Cooperación argentino-alemana: un Nobel de Medicina engalana un encuentro de biociencias en Palermo
Erwin Neher, premiado por sus investigaciones sobre la sinapsis, participa en Buenos Aires de la cuarta edición de “Fronteras en biociencias”
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La idea de frontera, de que hay un límite que se debe correr para el avance del conocimiento. Y en un terreno, las ciencias de la vida, que involucran neurociencias tanto como biología de plantas y ecología, medicina traslacional tanto como microbiología. Esos son los temas que trata durante tres días –hasta mañana– un encuentro de científicos argentinos y alemanes en el Centro Cultural de las Ciencias, en el Polo Científico de Palermo. “Fronteras en biociencias”, en su cuarta edición, tuvo en la tarde de ayer como punto central la participación de un premio Nobel: el alemán de Baviera Erwin Neher, que recibió el más importante galardón de la ciencia en 1991 por investigaciones acerca de cómo pasa la información en las neuronas. Neher citó en su conferencia a un prócer de la medicina local, Eduardo De Robertis. Y no lo hizo para congraciarse con su audiencia, sino porque su trabajo publicado en 1954 acerca de la mecánica de la transmisión de información entre las neuronas fue realmente un hito para más descubrimientos; entre otros, el que llevó al Nobel de Medicina del propio Neher, que en marzo cumplirá 80 años.
La cooperación argentino-alemana en ciencias no es nueva, pero tuvo como hito la inauguración en 2012 del primer instituto partner de la Sociedad Max Planck en América Latina, el Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (Ibioba) del Conicet. El Ibioba ahora es sede del encuentro que tiene unos 350 participantes, incluyendo unos 50 estudiantes becados del interior por el Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (Focem), red de biomedicina que trabaja en Alzheimer, Parkinson y cáncer. Una década después de esa asociación, Eduardo Arzt, fundador del Ibioba, cuenta la importancia de este evento de 2023: “Veinte directores de institutos Max Planck vinieron a nuestro país y no solo presentan sus trabajos más recientes, sino que discuten los trabajos de becarios e investigadores argentinos, y profundizan la especial relación que representa ser el único instituto socio de la Sociedad Max Planck en la región”, dijo.
Damián Refojo, actual director del Ibioba, resaltó la convocatoria impresionante de investigadores y estudiantes, “lo que demuestra la importancia que estos eventos tienen para la comunidad científica local; es una oportunidad única para los estudiantes de interactuar y presentar sus trabajos a científicos argentinos y alemanes de máximo nivel internacional”. Como en todos los encuentros de este tipo, buena parte de lo mejor del intercambio se da en encuentros informales, cafés y conversaciones alrededor de los pósteres exhibidos con investigaciones y descubrimientos.
Neher –ahora oficialmente retirado del laboratorio– suele estar envuelto en reuniones donde hay participación de estudiantes e investigadores jóvenes, como este de Buenos Aires, o el tradicional encuentro de Lindau, famoso por tener decenas de premios Nobel en el mismo sitio durante una semana. Siempre le interesaron los mecanismos y cómo la electricidad está detrás también de procesos biológicos y así descubrió los “canales de iones”, asociados a su nombre y al del también alemán Bert Sakmann, con quien compartió el Nobel de Medicina en 1991. Formado como físico, suele decir que la curiosidad y estar fascinado por los problemas científicos y pensarlos de manera casi obsesiva (al menos durante un tiempo) es central para obtener resultados.
De la pampa al Rin
“Todos los fondos deberían ir para él”, dijo en tono de broma, pero en serio, un biólogo después de la charla de Lucas Garibaldi, que cerró la primera sesión de Fronteras en biociencias, ayer. Garibaldi había contado durante 25 minutos cómo trabaja en aumentar la biodiversidad en la zona agroganadera argentina por excelencia donde predominan los monocultivos del “desierto verde”, como se lo definió. Lo interesante del trabajo de Garibaldi, investigador del Conicet en la Universidad de Río Negro y autor del informe Ipbes, es que no solo muestra el diagnóstico de la fatal extinción de especies –algo que daña al ser humano por múltiples vías–, sino que además va en busca de soluciones locales.
