Coronavirus en la Argentina. Cómo se viajará en el subte porteño después de la cuarentena y qué medidas se tomaron en el mundo
El 2 de marzo la Argentina cambió. El día que se confirmó el primer caso positivo de coronavirus en el país representó un quiebre y obligó a reformular los hábitos de la sociedad, desde los más complejos hasta los más simples, desde poner en pausa los vínculos personales estrechos hasta viajar en el transporte público. La pandemia acecha y lo hace con mayor virulencia en ámbitos populosos donde sostener el distanciamiento social se convierte en un reto. Y el subte porteño, que suele viajar con vagones llenos, es uno de los mayores desafíos a resolver en la nueva normalidad que se intenta construir.
Los países europeos más golpeados por la epidemia que comienzan a ver un descenso en la cantidad de muertos e infectados a diario ya se preparan para la salida paulatina de una extensa cuarentena. Lo hacen a paso lento y con recelo hacia el transporte subterráneo que en las últimas semanas fue objeto de un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas inglés) que sugirió que en Nueva York actuó como principal diseminador del coronavirus.
La utilización de barbijos, cabinas rociadoras de desinfectantes, un regreso escalonado de la actividad laboral, controles estrictos en las estaciones para respetar el distanciamiento social, la recomendación de utilizar los vehículos particulares y hasta incentivos para comprar bicicletas o monopatines eléctricos son parte de las acciones que se adoptarán en las próximas semanas en las principales ciudades del mundo. Pero, ¿cuáles de esas medidas podrían implementarse en el subte porteño?
Hoy la red transporta un 84% menos de pasajeros y, aunque en la ciudad se ve lejana la salida del aislamiento, la mirada ya está puesta en una articulación global que contiene varios puntos, pero que se sostiene en la estrategia ya vigente: todos los pasajeros deberán viajar sentados; al menos por un largo tiempo, se tendrá que respetar el distanciamiento social en las estaciones (hay marcas en piso para separar a las personas); se intentará distribuir la demanda de transporte durante todo el día para evitar aglomeraciones; y se promoverán alternativas de movilidad más sustentables, sobre todo para los viajes más cortos, como bicicletas y caminatas.
"Solo pasajeros sentados no es una sugerencia, es un requerimiento legal", avisó el secretario de Transporte y Obras Públicas de la ciudad, Juan José Méndez. "En el escenario actual hay lugar en el subte y en el espacio público; en el futuro, cuando se abran más actividades, se buscarán otras vías. Si los pasajeros se vuelcan masivamente al transporte público, no podrán entrar todos juntos a las estaciones, tendrán que esperar, hacer cola manteniendo las distancias establecidas porque los controles en la estaciones se mantendrán", adelantó.
Antes de la aparición del coronavirus en la ciudad se realizaban ocho millones de viajes al día de los cuales el 60% se hacían en colectivo, el 17% en subte, el 13% en autos particulares y el resto se dividía entre taxis, bicicletas, tren y a pie. Los porcentajes cambiaron drásticamente durante la pandemia y el subte pasó a representar solo el 3% de los viajes, mientras que el de los vehículos particulares subió al 45% (en trenes, el 6%; en colectivos, el 15%). El resultado del aislamiento preventivo fue evidente en el transporte público que nunca dejó de funcionar, aunque con una reducción de pasajeros de hasta el 99% en el subte (una baja histórica) y superior al 80% en trenes y colectivos.
"En una formación de subte donde pueden viajar entre 2500 y 3000 personas hoy hay un máximo de 250 a 280, todas sentadas. El subte está transportando un 4% de lo que transporta habitualmente", explicó Méndez. "Cuando se abran nuevas actividades los medios masivos hay que preservarlos para los viajes más largos y para los trabajadores esenciales. Para un trayecto corto, menor a cinco kilómetros, hay otras opciones", agregó. Según el funcionario los recorridos de hasta 50 cuadras representan el 40% del total muchos de los cuales se realizan en bicicleta (300.000 viajes diarios con un crecimiento potencial de hasta 900.000).
