Córdoba: sorpresas a lo largo del colonial Camino Real
Cata de vinos en bodegas boutique, agroturismo y posibilidades de trekking
CÓRDOBA.- Combinar historia, paisajes y cata de vinos es una de las posibilidades en Córdoba para estas vacaciones de invierno . En estas tierras se hizo el primer vino en épocas de la colonia. Fue en la estancia jesuítica Jesús María y esa elaboración de los curas llegó a la corte del rey de España. Su nombre era "La lagrimilla de oro".
Después de la expulsión de la orden, España prohibió la elaboración con vid y olivo en el virreinato para proteger a sus productores. La tradición renace con los inmigrantes friulanos en las primeras décadas de 1900 también en la zona de Colonia Caroya y Jesús María.
Los caminos del vino cordobeses abarcan esa zona (conocida como la del Camino Real) y los valles de Calamuchita y Traslasierra.
Prácticamente todas las bodegas son boutiques; la excepción es La Caroyense fundada en 1878 por los inmigrantes del Friuli y Venecia; todavía funciona y se puede recorrer su museo.
Rodrigo Carretero, dueño de En Camino, que organiza tours enoturísticos, cuenta que la ruta cordobesa se distingue de las de Cuyo o Salta porque el 95% de las bodegas son atendidas por dueños y enólogos, "lo que permite una experiencia diferente" y además porque los recorridos permiten combinar -según el interés del visitante- la historia de los jesuitas y "paisajes imponentes".
"Las bodegas boutique tienen una producción de entre 30.000 y 40.000 litros al año y sus vinos se venden, en general, en el mismo lugar", continúa. En 1930 había unos 300 productores de uva en Colonia Caroya; la especialidad de la zona es el vino frambua, dulce. En el recorrido, se puede degustar la gastronomía típica del norte de Italia y los salames, otro producto característico del lugar.
Como la ciudad es parte del Camino Real, se pueden incluir visitas a la estancia jesuítica de Jesús María, la posta de Sinsacate y Barranca Yaco, donde fue asesinado Facundo Quiroga. Más al norte siguen Villa del Totoral, Ischilín y Villa de Tulumba, donde hay bodegas como Gredal y Jairalla Oller, además de la casa museo de Fernando Fader y la estancia Santa Catalina.
Hace unos 20 años, el oeste provincial, Traslasierra recuperó su tradición vitivinícola y hoy cuenta con 16 bodegas; en tres además se ofrece alojamiento.
Media docena de establecimientos están en 25 kilómetros. Nicolás Jascalevich es uno de los pioneros, su bodega Noble de San Javier produce unas 30.000 botellas anuales de vinos biodinámicos. Las Breas ofrece además pastas de aceitunas. La Matilde es finca, bodega y hotel con 60 hectáreas de agricultura orgánica y biodinámica.
En Villa de Las Rosas está Los Molles, que produce tintos, rosados y blancos, nueces y frutas de estación, y la bodega Aráoz de Lamadrid está en la finca El Tala, en medio de una quebrada, en San Javier, donde también se fabrican chacinados.
Viarago, cuyos orígenes están en los 50 con la llegada del italiano Alfonso Tomaselli, fue actualizada por su nieto, Franco, y produce vinos orgánicos.
En Calamuchita las bodegas abren sus puertas para visitas y degustaciones. El crecimiento del enoturismo definió que, desde hace cinco años en Villa Ciudad Parque, se realice la Fiesta del Vino y la Vid. En estas dos zonas, los amantes del trekking acceden a circuitos reconocidos a nivel nacional, como es el ascenso al cerro Champaquí, el más alto de la provincia con 2790 metros cabalgatas.
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