunican principalmente por WhatsApp con sus maestros. Situada en medio del campo, reúne a niños de hogares muy pobres con chicos de familias más adineradas que, en los últimos años se han ido a vivir a los barrios privados de la zona. "En las escuelas rurales siempre se trabaja en equipo y ante la pandemia, eso se reforzó. La virtualidad es la única forma de comunicarnos y eso nos llevó a una nueva forma de enseñar", sostiene.
En Tandil, el director de la Escuela 48, del paraje Los Huesos, Carlos Casado creó una plataforma virtual junto a sus docentes y allí trabajan con sus 18 alumnos. En el caso de niños que viven en zonas sin conexión, consiguió un permiso para circular y les alcanza los cuadernillos al casco de las estancias donde viven. En las escuelas del Delta, en cambio, la situación es más complicada por las dificultades geográficas y climáticas de la región, que muchas veces impiden la conexión y el abastecimiento para la supervivencia. "Hicimos una red de redes con un referente por arroyo y por ahí circula toda la información, no solo las tareas sino la solidaridad", explica Marisa Negri, docente en la Escuela de Educación Técnica N° 1 Alférez José María Sobral, de Paraná Miní y Canal 4.
El Ministerio de Educación de la Nación publicó un portal gratuito para su navegación, con contenidos educativos para cada nivel, que sirve de soporte a los maestros del país. Mandaron imprimir 7 millones de cuadernillos que aún no llegaron a las provincias para los que no tienen conexión y transmiten clases por televisión y radio. "El plan de conectividad incluye la ruralidad pero está todo frenado porque es muy difícil generar una cobertura total en este contexto. Tenemos 40% de las escuelas conectadas y eso equivale al 60% de la población. En la urgencia de esta inmediatez la mejor forma de llegar a las zonas rurales es la radio", dice a LA NACION el ministro Nicolás Trotta, que acordó siete horas de emisión por día en Radio Nacional y sus repetidoras.
Comunicación vía WhatsApp
La presencia del Estado es una variable que se destaca en algunas provincias mucho más que en otras. En el sur del país, Neuquén da mucho apoyo logístico a las escuelas rurales. Les facilita el transporte, el material de estudios y los alimentos a los alumnos que viven en los lugares más alejados. Su calendario escolar es de septiembre a mayo, por las características climáticas de la región.
"Con los alumnos nos comunicamos por WhatsApp y organizamos ir cada 15 días, casa por casa, a llevarles el bolsón de comida y el nuevo cuadernillo", explica César Lauman, maestro de la Escuela 252, de Paimún. Con una infraestructura y un modelo de gestión diferente, la Fundación Cruzada Patagónica trabajó con anticipación en plataformas virtuales propias y sus dos centros agrotécnicos en Junín de los Andes y en Cholila están manteniendo sus clases sin mayor dificultad. "El mayor desafío que tenemos es mantener las granjas y centros productivos, pero lo estamos haciendo los docentes que vivimos acá", afirma su directora, Mariana Bataglini.
Los maestros resaltan que este encierro generó una dinámica familiar de acompañamiento que se había perdido hace años. "En los últimos años veíamos que las tareas llegaban sin hacer. Ahora las mamás nos mandan fotos con sus hijos resolviendo las tareas, nos consultan y nosotros les enviamos audios con consignas claras porque hay realidades familiares muy diferentes y algunos padres no saben leer", dice Stella Maris Mangini, directora de la escuela Paula Albarracín de Sarmiento, en el Paraje Villa del Tránsito, en Córdoba, a poca distancia del pueblo que les da el nombre y tiene más de 400 años de historia.
En Entre Ríos, la escuela N° 66, Bartolito Mitre, de Paraje Costa Uruguay Sur. tiene 100 alumnos, por la relocalización de una población. Estela Lemes, su directora, solía vivir allí pero, desde 2008 se mudó a la ciudad, por fumigaciones de campos vecinos que dañaron su salud. "Quiero hacer una vida normal como antes de que fumigaran, por eso sigo enseñando como siempre. Estoy conectada con las mamás y las docentes por WhatsApp y el acompañamiento de padres a hijos con las tareas me demuestra que esto sirvió para que las cosas sean mejores y para revalorizar el rol del maestro en la sociedad", aclara.
A pie, a caballo, en camioneta, en moto o en burro, los niños de las escuelas rurales recorren muchos kilómetros de caminos de montaña, de monte, de selva o de arena para llegar a esa escuela que le abre una ventana al mundo que sueñan conocer. En Valle Fértil, San Juan, queda una de las escuelas fundadas por Sarmiento, La Escuela de la Patria-Baldes del Sur que "es pura arena, escuela y cielo", dice su maestra Bibiana Acosta. A 80 kilómetros del pueblo más cercano, la presencia del Estado es fuerte pero la conexión a las redes es nula. Como la mayoría de los maestros rurales del país, los cuadernillos y el WhatsApp es la forma de comunicación y algunos niños quedan excluidos por más que se esfuercen en incluirlos.
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