Días después del inicio de la cuarentena la red de subte comenzó operar con un servicio limitado. Primero lo hizo con las formaciones deteniéndose en las cabeceras, pero luego se fueron agregando estaciones, principalmente, aquellas que sirven de conexión entre las líneas. Además del cronograma especial se tomaron otras medidas para prevenir los contagios como la intervención del piso de las estaciones con marcas para respetar la distancia mínima de 1,5 metros entre las personas (en total fueron 500 espacios de espera entre boleterías, molinetes, andenes, paradas en refugios y en metrobuses), se incorporaron procedimientos de higiene utilizando nuevos productos (como una solución con armonio cuaternario) para desinfectar las formaciones y las instalaciones, y se agregaron medidas de seguridad e higiene para los trabajadores.
"¿Después de la cuarentena? Dependerá de cómo se ponga en marcha la actividad y si los horarios se manejarán de una forma más escalonada. Una salida progresiva del aislamiento combinado con el teletrabajo para que no se concentre tanta gente en horarios picos puede ser una alternativa viable", opinó Andrés Borthagaray, director para América Latina del Instituto para la Ciudad en Movimiento.
Medidas en el mundo
Horarios de entrada y salida laboral en forma escalonada es una variante que se analiza en el Ministerio de Transporte de la Nación, a cargo de Mario Meoni, aunque para implementarse debe existir consenso entre el sector privado, los gremios y otros actores involucrados. Un plan similar tiene en mente el gobierno de España a partir del 11 de mayo cuando comience a flexibilizarse la cuarentena en dicho país. Los trenes interurbanos españoles están operando con un 98% menos de pasajeros y estableciendo un cronograma se busca evitar la aglomeración en el metro y el resto del transporte público. Entre otras medidas aparecen la distribución de diez millones de barbijos, que los vagones estén completos en un tercio de su capacidad y la estimulación del uso de vehículos particulares y bicicletas.
Italia, por ejemplo,se prepara para que desde el lunes cuatro millones de personas vuelvan a sus puestos de trabajo y el gran miedo es cómo repercutirá en el transporte. En los días previos se realizan pruebas en ciudades como Roma, Milán y Napoles con señalamiento en el piso de las estaciones para que la gente respete el distanciamiento. Habrá controles para evitar la concentración de personas y se pondrán más vagones en las formaciones. También se busca potenciar a circulación de bicicletas y el gobierno estudia otorgar un bono de 200 euros para comprarlas.
El plan de desconfinamiento de Francia, también desde el 11 de mayo, contempla el uso obligatorio de tapabocas en todo el transporte público con la intención de que haya menos gente en los colectivos y trenes, aunque aún no hay medidas concretas de cómo se implementará. Una opción es que para viajes de 100 kilómetros o más se obtengan boletos en forma anticipada, aunque no sería viable para viajar en la red de subte de 220 kilómetros donde viajan más de cuatro millones de personas por día.
En Estados Unidos, principalmente en Nueva York, el subte debió bajar la frecuencia a un 40% por los 6000 trabajadores contagiados y los fallecidos, aunque no hay medidas concretas para garantizar el distanciamiento social más allá de la recomendación de evitar el transporte público.
En la región, Santiago de Chile mantiene una rutina de higiene de las instalaciones y mensajes sonoros que promueven el lavado de manos y el uso de alcohol en gel, pero tampoco hay medidas extremas en una red que transporta un 87% menos de pasajeros. Mientras que en Brasil, en San Pablo, se anunció que las personas sin tapabocas no podrán viajar en subte (ya es obligatorio en Río de Janeiro) y se instalaron estaciones de higiniezación con rociadores para desinfectar la ropa y las pertenencias de los pasajeros. La reducción de personas transportadas en ambas ciudades fue de entre 70% y 80% en la cuarentena.
Con la colaboración de Elisabetta Piqué, Luisa Corradini, Laura Ventura, Domitila Dellacha, Marcelo Silva De Sousa y Víctor García
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