Coronavirus en la Argentina: en la ciudad, ya funcionan dos salas de recuperación para pacientes que estuvieron en terapia intensiva
En dos hospitales porteños ya funciona un área especial para la recuperación de los pacientes con Covid-19 que estuvieron internados en terapia intensiva antes del alta. Una vez que abandonaron el respirador, un equipo de profesionales los evalúa y se ocupa de aliviarles las secuelas mentales, físicas y neurocognitivas que pudieron haber quedado del tratamiento con oxígeno, sedantes y otros fármacos.
El objetivo es que, una vez recibida el alta, no necesiten volver al hospital. "Es volver a darle la autonomía que el paciente perdió en la terapia intensiva. Que el paciente logre las actividades de la vida diaria con total independencia: que pueda caminar sin ayuda, higienizarse, comer", resume Martín Previgliano, coordinador general de las Salas de Rehabilitación Intensiva Post Covid-19, que ya están funcionando en los hospitales Fernández y Argerich. En los próximos días, abrirán las salas en el Pirovano y el Álvarez. "Esta sala de rehabilitación con un trabajo tan intensivo y transdisciplinario no existe en el mundo", sostiene Previgliano, al comparar otras iniciativas o programas que se implementan fuera del hospital donde el paciente permaneció internado por Covid-19.
La idea surgió a pedido de los directores de los hospitales con las autoridades del Ministerio de Salud de la ciudad. Ahí se planteó la necesidad de contar con asistencia especial para los pacientes con síndrome posterapia intensiva (SPTI), que se caracteriza por la aparición (después del alta) de trastornos cognitivos, debilidad neuromuscular (polineuromiopatía), depresión y trastorno por estrés postraumático.
Con la demanda de cuidados críticos con uso de respirador que genera la pandemia de Covid-19, esos efectos pueden convertirse en un problema de salud pública sin un seguimiento en el tiempo. Para alertar sobre esto, la Academia Europea de Medicina de la Rehabilitación publicó en la revista Journal of Rehabilitation Medicine "un llamado a la acción" para contrarrestar las secuelas físicas, emocionales y psicológicas que pueden permanecer hasta al año del alta en un 35% de los pacientes que superaron la internación en una UTI.
Tiempo
Estas salas se ajustarían a esa necesidad. Además, en el contexto de la emergencia, las autoridades sanitarias locales analizaron con los directores de hospitales la necesidad de dar el alta más rápido a personas que permanecieron semanas internadas. Según explicó Previgliano, un paciente puede pasar hasta dos meses en la cama de una sala general después de abandonar la terapia intensiva. Pero, con el trabajo intensivo de las salas, eso se reduce a entre 7 y 15 días. "El requisito es que hayan pasado por terapia intensiva, que hayan estado bajo asistencia respiratoria mecánica y que tengan algún tipo de secuela neuromuscular o respiratoria y que requieran rehabilitación", definió.
En el Hospital Fernández, la sala que coordina Betina Caldara se instaló en el quinto piso. Ahí hay nueve camas, todas ocupadas, y podrían ampliarse a 18 si aumenta la cantidad de pacientes durante lo que resta de la pandemia. Las psicólogas Macarena Yriarte y Mariana Machuca y la fonoaudióloga María Eugenia Colángelo organizan el trabajo en la sala de kinesiología. Explican a LA NACION que se evalúa a cada paciente cuando llega y se va de la sala. Con esa prueba se determina, por ejemplo, la orientación, si están ubicados en tiempo y espacio, la atención y la memoria, el lenguaje, la motricidad, la deglución, el estado de las cuerdas vocales tras la entubación, entre otras funciones y capacidades.
Videollamadas
Coinciden en que lo que más desespera a los pacientes que estuvieron en terapia intensiva es no poder ver a sus familias. Verlos, según afirman, les cambia todo. Para eso, se comunican a través de videollamadas o llamadas telefónicas con los familiares. También, los ayudan a comunicarse, cuando no pueden hacerlo. Para eso, elaboraron carteles con el abecedario en los que los pacientes van señalando las letras para armar sus frases.
"Quedan en un lugar muy pasivo, de mucha vulnerabilidad y con falta de comunicación", dice Machuca, que es concurrente en el hospital. "Pierden todo. Quedan desnudos. No saben cuánto tiempo pasó", agrega. Las tres participan con el resto del equipo de la sala en la opinión sobre cuándo darle el "alta integral" a cada paciente. Para eso, también trabajan con la familia para una mayor adherencia al tratamiento que se indique y poder cumplir con el seguimiento, que, en la ciudad, se hace a través de los centros de salud y acción comunitaria (Cesac).
Volver a nacer
"Carlos se va", se escucha decir sobre el paciente de la habitación 5513, que es la última en el pasillo. Un hombre espera vestido y con el bolso preparado. Accede a hablar con LA NACION y se sienta en la cama, que ya esta hecha. "Yo morí y volví a nacer en esta ciudad", dice. Hace unos 40 días llegó al Fernández porque no podía respirar. "Era un viernes a la tardecita", recuerda de ese día que viajó desde Burzaco, en el sur del conurbano bonaerense, donde vive, hasta el barrio de Palermo. Enseguida, quedó internado en terapia intensiva. Cuenta que tuvo alucinaciones, que perdió la noción de tiempo y lugar, que bajó unos 30 kilos y que perdió fuerza para levantar las manos y las piernas.
Ahora, mientras aguarda que alguien lo acompañe hasta la puerta del hospital, donde lo espera su esposa, Carlos, de 52 años, dice que puede respirar mejor, comer solo y caminar. "Cuando di 10 pasos fue un avance muy importante para mí", afirma. Una enfermera entra en la habitación y le dice que ya se puede ir. Se despide y se va por el pasillo de la sala. Lo espera Candela, que vestida con camisolín, barbijo y máscara, lo acompaña hasta la planta baja.
"Este trabajo es fundamental por la mejoría que se ve en los pacientes al brindarles una rehabilitación intensiva que, además, permite darles el alta hospitalaria más rápido", afirma Ignacio Previgliano, director del Fernández y exjefe de la Unidad de Terapia Intensiva del hospital porteño. "Estas salas no existían y, en realidad, es una prueba de concepto de que la rehabilitación hace que el paciente se recupere mucho más rápidamente", agrega.
El síndrome posterapia intensiva no es exclusivo de esta pandemia. Pero mientras que un 10-15% de los pacientes que normalmente llegan a terapia intensiva lo hacen con distrés respiratorio grave, en el caso de los enfermos de Covid-19 eso ocurre en el 100% de los casos. "Estas salas son un avance importantísimo para los pacientes que salen de terapia intensiva y marcará un antes y un después", sostiene el director del Fernández. "Todas las pandemias dejan enseñanzas para la medicina y entre lo más importante que dejará esta es el reconocimiento de este síndrome y que un tratamiento agresivo logra resultados positivos rápidamente", sostuvo Previgliano.
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