Coronavirus en la Argentina: desde Colombia vio nacer a su bebé por videollamada
"¡Hola, Charly! Acá estamos. Está por nacer tu hijo." En la pantalla del celular apareció la imagen de Carlos Quintana, que así pudo presenciar desde Colombia cada detalle del parto de su bebé, Felipe, y acompañar a su pareja, Josefina Likerman. El cierre de fronteras por la pandemia de Covid-19 lo retuvo en Cartagena al no poder tomar un vuelo en la primera semana de abril.
Ambos viven en esa ciudad de la costa colombiana, donde él es músico. Cuando quedó embarazada, planificaron que el parto sería en Buenos Aires porque es donde reside la familia materna y Josefina aún conserva su cobertura médica. Ella, de 28 años, viajó primero, en enero, con seis meses de embarazo, mientras que él tenía su pasaje para el 7 de abril. La pandemia alteró esos planes .
"Los últimos tres meses de embarazo los pasé sin el papá, pero el día más difícil fue cuando ya era seguro que no iba a estar para el parto. Fue un día para hacerme a la idea y, también, la incertidumbre de cuándo iba a poder ser. Nos dicen que quizás sea en septiembre o a fin de año", cuenta Josefina en diálogo con LA NACIÓN.
El miércoles 22 de abril a la noche, rompió bolsa. Estaba en la casa de sus padres y se comunicó con el obstetra; le aconsejó estar tranquila y darse un baño. Más cerca de la medianoche, justo antes de que empezaran las contracciones, llegó al Hospital Universitario Austral (HUA) con una acompañante: María Mercedes, su madre. En la entrada, a las dos les tomaron la temperatura e indagaron si habían tenido síntomas que pudieran hacer sospechar de haber contraído Covid-19.
A través del celular, Carlos la acompañó con música para ayudarla a relajar. Ella lo escuchó en la cama, con barbijo, hasta alrededor de las 3 de la madrugada cuando sintió que no podía seguir hablando por las contracciones. A las dos horas, la trasladaron a la sala de parto. Josefina recuerda el silencio de un hospital casi vacío por la pandemia.
El equipo que la recibió tenía los elementos de protección personal, de acuerdo con el protocolo para la atención de partos: barbijo, antiparras, guantes, cofia, camisolín y botas.
"Empezaron a acomodar todo y cuando ya estaba para empezar a parir, la partera pidió mi teléfono para llamar al papá y, cuando se conectaron, le dijo '¡Hola, Charly! Acá estamos. Está por nacer tu hijo' y puso el celular al lado mío para que pudiera ver el momento del parto", recuerda Josefina.
A través del celular, Carlos la acompañó con música para ayudarla a relajar. Ella lo escuchó en la cama, con barbijo, hasta alrededor de las 3 de la madrugada cuando sintió que no podía seguir hablando por las contracciones
Para ella, eso la tranquilizó. "Mi mamá diciéndome de un lado 'Empujá que le veo la cabeza' y a él del otro, acompañado por su mamá, me daban fuerzas. Cuando mi mamá dijo 'Hija, está por salir, ¡fuerza!' y lo escucho a él decir 'Dale amor, ya sale, ya sale, lo estoy viendo', ahí hice toda la fuerza de mi vida y, a las 7.28, nació Felipe, que lloró un poquito y enseguida se prendió a la teta. Me dieron el celular para que el papá lo viera y enseguida se lo llevaron para pesarlo y controlarlo. Haberlo presenciado fue súper emotivo para él, que pensaba que no iba a poder estar para verlo. Fue mágico."
Una sugerencia
Vanesa Zamuner es la partera del equipo del HUA que estaba de guardia hace tres semanas, cuando llegó Josefina al hospital. Ya en la sala de partos, fue quien sugirió hacer la videollamada. Se colocó del lado derecho de Josefina. Con una mano sostuvo a la paciente y, con la otro, el celular para que Carlos no se perdiera ese momento. También estaba el médico y una médica residente. La abuela del bebé tuvo que usar un ambo descartable, botas, cofia y barbijo como medida de seguridad.
"Me acuerdo de ese día y me emociona –dice la licenciada en obstetricia–. Es lo que me gusta de mi trabajo. La madre estaba acompañando muy bien a su hija, pero el padre no estaba presente. Josefina intentaba mandarle mensajes todo el tiempo. Al empezar a conocerla un poco para saber cuál era su situación, porque cuando una embarazada llega con la madre o una hermana es porque suelen estar solas y ahí es cuando hay que estar más presente, y me contó la historia, me pregunté qué me gustaría que hicieran si estuviera en su lugar. Y la persona que yo quería al lado en ese momento era mi marido. Y así surgió hacer la videollamada."
Zamuner pidió que le desbloquearan el teléfono de Josefina y estableció la comunicación. "Intentamos que fuera lo más parecido a que si el padre estuviera presente. Transmitimos hasta desde la unidad de neonatología", comenta.
Para Josefina, lo que hicieron los profesionales que la atendieron fue de gran contención. Y así lo habla con su hermana, que está por tener a su bebé dentro de un mes. "En esta época de Covid-19, les diría a otras embarazadas que estén tranquilas y que confíen en los médicos. Ellos intentan hacer todo lo posible para contener", dice.
La posibilidad de usar una tableta o un teléfono celular en los centros de salud para ayudar a los pacientes a aliviar temores que pueden generar los cambios en la atención relacionados con la pandemia, sobre todo cuando se trata de experiencias como un parto, permite "poder seguir acompañando, de otra manera, pero poder seguir haciéndolo. Es un momento de mucha ansiedad. Se habla mucho de los chicos y el encierro, y las embarazadas también lo están. Solo salen a hacerse una ecografía porque hasta las consultas médicas se hacen a distancia, por teléfono o videollamada. Y a veces se sienten solas –agrega la partera–. El objetivo de usar estos medios parece cumplido: seguir acompañándolas y conteniéndolas".
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