El título de su disertación fue “Cómo diseñar paisajes multifuncionales” y mostró el objetivo de que las tierras de las llanuras argentinas continúen brindando alimentos y divisas, pero que a la vez sumen otras especies y el ecosistema no sea tan monótono y degradado. “Lo que hacemos es cambiar la especie única, para que haya corredores biológicos para generar hábitats naturales y conseguir más producción y más biodiversidad, eso es lo que buscamos. Tiene un montón de beneficios lo que planteamos, son paisajes con muchas funcionalidades, donde se mantiene la calidad de la comida, pero a su vez con más polinización, menos costos en pesticidas, menos enfermedades”, explicó.
La idea, que ya trabajan en diversos campos en varias provincias, es restaurar el ciclo natural con el agregado de corredores de agua, la introducción de flora autóctona en los bordes de los campos y sitios estratégicos; estrategias que no modifican el rinde total del campo y mejoran, por ejemplo, la polinización. “Se puede refuncionalizar hasta el 20% del campo y conseguir la misma rentabilidad”, dijo, y marcó el cambio de época respecto de la sensibilidad en cuestiones ambientales ante la evidencia del cambio climático. “El empresario quiere ser carbono neutral y es muy innovador. Y también ve la degradación de la tierra, y la ve claramente. En la década de 1990 el modelo de soja ganó, pero ahora la degradación es evidente, con muchos costos en agroquímicos que cada vez funcionan menos”, concluyó Garibaldi.
Antes de él había roto el hielo Nicole Dubilier, del Max Planck Institute for Marine Microbiology de Bremen, que habló sobre la frontera del conocimiento, todavía escaso, que existe sobre de la biodiversidad marina. En particular, Dubilier se ha dedicado a estudiar la simbiosis entre invertebrados marinos como ciertos mejillones con bacterias que les colaboran en la adquisición de energía. Lo interesante, marcó Dubilier, es que se trata de organismos que obtienen su energía no de la fotosíntesis (como las plantas), sino de la quimiosíntesis, algo que puede ser promisorio no solo desde el punto de vista del estricto conocimiento de cómo funciona la naturaleza. “Al menos 15 grupos de bacterias tiene simbiosis quimiosintética. Asociados con al menos dos protistas y nueve grupos animales”, dijo la investigadora.
Por su parte, Amy Austin, investigadora del Ifeva/Conicet, contó acerca del trabajo de su equipo sobre el ciclo de carbono en ecosistemas terrestres en zonas áridas del planeta. Lo que parece técnico, o de una química muy particular, en realidad tiene implicaciones prácticas sobre el cambio climático ya que es vital conocer la forma en que tierras y océanos absorben parte –tanto como la mitad– de los gases que producen el calentamiento global; la otra mitad va a la atmósfera y es la que trastoca gravemente la condición climática. “Estamos interesado en ecosistemas áridos y semiáridos, que son el 40% de los ecosistemas terrestres y donde vive el 35% de la población. Y que se incrementarán por la actividad humana”, explicó. Austin y su equipo buscan información crítica respecto de cuánto carbono toma la tierra seca para repensar cómo se definen estos ecosistemas.
Las fronteras de la biociencia también incluyen a las neurociencias, con charlas técnicas sobre la plasticidad cerebral y, sin contradicción, acerca de las funciones de las distintas áreas del cerebro, tanto como estudios acerca de la forma en que se puede mejorar la quimioterapia, o la forma en que la epigenética puede ayudar al control de los tumores (charla de Asifa Akhtar, la vicepresidente del Instituto Max Planck, de origen paquistaní).
La ceremonia de apertura será hoy por la tarde y tendrá la participación del ministro de Ciencia argentino Daniel Filmus y del representante de la embajada alemana en el país, Peter Neven. Las jornadas se cierran mañana con la charla de Stefan Kaufmann, también del Max Planck, acerca de las lecciones de la vacunación contra la tuberculosis.
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