Coronavirus: 55 días en cuarentena, la experiencia de un argentino en China: "No me contagié y cocino mejor que antes"
La rutina era parecida a la de muchos. De lunes a viernes, se levantaba a las 7, iba a la facultad, al gimnasio, trabajaba. Su día terminaba a la medianoche, cuando lograba desconectarse. Sin embargo, la vida de Quinto Scuticchio, un joven argentino de 26 años que vive en China hace cinco, dio un giro inesperado: "Pasé de hacer de todo a estar encerrado las 24 horas, saliendo solo una vez por semana para comprar lo básico", dice a LA NACION.
Quinto habla en pasado. Es que el coronavirus se desató en China en diciembre y, a partir del 15 de enero, el gobierno declaró la cuarentena obligatoria para todo el país. Desde entonces, "todo se volvió números", recuerda. Comenzaron a aparecer los casos confirmados, los sospechosos, los muertos y luego, los índices sobre quiénes integraban la población de riesgo.
"Las autoridades no tardaron mucho en darse cuenta de que era un problema real, grave, y que los números de infectados cambiaban de un día para el otro. Actuaron muy rápido, en principio, pidiendo que la gente no saliera tanto. Cuando pasó a mayores, se tomaron decisiones mucho más estrictas: cerraron inmediatamente la ciudad de Wuhan (donde comenzó el brote), después el país y, entonces, el mundo supo que era un tema complicado", cuenta.
Los chinos, dice, cumplieron a rajatabla con las medidas ordenadas por el gobierno y respetaron los 55 días de aislamiento obligatorio. Quinto dice, como ejemplo, que en una esquina cerca de su departamento, ubicado en Guangzhou, puede cruzarse diariamente alrededor de dos mil personas. "Cuando comenzó la cuarentena, veía a cinco. La calle se vació, cambió mucho. Todos los locales cerraron, excepto supermercados grandes".
Sus hábitos cambiaron cien por ciento. "Yo tenía una vida muy activa. Al ser comerciante, tenía muchas reuniones con clientes e iba a ferias gastronómicas. De un día para el otro se suspendió todo. Pasé de hacer todo eso y más a empezar a despertarme a las 9 o 10 de la mañana, leer, mirar películas, comer, dormir una siesta, leer más, limpiar mi casa y mirar más películas", cuenta.
Pero el martes pasado, cuando la Argentina comenzaba a transitar lo que se llamó "cuarentena voluntaria", a raíz del avance de casos positivos de coronavirus en el país, Quinto tomó su celular y escribió un mensaje en sus redes sociales. Por primera vez, su familia y amigos comenzaban a vivir algo que él ya transitaba hacía dos meses. Y los venía alertando.
"Desde China les digo que la mejor manera de evitar contagiarse el Covid-19 es quedándonos dentro de nuestras casas. Si te sentís mal, antes de ir al hospital tratá de consultar con un médico por teléfono o de manera online, así se evita una conglomeración de personas dificultando el trabajo del personal de la salud. Y ante todo calma. Yo estoy encerrado desde mediados de enero, sigo vivo, no me contagié y cocino mejor que antes. Que no gane el pánico", publicó en Facebook.
—¿Por qué escribiste ese mensaje?
—Lo escribí en serio y en chiste. Obviamente con toda la seriedad del mundo, pero por dentro pensando 'qué lo parió', vengo diciéndole a mi familia y amigos desde mediados de enero sobre esto. Al principio me decían ‘bueno, no es para tanto, acá no va a pasar nada, estamos re lejos’. A nadie le interesaba y hoy es pánico. Leo las noticias y están todos desesperados. No nos ponemos de acuerdo al final, es un chiste hoy y terror mañana. No es así. Además, lo escribí porque estamos en un problema y si nos volvemos locos no resolvemos nada. Siento que hay mucha imprudencia en todo. Yo aclaré que estuve en el centro del despelote, no en Wuhan pero sí en una de las provincias más afectadas después de Hubei, que es Cantón, y en una ciudad con muchos casos también. Cumplí la cuarentena, me quedé tranquilo, tomé todos los recaudos que pude. No me contagié, estoy vivo y el chiste de que cocino mejor es para que presten atención cuando la tienen que prestar. Que no nos vuelva locos el pánico, que lo entiendo porque lo viví en primera persona en el peor lugar. Hay que estar adentro de nuestras casas. Uno no puede tomárselo a la ligera un día y al otro que sea el fin del mundo. Tampoco podés no hacer lo que dice el Gobierno.
—¿Hubo desabastecimiento en China?
—No, en lo más mínimo. Los supermercados estaban repletos de productos todo el tiempo aún en el peor momento de la pandemia. Fue la única parte de la industria que no frenó. La gente acá no se volvió loca, salió a comprar cosas básicas y volvió lo más bien a sus casas. Lo que pasa en la Argentina es terrible, es una actitud egoísta. Si no hubo desabastecimiento acá y sí la hubo allá es, también, una cuestión cultural, de cómo la gente piensa y reacciona ante estas situaciones. Obviamente que uno necesita comida, pero particularmente allá la gente compra diez veces más de lo que necesita y eso genera colas interminables, algo que debería no suceder para tener el menor contacto posible con otras personas. Además, le genera el doble de trabajo a los empleados y deja en una posición muy complicada a la gente que llega "tarde" y se queda sin productos.
Sobre el actual escenario argentino, Quinto dice estar "molesto" porque se podría haber evitado un poco los contagios: "Nosotros desde la Asociación de Argentinos en China pedimos más controles en Ezeiza porque la verdad es que acá cuando todo explotó y uno iba al aeropuerto tenía que ir cuatro horas antes para hacerse todos los chequeos. Había mucho control".
La cuarentena obligatoria en China finalizó el 10 de marzo. "Ahora en las calles de a poco todo vuelve a la normalidad. Si bien no terminó, ya que no está todo bajo control, está en la recta final. De a poco también la gente vuelve al trabajo y empieza a haber una cierta reactivación", dice. Y es cierto. El miércoles pasado, China anunció que por primera vez no registró casos autóctonos.
Hasta el momento, se registraron alrededor de 300 mil casos positivos de coronavirus Covid-19 en el mundo. China encabeza la lista con más de 80 mil afectados y 3255 muertes. En la Argentina, este sábado confirmaron la cuarta muerte y los infectados llegaron a 225.
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