Coronavirus en la Argentina: 7 de cada 10 adolescentes están hartos del encierro, con síntomas de depresión y sentimientos de soledad
"Muchas veces llora de madrugada. Me dice que no sabe bien por qué, pero que es una manera de descargarse. Que sus amigas también lo hacen, en ese momento de la noche donde nadie las ve. Me confesó que tiene miedo de quedarse sin amigos, que con muchos ya casi ni chatea, y que está harta del encierro y de no poder ver a nadie", cuenta Romina Briones, que se enteró de esta situación la semana pasada, justo el día que festejaron en familia el cumpleaños número 14 de Francisca, su hija mayor. Aunque Briones siga trabajando desde su casa, porque es diseñadora gráfica, y sus hijos puedan seguir con las clases virtuales del colegio, porque tienen conectividad y una computadora, dice que la incertidumbre de no saber cuándo se termina la cuarentena los está afectando cada vez más. "Después de esa charla que tuvimos me quedé mal, y encima cada vez se prolonga más. Está todo trastocado, y el ánimo de mi hija es ahora lo que más nos preocupa", confirma.
No es la única. La energía adolescente se fue consumiendo durante los más de 140 días que lleva el confinamiento. Hartos del encierro, siete de cada diez jóvenes porteños mostraron síntomas de ansiedad, depresión y sentimientos de soledad con baja satisfacción por la vida, según los resultados preliminares del estudio Impacto de la cuarentena en la salud mental de los adolescentes, que entrevistó a 1005 jóvenes de entre 12 y 20 años, realizado por la Fundación Ineco, en colaboración con Unicef y el gobierno porteño. Si bien el informe aún no fue publicado, LA NACION accedió a las conclusiones principales de la investigación, que fue dirigida por Teresa Torralva, presidente de la la fundación y directora del departamento de Neuropsicología del instituto. Esta mañana, en declaraciones radiales, el neurocientífico y presidente honorífico de la institución, Facundo Manes, se refirió a este estudio.
"La mayoría mostró síntomas subclínicos de depresión y ansiedad, lo que no significa que tienen un diagnóstico, sino que son señales de alerta de que no la están pasando bien", adelanta Torralva. Uno de los objetivos del estudio era buscar correlaciones entre esos indicadores psicométricos y determinar si existía una asociación entre la autoestima y la satisfacción con la vida. "Confirmamos que muchas de las dificultades para manejar el encierro y hacerle frente a la cuarentena estaban relacionadas con la ansiedad y la depresión que manifestaban", dice Torralva, y menciona como ejemplo a los problemas de conectividad que muchos confirmaron tener, que les impide atender a las clases virtuales o estar en contacto con sus pares, situaciones que generan ansiedad en este segmento de la población, que resultó ser uno de los más afectados por las restricciones que impuso la pandemia, no solo en la Argentina sino en el mundo, según aseguran los expertos.
Son los adolescentes y los jóvenes, coinciden los especialistas, los que recibieron más fuerte el impacto emocional, los que más sufren el acatamiento a las nuevas reglas que llegaron de la mano del confinamiento. "Su estilo de vida quedó suspendido de un día para el otro. Sin salidas, sin encuentros con amigos ni relaciones sexuales.Se los privó de actividades que son altamente sensibles en esa edad, que son esenciales en su desarrollo, y es un hallazgo compartido en todos los países que nosotros corroboramos", agrega Fernando Torrente, director del Instituto de Neurociencias y Políticas Publicas de la Fundación Ineco, que realizó otros dos estudios junto con el Conicet y la Universidad Favaloro sobre el impacto psicológico de la pandemia en la población adulta, uno a los siete días de iniciada la cuarentena; el segundo a casi 80 días.
¿Qué quieren hacer los adolescentes cuando se levante la cuarentena?
Ver a sus amigos, retomar la actividad física y deportiva y volver a la escuela o la universidad. La encuesta también reveló que un 40 % de los adolescentes y jóvenes tiene miedo de regresar a las aulas de manera presencial. "Pero no le temen al contagio, no es la enfermedad lo que los asusta. Un alto porcentaje dijo que su mayor preocupación es no saber cómo van a ser evaluados. Muchos sienten que perdieron el ritmo de estudio, que no pudieron aprender los nuevos contenidos y temen no sentirse capacitados para aprobar las materias", señala Torralva.
De acuerdo con las respuestas, los sentimientos de soledad que manifestaron los jóvenes impactan sobre el grado de satisfacción con la vida, según explica Torralva, que también es autora del libro Cerebro adolescente, de editorial Paidós. "Más de la mitad respondió tener su autoestima en un rango medio y alto, pero de todas maneras se muestran vulnerables a los efectos psicológicos de la pandemia. Especialmente por la inmadurez que tiene este grupo de la población en los sistemas de regulación cognitiva y emocional", explica la experta, que para describir de una forma más clara ese desbalance cognitivo, agrega: "Los adolescentes son como Ferraris sin frenos. Esto es así porque, en un cerebro adolescente, el lóbulo frontal y todas sus funciones no están listas hasta aproximadamente los 25 años. Y el lóbulo frontal es el que se ocupa de la toma de decisiones, de la capacidad de empatizar con el otro, del control inhibitorio, de frenar pensamientos cuando uno quiere prestar atención, de priorizar las decisiones racionales frente a las emocionales. Y si tenemos un lóbulo frontal poco desarrollado, es decir inmaduro, entonces un adolescente no puede ponerse en el lugar del otro, no puede priorizar lo racional sobre lo emocional. En cambio, las áreas subcorticales, relacionadas con las emociones están híper desarrolladas, y ya están listas, lo que en definitiva se traduce en un torbellino de emociones y poca razón".
Cuando se avance en las sucesivas fases, se habiliten nuevas actividades y la cuarentena finalmente se levante, Torralva pronostica que estos altos porcentajes de sintomatología, vinculados principalmente con el encierro, deberían disminuir. Así como los índices se cuadruplicaron durante este período, la experta espera que en una etapa de pospandemia los valores desciendan. "Los adolescentes hoy se sienten solos, y poco escuchados. Estamos trabajando en un conversatorio, junto con el Centro Cultural Recoleta y el gobierno poteño, para promover actividades, encuentros virtuales para presentar ciertas temáticas y charlas informativas, pero donde ellos también van a poder interactuar", concluye.
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